Denominación, definición y contexto histórico-.
El
Teatro del Absurdo es una de las tendencias más extremas del teatro del siglo
XX en cuanto al quiebre del modelo aristotélico. No se puede definir como movimiento ni
escuela, ya que no hubo una acción coordinada voluntariamente por parte de los
autores a los que se etiqueta bajo esa denominación.
De hecho, la expresión “teatro del absurdo”
se lee por primera vez en el año 1962, acuñada por el crítico teatral británico
MARTIN ESSLIN, quien de esta manera define a
ciertos dramaturgos que ya escribían en la década de los 50, fundamentalmente
en Francia, y cuyas obras reaccionaban contra los conceptos tradicionales del
teatro occidental. O sea que la denominación surge más de una década después de
que se produjera el apogeo de esta tendencia, lo cual confirma que no son ni
escuela ni movimiento.
Según
Esslin: “El
Teatro del Absurdo consiste en expresar el sentido del sinsentido de la condición
humana, así como lo inútil del pensamiento racional, proponiendo un abandono
absoluto de la razón.”
Y también señala que es “la aplicación
dramática, en términos absurdos, de los principios del existencialismo”.
ABSURDO proviene del latín absurdus (fuera de
tono), es aquello que no tiene sentido o que es contrario y opuesto a la razón.
También refiere a lo extravagante, irracional, arbitrario, disparatado y
contradictorio. El filósofo español Ferrater Mora expresa que absurdo es lo que
se aparta del sentido común.
El hombre en su vida cotidiana se enfrenta
permanentemente a lo absurdo de la existencia, y en el transcurrir de los
siglos, hubo autores que tomaron conciencia de ello y lo manifestaron en sus
obras. Estos cuestionamientos metafísicos hicieron eclosión en el siglo XX,
debido en gran parte a la crisis de la primera parte de ese siglo, donde hubo
guerras apocalípticas con amenazas de extinción humana, experiencias
espaciales, tecnologías que permitieron comunicaciones antes impensadas,
provocando grandes inseguridades e incertidumbres en el ser humano.
De todo esto surge la visión filosófica
existencialista con su concepción de la absurdidad de la vida y del mundo. Al
considerar que la existencia precede a la esencia, es decir, que no hay un
sentido previo a la existencia, puesto que la figura de Dios desaparece, y el
ser humano es un continuo hacerse a sí mismo, lo que hay es un sinsentido de la
existencia, el sinsentido de haber sido arrojado al mundo en un acto gratuito,
sin objeto, y por tanto, irracional y absurdo. El ser humano sólo existe en
ejercicio de su libertad, aunque le duela, y debe continuar eligiendo,
haciéndose a sí mismo en medio de la angustia de la soledad y el desamparo, y
de la conciencia de ser-para-la-muerte. Dijo Sartre: “Es absurdo que hayamos nacido, y es absurdo que muramos”. Y Camus: “Si
el universo no puede ser completamente explicado en términos racionales,
entonces hemos de resignarnos y admitir honestamente que el universo es
absurdo.”
Esta visión surge del mismo contexto histórico que el Teatro del Absurdo, e influye sobre los dramaturgos que fueron comprendidos dentro de esta tendencia, tales como ADAMOV, BECKETT y GENET, además de IONESCO.
¿Por qué estos escritores, sin conocerse
entre sí, sin reunirse ni acordar reglas ni objetivos, coinciden de tal manera
en su escritura, al punto de ser etiquetados por Esslin bajo una misma
tendencia? Se explica por su contexto cultural. Estas obras surgen luego de la
experiencia traumática de la Segunda Guerra Mundial y la ocupación nazi de
Francia, y proceden de individuos que fueron considerados marginales por
diversos motivos: Genet por situaciones biográficas como la orfandad, la
homosexualidad, el haber sido condenado a la cárcel varias veces; Adamov
(armenio-ruso), Beckett (irlandés) y Ionesco (rumano) fueron extranjeros en
Francia, y escribieron su obra en una lengua que no era la materna.
