ANÁLISIS DEL CUENTO LOS ASESINOS (PARTE 1)
INTRODUCCIÓN-.
“Los
asesinos” es uno de los cuentos más famosos y logrados de Ernest Hemingway (USA 1899 -1961),
narrador que perteneció a la llamada Generación
Perdida. Sus técnicas narrativas fueron muy innovadoras.
Fue publicado por primera vez en la afamada
revista Scribner’s, en 1926, y un año después (1927), el autor lo incluyó en su
libro de cuentos “Hombres sin mujeres”.
Fue la primera obra que publicó en un medio de importancia. Cuando lo escribió
se encontraba en Madrid, y el primer título que se le ocurrió fue “Los matadores”,
que de algún modo se vincula con su obsesión con el mundo de la tauromaquia,
pero finalmente se decidió por “Los asesinos”. Hemingway se inspiró en un hecho
real que leyó en periódicos y le había impactado: la ejecución de un boxeador a
manos de la Mafia. En tiempos de la Ley Seca en USA, que comenzó entre 1919 -1920,
y finalizó en 1933, la prohibición de importar, producir y vender bebidas
alcohólicas, derivó en el surgimiento de esta asociación ilícita, constituida
por grupos delictivos violentos y de gran poder económico, que se enriquecieron
a costa de la comercialización prohibida de alcohol, a lo cual sumaron el
manejo del negocio del juego, y la
prostitución a gran escala. Dentro de ese mundo de mercado negro y actividades
ilegales, surgieron los sobornos para perder y las apuestas clandestinas en el
boxeo. En esos casos, no perder adrede
si la Mafia lo exigía, implicaba una condena de muerte para el rebelde. Esto
fue lo que le ocurrió, al parecer, al boxeador de peso pesado Andre Anderson,
asesinado en 1926 por mafiosos de la ciudad de Chicago, y es en este hecho real
en que Hemingway se inspiró para crear su historia y al personaje Ole Andreson.
TÍTULO,
TEMA Y ARGUMENTO-.
Como ya se había explicado en la
Introducción, el título original que había pensado Hemingway no era Los
asesinos, sino Los matadores. Pero terminó eligiendo un título que centraba más
la situación en el contexto socio histórico que dio lugar al relato. Si bien el
cuento no ubica temporalmente los hechos, podemos deducir por algunos datos que
se desarrolla en la época de la Ley Seca en EEUU. Por las mismas razones
podemos suponer que cuando titula “Los asesinos” se refiere a dos personajes
que aparecen al principio del cuento, y que por la descripción, son mafiosos.
De esta manera podríamos concluir que el título es epónimo, ya que menciona a
personajes del relato, y tal vez emblemático en tanto anticipa uno de los
temas. Sin embargo, lo paradójico del título es que a pesar de lo que sugiere, dentro
del texto no se produce ninguna muerte.
Respecto a los temas tratados por el
cuento, es importante considerar la temática general de la obra del autor, en
la cual debemos encuadrar este relato. A Hemingway le apasionaba en su vida
todo lo referido a la acción, las aventuras, el movimiento y el riesgo, y esto
se refleja en su creación literaria. De hecho, el principal tema de sus relatos
es la lucha contra la muerte. En el cuento “Los asesinos” ese tema está, pero
también su opuesto: la resignación, el rendirse frente a acontecimientos que se
sienten como superiores a uno, por eso varios críticos literarios hablan del
“boxeador que no pelea”, y Nick Adams, al final del cuento, decide irse del
pueblo. Otros temas también aparecen como binomios que señalan tanto aspectos
de la sociedad norteamericana de ese tiempo, como tópicos universales :
valentía/cobardía; honor/infamia; justicia/impunidad; heroicidad/anti heroicidad;
solidaridad/individualismo. Por debajo de todo, fluye una visión corrosiva
acerca de la acción violenta e impune de la Mafia y el silencio cómplice o
atemorizado de la comunidad. Otro aspecto importante para encuadrar los temas
de Hemingway es su pertenencia a la Generación Perdida, ya que esos jóvenes
escritores se rebelan contra la realidad social de EEUU, y critican sus
costumbres, su apego al dinero, el extremismo conflictivo entre puritanismo y Mafia,
y expresan su desencanto, pesimismo e incertidumbre.