Esslin señala que cada uno de los autores de
esta tendencia “tiene sus propias raíces, fuentes y trasfondo. Si además se
aprecia con claridad lo que tienen en común, es porque su trabajo refleja sensiblemente las
preocupaciones y ansiedades, las emociones y el pensamiento de muchos de sus
contemporáneos del mundo occidental.” En definitiva, sugiere que existía en ese
tiempo, fruto del contexto, una sensación en la gente -sobre todo europea-, de
descontento por absurdidad del mundo que los rodeaba. Y esa sensación quizás no
era consciente racionalmente, pero sí emocionalmente, y fue lo que alimentó
esta tendencia dramática, y de lo que formaron parte estos dramaturgos como
personas, como ciudadanos europeos, sólo que ellos sí lo racionalizaron y lo
expusieron mediante su obra dramática.
Heredero de las Vanguardias y del
Existencialismo, el Teatro del Absurdo refleja la crisis social, cultural y
artística de su tiempo. Su base teórica podemos encontrarla en Antonin Artaud y
su teatro de la crueldad, y en Bertolt Brecht con su noción de efecto
alienante. Su base cómica procede del cine: Chaplin, Stan y Laurel, los
Hermanos Marx, Buster Keaton.
Esta tendencia, sin ser escuela ni
movimiento, también se manifestó en otros puntos del planeta, como por ejemplo
en España, con dramaturgos tan importantes como Fernando Arrabal y Miguel
Mihura. En América también halló adeptos. En nuestro país podemos mencionar a
Leo Maslíah, con obras como Democracia en el Bar o El zapato indómito.
Características; el Antiteatro-.
Si bien el término “Antiteatro” suele aplicarse en general a las obras dramáticas
vanguardistas del siglo XX, que comparten una actitud crítica e irónica frente
a la tradición aristotélica, de manera más estricta se aplica a la obra de Ionesco, quien en 1950 coloca la denominación
“anti-obra” (anti-pièce) al frente de su primer pieza, La cantante calva. De hecho, la actitud contestataria
es esencial en cualquier obra de Teatro del Absurdo, pues cada una de sus
características es una transgresión de las reglas.
Algunas de estas características son:
*Procesos de
despersonalización y extrañeza para desmontar estructuras del lenguaje, la
lógica y la conciencia convencionales.
*Colocan al espectador
en situaciones límite, sorprendentes e irracionales.
*Dan trascendencia a lo
intrascendente, y viceversa.
*Cuestionan códigos
establecidos, como el lenguaje, el tiempo, los códigos teatrales, los valores
sociales, etc.
*El lenguaje: palabras
y acciones son contradictorias (el mundo no tiene sentido); diálogos
repetitivos o discontinuados; diálogos que en realidad son monólogos; repetición
de palabras; juegos de palabras; contradicciones; uso de onomatopeyas; uso de
lenguas extranjeras.
*Cuestionan presupuestos
del código teatral, en los personajes (cambio de sexo y personalidad, pérdida
de identidad, conductas incongruentes, ilógicas, visión antipsicologista del
dramaturgo), la acción (negación de la acción, trama circular, incoherencia
entre acciones y parlamentos) y elementos escenográficos (exceso de objetos o
reducción al mínimo, animación de objetos, diálogos entre bastidores), así como
el nivel discursivo, ya visto en el ítem del lenguaje.
*El tiempo: supresión
de la cronología, discronía, circularidad, efecto espejo.
*Lo onírico, a veces
cómico, otras pesadillesco.
*Lo tragicómico.
*Lo grotesco.
*Espíritu lúdico.
Principales temas-.
Básicamente son los temas que importan al
Existencialismo. Las obras de Teatro del Absurdo se centran en aspectos
conflictivos y críticos de la existencia y de la sociedad, como la soledad, el
sinsentido de todo, la incomunicación, la vida como burla trágica o grotesca
(el hombre perdido en un mundo absurdo, su angustia ante la nada), la
incoherencia entre acciones y discursos, el fracaso y la absurda esperanza, la
libertad o la ausencia de la misma, el cuestionamiento en general de códigos
sociales arbitrarios y opresivos, etc.
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