La trama: El cuento inicia con la
llegada de dos hombres desconocidos al restaurante Henry’s, donde George,
acompañado por Nick Adams, los atiende. Los hombres que se presentan como
clientes (Al y Max), desde el principio tienen una actitud irónica y burlona, y
terminan ejerciendo violencia e intimidación verbal sobre el encargado y Nick,
que no sabemos si es un parroquiano o forma parte del personal del restaurante,
y luego también sobre el cocinero, Sam. Los datos aportados sobre la vestimenta
de los desconocidos, permitían al lector de ese momento reconocerla como típica
de los mafiosos. Mediante los diálogos también se informa que el pueblo se
llama Summit. En determinado momento, los desconocidos ordenan a Nick y a Sam
que entren a la cocina, y a George que se quede tras el mostrador. Uno de los
matones maniata y amordaza a los que quedan en la cocina, abre la puertita del
pasaplatos y espera vigilante, arma en mano. El otro queda con George, y allí se
informa que van a matar a Ole Andreson, un ex boxeador apodado el Sueco. Pero
la hora en que Ole va siempre allí a cenar pasa, y éste no aparece. Luego de
una deliberación respecto a qué hacer con los rehenes, se van sin hacerles daño
físico. En medio del impacto emocional de la situación violenta vivida, George
sugiere a Nick que vaya a avisarle a Ole Andreson, y luego de pensarlo un
momento, el joven acepta con entusiasmo, sintiéndose héroe. El narrador sigue
sus pasos saliendo a la noche y llegando a la pensión Hirsch, donde habla con
el boxeador, que estaba tendido en la cama con actitud derrotista. Nick relata
la situación vivida y le advierte a Ole que su vida corre peligro; sin embargo
éste no reacciona: se mantiene impasible y abatido, y aunque admite conocer la
situación, también anuncia que no hará nada, y cuando el protagonista le enumera posibilidades para ayudarlo y que
se salve, él le da a entender que no vale la pena. Igualmente le agradece que
haya ido hasta allí, y éste se retira y regresa al restaurante, decepcionado.
En el final, George y Nick se centran en la actitud de Ole, y la desilusión e
impotencia que siente Nick son tales, que anuncia que se irá de ese pueblo,
señalando que no puede soportar la idea de verlo esperar la ejecución sin hacer
nada. George cierra el relato diciendo que mejor no pensar en eso.
Para definir el conflicto desarrollado
en la trama, debemos atender al hilo narrativo, y ver quién es el protagonista.
¿Quién lleva adelante la acción principal? Si bien es un cuento atípico
respecto a la presentación del protagonista (Nick Adams), ya que al principio
aparece como en segundo plano, confundido con el personal del restaurante, va
ganando relevancia a medida que transcurren los hechos, sobre todo cuando toma
las riendas del asunto al decidir arriesgar su vida para advertirle Ole
Andreson de la amenaza letal de los mafiosos. Otro elemento que nos permite
concluir que Nick es el protagonista, es que el ojo del narrador lo sigue
cuando se dirige a la pensión y cuando entra en ella, y asimismo cuando regresa
al restaurante. Mientras está en viaje a la pensión o en la pensión misma, nada
sabemos de lo que ocurre en el restaurante, o sea que el hilo narrativo depende
de él, que es quien lo une todo. Y él es quien padece y tiene que resolver el
conflicto, que primero se materializa entre el instinto de supervivencia y el temor
por un lado (Sam, el cocinero, lo exhorta a quedarse quieto ahí para no
arriesgar su vida), y el gesto heroico de poner en segundo plano su propia vida
para avisar a una persona que corre peligro, por otro (es George quien le
sugiere que vaya, pero él mismo no va; Nick en cambio, sí realiza la acción).
Finalmente, sintiendo que su acción heroica fracasa, se frustra y anuncia su
partida de ese pueblo. El conflicto
tiene que ver entonces con el someterse resignado a los hechos, o convertirse
en héroe. Nick toma dos decisiones vinculadas con el conflicto principal: la
primera es arriesgarse a avisarle a Ole de la presencia de los matones y del
peligro que entrañaban para su vida; la segunda es consecuencia de la primera,
aunque sólo se anuncia en el texto, el narrador no nos relata si la hace
efectiva o no, por tanto queda en suspenso. Con su primera decisión el
protagonista pudo ser un héroe, pero al fracasar en su intento, la segunda
decisión, si es que la concreta, lo convertiría en anti héroe, ya que elige
huir del problema en vez de continuar luchando. (Estos aspectos se analizarán
más en el ítem de PERSONAJES).
Otro aspecto que está asociado a la trama y
al conflicto es la tensión que subyace a lo largo de todo el relato. Se
inicia con la presencia ominosa de los dos mafiosos, que se dirigen a los
empleados y parroquianos del restaurante de manera agresiva. Si bien no ocurre
ningún incidente físico demasiado violento, más que el maniatar y amordazar, es
evidente que esos individuos son peligrosos y están armados, y se le trasmite
al lector esa tensión al mostrarse en riesgo a los empleados del restaurante, y
luego durante la espera de la llegada del boxeador. En todo momento cabe la
posibilidad de que haya un tiroteo y alguna muerte. Luego, cuando se van, la
tensión no se disipa del todo, algo evidente en el debate previo a la toma de
decisión de Nick de ir a avisarle a la víctima. El riesgo era que los mafiosos
aún estuvieran en la zona, vieran a Nick y lo siguieran. También cabía la
posibilidad de que volvieran al restaurante. En definitiva, hasta el final y
más allá de él, se sostiene el suspenso, ya que los sucesos no desenlazan, y se
apela al lector activo para que suponga hacia dónde derivarán los hechos.
Los espacios tienen importancia,
debido a que la historia se basa en hechos reales, ubicables en tiempo y
espacio, y mejor interpretados a partir de esa contextualización histórica.
Ubicando desde lo macro a lo micro, comenzamos reconociendo que los hechos transcurren
en EEUU de Norteamérica, en un pequeño pueblo denominado Summit. Lo interesante
de este dato, es que pueblos o pequeñas ciudades con ese nombre aparecen en
diversos estados (hay un Summit en Nueva York, otro en Nueva Jersey, Illinois,
Missouri, etc), ¿a cuál alude Hemingway en su relato? No queda claro, lo que sí
sabemos es que debe tener relativa proximidad con la ciudad de Chicago, muy asociada
a la Mafia en esos años y mencionada en el cuento por George (“-Debe haberse metido en algún lío en Chicago”),
y que la elección de ese espacio insignificante tiene un sentido dentro del
desarrollo del conflicto, pues la idea es que Ole Andreson estaba huyendo y
procurando esconderse, y por esa razón seguramente intentó “desaparecer” en un
pueblo ignoto como Summit, tranquilo y de pocos habitantes, lo opuesto de las
ciudades populosas y movidas dominadas
por la Mafia con sus negocios clandestinos (alcohol, juego, prostitución).
En la trama se da una alternancia entre los
lugares cerrados y abiertos. Los lugares cerrados (el restaurante Henry’s, la
pensión Hirsch) son sitios donde la acción avanza, se desarrolla; los lugares
abiertos (las calles, el trayecto entre el restaurante y la pensión, y a la
inversa) son momentos de transición entre una acción y la otra, en que no hay
diálogos sino relato y descripción a cargo de la voz narrativa. En orden, la
sucesión es la siguiente: restaurante Henry’s, el trayecto por la calle hacia
la pensión, la pensión Hirsch, el trayecto por la calle hacia el restaurante, y
finaliza donde se comenzó, en el restaurante Henry’s. Por eso se habla de
estructura circular (VER ÍTEM DE ESTRUCTURA). Si reflexionamos acerca de que la
acción avanza en los espacios cerrados y no en los abiertos, donde se da el
mayor movimiento físico, concluimos que la acción principal del cuento tiene
que ver con el interior de los personajes. Notemos también la inmovilidad
física que corresponde a esos momentos de acción interior: en el restaurante, Nick
y Sam son maniatados, y George se ve forzado a quedarse allí y seguir órdenes;
en la pensión, el boxeador está tirado en la cama durante toda su intervención,
mirando hacia la pared.
En cuanto al tiempo, podemos
estudiarlo desde dos ángulos: por un lado viendo la época en que deducimos se
desarrollan los acontecimientos, ya que el narrador no lo menciona. Por la vestimenta de los matones (“Vestía un sombrero hongo y un sobretodo
negro abrochado”, “Llevaba una bufanda de seda y guantes”) y las alusiones
a la Mafia y la ley seca (-¿Hay algo para tomar? -preguntó Al.
-Gaseosa de jengibre,
cerveza sin alcohol y otras bebidas gaseosas -enumeró George.
-Dije si tienes algo
para tomar.”, y “Antes de
ser un restaurante, el lugar había sido una taberna.”),
podemos ubicar los hechos en la segunda década del siglo XX. Y basándonos en
datos extra textuales, sabemos que el relato se basa en un hecho que ocurrió en
1926, cuando el boxeador de peso pesado André Anderson fue asesinado por
mafiosos en Chicago, pero lo cierto es que el texto en sí no lo indica.
Por otro lado, tenemos el desenvolvimiento
cronológico en el relato: los matones llegan a eso de las cinco de la tarde al
restaurante, y esperan unas dos horas. Entre la ida y venida de Nick del
restaurante a la pensión, y de la pensión al restaurante, no pudo pasar más de
media hora, por los datos que se aportan acerca de la caminata y la
conversación. Así que los hechos se desarrollan en unas dos horas y media,
comienzan cuando empieza a oscurecer, y ya es de noche cuando los matones salen
del restaurante y Nick se dirige a la pensión. Ese oscurecimiento (el
anochecer) puede ser simbólico, pues luego del estupor y miedo inicial que
padece el protagonista, su esperanza de ayudar a un semejante y realizar una acción
heroica es apagada por la actitud derrotista del boxeador, sumiéndolo en la
oscuridad, al punto que dice estar decidido a irse de ese pueblo. El
crepúsculo, por otra parte, suele ser símbolo de decadencia o pérdida, y
Hemingway, como integrante de La Generación Perdida, tiene una visión crítica
de la situación social y moral de su país en ese tiempo. Por tanto, el momento
del día, más allá de la funcionalidad en el relato, aporta una significación
simbólica notoria.
VOZ NARRATIVA-.
Uno de los aspectos más peculiares de este
cuento es la voz narrativa. Si bien el narrador se presenta bajo una modalidad
tradicional (aparece en tercera persona y es externo), tiene rasgos que lo
diferencian del estilo anterior al siglo XX. Debemos recordar que en el XX aparecen
innovaciones que modifican profundamente el formato de los relatos, y que la
mayoría de esos cambios radicales tienen como objetivo fomentar un lector
activo. En este objetivo, la voz narrativa cumple un papel crucial, porque es
quien construye el relato, y condiciona la mirada del lector. Hemingway crea un
narrador que apenas si aparece en el cuento, dejando mucho más espacio al
diálogo entre los personajes que al estilo indirecto, poniendo en tela de
juicio los datos aportados, pues al no haber casi intervención de la voz
narrativa, no existe una “verdad oficial” ni definitiva. En otras palabras, como
la versión de los personajes siempre es subjetiva y por tanto relativa, deja a
criterio del lector la interpretación de sus parlamentos. Tampoco nos muestra
los pensamientos de los personajes, de ninguno de ellos, ni siquiera del
protagonista. Se limita a narrar lo visible, y presentar sus discursos o
parlamentos. Todo esto, sumado a que muchos datos no aparecen, provoca que haya muchas incertidumbres en el lector,
y que éste deba salir al encuentro de esos vacíos narrativos con su
imaginación, ejerciendo como coautor o cómplice (por eso se lo conoce como
lector activo).
ESTRUCTURA-.
La estructura puede
estudiarse desde diversos ángulos. Uno de ellos tiene que ver con los espacios.
Como habíamos aclarado en el ítem de la trama, aparecen dos espacios cerrados
en el relato, donde los hechos se desarrollan. Y estructuralmente podemos dividir
el cuento en tres momentos, a partir de la presencia del protagonista en esos
espacios: primero los sucesos en el restaurante Henry’s, una transición, el segundo momento en la
pensión de Hirsch, una segunda transición, y por último de nuevo el restaurante
Henry’s, donde se desenvuelve el tercer momento. En el primer momento los
hechos se centran en la llegada de los dos matones al restaurante y su acción
sobre quienes allí se encuentran. En el segundo, aparece la víctima y su
actitud reticente y resignada frente al intento infructuoso de Nick de ayudarlo.
Por último, de regreso al restaurante, las reacciones de George y Sam ponen
marco al impacto emocional de Nick, y vemos así las consecuencias de lo
ocurrido en los dos momentos anteriores.
En base a este movimiento del
protagonista, que se puede resumir así:
Restaurante Henry’s –Pensión Hirsch –Restaurante Henry’s, podemos calificar a
esta estructura como circular, pues aunque la irrupción de los matones supone
una modificación interior en el personaje principal, todo lo demás continúa y
finaliza tal como empezó, debido a la inacción de los personajes: la ejecución
queda en suspenso (no se concreta en el cuento), el boxeador no lucha, George y
Sam no hacen nada, y en definitiva en el sistema nada cambia, y la acción
termina donde comenzó.
También
podemos observar que este cuento tiene uno
de los rasgos estructurales más típicos de la narrativa del siglo XX, el
fragmentarismo, ya que no presenta planteo ni tampoco desenlace, y además omite
datos en el desarrollo.
El comienzo es abrupto, ya que no introduce
ni ubica:
“La puerta del restaurante Henry se abrió y
entraron dos hombres que se sentaron al mostrador.
-¿Qué van a pedir?-les
preguntó George.
-No sé –dijo uno de ellos-
¿Tú qué tienes ganas de comer, Al?
-Qué sé yo –respondió Al-,
no sé.
Afuera estaba oscureciendo. Las luces de la
calle entraban por la ventana. Los dos hombres leían el menú. Desde el otro
extremo del mostrador, Nick Adams, quien había estado conversando con George
cuando ellos entraron, los observaba.”
¿Qué implica no realizar el
planteo? Que no aparecen datos introductorios, no hay presentación de los
personajes, ni de la situación, nos instala en un acontecimiento ya en
desarrollo sin explicar cómo se llegó a
esa circunstancia. En este caso apenas si menciona el nombre del restaurante,
de algunos de los personajes, y nos ubica en el momento del día; son datos muy
fragmentarios, por eso podemos afirmar que el comienzo es abrupto.
Del mismo modo, el final del cuento no
presenta un desenlace, dejando la situación abierta a la imaginación del
lector. El desenlace es la solución al conflicto, y aquí todo queda en
suspenso. Por un lado, no sabemos qué ocurrirá con Ole, ya que si bien está
condenado a muerte y él mismo asume que está resignado y no luchará para
evitarlo, dentro del cuento no muere. Y lo principal es que no sabemos qué
ocurrirá con el protagonista, ya que debido a su decepción afirma que se irá
del pueblo (“-Me voy a ir de este pueblo
–dijo Nick.”), pero desconocemos si en definitiva lo hará o no, ya que el
cuento termina sin que eso ocurra. A este tipo de final sin desenlace se le
conoce como final trunco, y en el caso de que admita más de una posibilidad, se
denomina final abierto, pues dependerá del punto de vista del lector, de cómo
se imagine que desenlaza la situación.
El fragmentarismo no se percibe sólo por la
ausencia de planteo y desenlace, sino en toda la construcción del relato. Uno
de los rasgos innovadores de la narrativa del siglo XX es el empleo de un
recurso que el teórico literario Gérard Genette denomina elipsis, y el escritor
Vargas Llosa designa como dato escondido. Este recurso consiste en omitir datos
más o menos relevantes dentro del desarrollo de la historia, generando blancos
o vacíos narrativos, silencios significativos que azuzan la imaginación del
lector. Por ejemplo, no tenemos idea de la edad de los personajes, de sus vidas
pasadas, de cómo el boxeador llega a la situación que narra el cuento, ni qué
ocurre en definitiva con él ni con el protagonista, ni siquiera sabemos qué
piensan los personajes. En el cuento sólo asoma un mínimo de todo lo que fluye
por debajo y no se dice. A este recurso Hemingway lo denominó “principio del
iceberg” (VER ÍTEM DE ESTILO DEL AUTOR).
Por último, otro aspecto de la estructura
narrativa es que “Los asesinos” está constituido mayoritariamente por diálogos.
Esto no es lo habitual en un relato, en que suele predominar el estilo
indirecto, donde un narrador relata los hechos, y los diálogos ocupan un lugar
secundario. En este caso eso se invierte, y lo indirecto aparece en menor
proporción, y el diálogo es la base del cuento, otorgándole más dinamismo y
frescura, aportando más misterio que revelaciones.
PERSONAJES-.
Queda claro que el protagonista es Nick Adams. Si hiciéramos una
analogía con el cine (arte que fascinaba a Hemingway), diríamos que el ojo de
la cámara está sobre él, pues lo sigue adonde vaya. Si bien no parece ser el
centro en la primera parte del cuento (durante la situación violenta en el
restaurante), podemos ver que en esas acciones está el germen del protagonismo
de Nick, ya que a raíz de estos hechos, e incitado por George, decide realizar
una acción heroica: ayudar a alguien señalado para morir por la Mafia,
arriesgando así su vida. Impelido por este empuje, sale a la calle y llega a la
pensión Hirsch, lugar donde se hospeda Ole Andreson (en esta secuencia, el
narrador está sobre él, y deja de lado a los personajes que quedan en el
restaurante). Su gesto heroico se volatiliza cuando se encuentra con que la
víctima no luchará por salvarse, o sea que su acción resulta inútil, y termina
regresando al restaurante (el narrador continúa siguiéndolo en su trayecto)
para tomar otra determinación, que según cómo se interprete, puede considerarse
una derrota y signo de ser más anti héroe que héroe, o por el contrario, el
inicio de algo nuevo, la liberación de la mediocridad de ese lugar.
¿Qué sabemos respecto al protagonista? Muy
poco. En la anécdota nos enteramos de algunas de sus acciones, y no mucho más.
Desconocemos su edad y apariencia física, qué está haciendo allí en el
restaurante (si es empleado, cliente, o
está acompañando a George y Sam por amistad), dónde vive, si tiene familia, en
fin, al carecer el cuento de planteo, la presentación del protagonista no
aparece. Como el narrador no se mete en la cabeza de los personajes, tampoco sabemos
lo que piensa, y debemos deducirlo de sus acciones y parlamentos, y suponer que
es sincero. Por la actitud de George y Sam concluimos que es un joven soltero.
Hemingway estuvo años poniendo en juego a
Nick Adams como protagonista de diversos relatos cortos, que estaban vinculados
entre sí precisamente por esta razón. Los críticos señalan que este personaje
sería el alter ego del autor (o sea, una proyección suya en la ficción),
presentado como un joven desencantado y que anda rodando por distintos lugares.
De hecho, tiene 24 relatos acerca de Nick, que fueron publicados en un libro
póstumo en el año 1972.
¿Es Nick Adams héroe o anti héroe? Si bien
al principio del relato aparece confundido con los demás (sólo interviene en
dos breves momentos, primero cuando le preguntan el nombre y él da su apellido,
y luego por su cuenta, cuando los matones le piden que pase para la cocina, y
él inquiere “¿Por?”), frente a la
disyuntiva de qué hacer, si arriesgarse a avisarle al objetivo de los mafiosos
o no, elige el camino heroico y va. Tuvo que hacer una elección donde incluso
había dos posturas representadas por las dos personas que lo acompañan en el
restaurante, ya que George en primera instancia le dice que tendría que ir a
ver a Ole Andreson, pero el cocinero, Sam, le dice que no le conviene meterse
en eso, ante lo cual George retrocede: “-Si
no quieres no vayas.”, y Sam insiste: “Mantente
al margen”. Sin embargo Nick responde: “-Voy
a ir a verlo”. Esa determinación caracteriza a los héroes, y así es que el
protagonista llega a la pensión, con la ilusión de estar haciendo un bien por
su prójimo. Sin embargo ese empuje, producto de su juventud y su carácter,
pronto se disipa cuando se encuentra con el boxeador, que está totalmente
vencido y así habla y actúa. Si bien Nick trata de buscar soluciones en el
diálogo que sostiene con Ole, éste se niega a todo (“No hay nada que hacer.”). Al volver al restaurante, intenta hablar
al respecto, sin encontrar eco en su entorno (Sam está ofendido y además no
quiere involucrarse porque siente temor, George le sigue la conversación pero
en un tono apagado y sin energía, y cuando Nick quiere hablar de sus
sentimientos, lo corta diciéndole “Mejor deja
de pensar en eso”). Es el típico caso del individuo que es aplastado por el
medio. La respuesta de la víctima lo desmotiva, y Sam y George a su manera
también lo hacen, Sam porque elige la supervivencia al heroísmo, y cree que
Nick debería optar por lo mismo, y George porque si bien le sugiere ir, él no
hace lo mismo, no va, y luego, cuando Nick afirma que se irá del pueblo, no lo
incita a luchar, sino que le responde: “Es
lo mejor que puedes hacer”. Del mismo modo, cuando el protagonista quiere
comunicar sus sentimientos, lo corta tratando de no profundizar ni reflexionar.
En conclusión, y volviendo al cuestionamiento inicial: ¿héroe o anti héroe? La respuesta más precisa sería que intentando ser héroe, termina vencido por la mediocridad y la falta de espíritu del medio, pues si bien su deseo final de irse del pueblo podría interpretarse como la búsqueda de una salida, de otros horizontes, de su libertad, también se entiende como una derrota y huída: no puedo resolver el problema, así que me alejo, me voy. No parece una manera heroica de enfrentar la vida y sus desafíos. Los héroes realizan hazañas, Nick tuvo la intención, pero no realizó ninguna, y frente al primer obstáculo, se da por vencido.
El personaje típico de la narrativa del siglo XX es el anti héroe. Son personajes que no encuentran sentido a su vida, que se sienten fracasados, derrotados, que cuando luchan no piensan tanto en el bien común como en su propio bienestar, y ni siquiera así son exitosos ni felices. Cualquiera de los personajes del restaurante encuadra dentro de esa caracterización. Aunque sabemos muy poco sobre ellos, sus acciones y parlamentos nos permiten conocer algo sobre sus personalidades para llegar a esta conclusión.
Sam aparece en el cuento como el cocinero
negro del restaurante, un personaje secundario. Es importante el dato de su
color de piel, debido al racismo tan común en esa época en EEUU. Como el cuento
tiene una base realista, nos muestra algunos prototipos de personas de ese
tiempo. Sam no es el dueño ni el encargado del restaurante, cumple una función
importante porque es esencial (el que cocina en el restaurante), y sin embargo es
un subordinado. En ese tiempo, los negros eran considerados personal de
servidumbre, y mucha gente consideraba correcto y natural destratarlos y
minimizarlos. Por eso cuando le preguntan a George quién está en la cocina, él
responde: “El negro”. No brinda un
nombre, una identidaed, sino una característica que además de aportar un dato sobre
su color de piel, implica una condición. Es importante considerar en qué
contexto se desarrolla esta situación con Sam: la segregación racial en EEUU
era tan grave, que hasta mediados de la década de los 60 siguieron
vigentes leyes segregacionistas (leyes
Jim Crow) que quitaban derechos a los afroamericanos y les prohibía compartir
espacios públicos con los blancos, de modo que los obligaba a ceder el asiento
a blancos en un ómnibus y a viajar sólo en la parte trasera del vehículo, y
habilitaba a comercios y otros sitios (cines, bares, escuelas, etc) a negarles
la entrada. Este marco legal, sumado a las actitudes cotidianas
discriminatorias, hizo muy difícil la vida para los afroamericanos en EEUU en
esos tiempos.
Así como George le llama “el negro”, los matones también son
despectivos, además de irónicos (“¿Qué le
haríamos a un negro?”, “Muy bien, negro –dijo Al- Quédate ahí”). Hasta la
voz narrativa al inicio lo llama “el negro”, hasta llegar gradualmente a su
nombre, como mimetizándose con el medio ambiente: “El negro abrió la puerta de la cocina y salió”, “El negro Sam, con el
delantal puesto”…, “El hombrecito entró a la cocina con Nick y Sam, el
cocinero”. Lo extraño es que luego de la manera en que George se refiere a
Sam frente a estos individuos, al irse éstos, no parece haber una mala relación
entre George y Sam, lo cual permite suponer una naturalización de ese tipo de
trato. Nick no lo destrata, pero tampoco lo escucha cuando Sam sugiere que no
se involucre en la situación entre los mafiosos y el boxeador.
La manera de reaccionar de Sam se encuadra
también en las situaciones de época, puesto que se muestra sumiso, y no protesta ni parece molesto con el trato
que le dan, actuando como si fuera lo natural que los blancos manden y él obedezca.
Los desconocidos no son una autoridad para él, puesto que son clientes, no
jefes ni dueños del local donde trabaja, aun así se muestra sumiso, obediente: “-Sí, señor”. Ese lugar de subordinación
humillante en que la sociedad lo encasilla debe influir en su postura frente a
una situación de riesgo: elige la supervivencia antes que el heroísmo, por eso
le aconseja a Nick que se quede y no busque problemas. Lo hace pensando en sí
mismo, y también en la seguridad de Nick. Pero cuando el joven no lo escucha se
ofende, y es la única ocasión en que lo vemos rebelarse (“Los jóvenes siempre saben qué es lo que quieren hacer”),
protestando frente al conflicto generacional, aunque no por causa del racismo.
Cuando Nick regresa y cuenta sobre lo ocurrido en la pensión, Sam elige no
saber (“No pienso escuchar nada”),
tal vez porque quedó molesto debido a que no escuchó su consejo, o quizás
porque elige desentenderse del asunto debido a que tiene miedo. No saber es
como si no existiera el asunto, olvidarlo, sacarlo de su cabeza.
No se nos aportan datos personales de Sam
aparte de su color, profesión y actitud, nada sabemos acerca de su vida, ni
siquiera tenemos una descripción concreta de su apariencia. Podemos deducir que
es un individuo adulto que ya no es joven, y no mucho más. Tampoco se menciona
que tenga familia. Debemos recordar que el título del libro apunta a que
ninguno de los hombres que aparecen en el cuento está en una relación de pareja
(“Hombres sin mujeres”), y esto puede
señalar la soledad de cada uno de ellos.
Sam es también un anti héroe: no realiza
ninguna hazaña, no se arriesga por el bien común, no hace nada que lo distinga
del resto, se deja vencer por el miedo y las costumbres de la sociedad de su
tiempo; no sabemos si es feliz o no, pero suponemos que al vivir en un medio
tan injusto y discriminante, no puede serlo, no al menos de manera plena.
En cuanto a George, al principio pudo parecer el protagonista, porque es el
único del restaurante que participa todo el tiempo del diálogo con los mafiosos,
pero luego se revela que es un personaje secundario. Como ocurre con Sam, no
tenemos datos acerca de su vida personal, su pasado ni su apariencia física.
Suponemos que es un hombre adulto, mayor que Nick. Ni siquiera sabemos si es el
dueño o el encargado del restaurante, aunque partiendo de la base del nombre
del restaurante, (Henry´s) deberíamos concluir que es el encargado. George es otro antihéroe en cuanto no
destaca, no presenta rasgos heroicos, no realiza ninguna hazaña. Tiene una vida
mediocre como encargado de un restaurante pequeño en un pueblo ignoto donde no
hay grandes atracciones ni suele pasar nada interesante, sobre lo cual se
encargan los mafiosos de ironizar. Si bien muestra cierto aplomo al dialogar con
los matones, no demuestra coraje. Cuando nota que algo va mal, hace preguntas (“¿Qué se proponen?”, “¿Dónde se creen que están?”), sin
embargo ante la inminencia de una confrontación, no desborda e incluso
retrocede (“Nada”, “Está bien”, “Sam, ven un minuto”). Si bien los mafiosos no lo maniatan porque
en sus planes, él debe quedar en el mostrador atendiendo para disimular, es a
quien más maltratan verbalmente. A la hora de arriesgarse y realizar un acto de
solidaridad con alguien más, demuestra saber cuál sería la acción correcta, pero
le sugiere a otro su realización (le dice a Nick que vaya a avisarle a Ole,
pero él no piensa en ir, y no lo hace). En el momento final del cuento, se nota
su resignación y superficialidad emocional cuando le aconseja a Nick que deje
de pensar en algo que lo conmovió, como si al dejar de pensar en algo, eso
dejara de existir; no enfrenta el problema, entonces, ni trata de resolverlo,
sino que lo rehúye, tal vez porque cree que no podrá con él, o tal vez porque
no es algo que le importe tanto como para arriesgar su rutinaria existencia. Es
un personaje que está adaptado a la circunstancia vital que le ha tocado vivir,
y no se muestra ni reflexivo ni crítico, tampoco parece feliz ni entusiasmado. Es
el ejemplo del típico personaje que no realiza el mal, pero tampoco lo combate.
Tanto George como Sam representan a un
sinnúmero de personas que viven y se comportan bajo parámetros similares, y son por lo tanto
personajes arquetípicos. El autor evita brindar demasiados detalles acerca de
éstos, y en cambio muestra conductas estereotipadas, fácilmente reconocibles y
comprensibles para cualquier lector. Forman parte de la masa y no destacan por nada
en particular. Ninguno hará historia.
Los dos mafiosos (Al y Max) son presentados como un dúo. Ellos son los que irrumpen
en el ambiente pueblerino, en el restaurante, y desestabilizan el orden establecido,
cumpliendo el rol de antagonistas. Se visten y actúan de manera similar, y en
general, sería difícil reconocer cuál es uno y cuál el otro, aunque no se
parecen de rostro, según informa el narrador, y uno (Max) es más locuaz que el
otro. Este parecido no sólo responde a una visión literaria del autor, sino que
también pretende reflejar algo realista, ya que la mejor manera de pasar
desapercibidos es que no se los pueda identificar por algo que llame la atención,
por eso se uniformizan con la ropa y gestualidad corporal. El autor no hace
tanto hincapié en los rasgos que los distingan entre sí, sino que más bien nos
muestra su acción conjunta. De cualquier manera, Hemingway aprovecha que sean
dos y no uno para exhibir algún pequeño debate acerca de qué hacer cuando pasa
el tiempo y la víctima señalada no llega al restaurante (esperar más tiempo o
ya no esperar; matar a los rehenes o no hacerlo), para darle algo de suspenso
al relato. Algunos críticos sostienen que Hemingway, amante del cine y de los
espectáculos teatrales, los presenta como si formaran parte de un vodevil (era
un tipo de comedia de equívocos, frívola y picante, y que a veces incluía algún
número musical, muy popular en ese tiempo), porque a pesar de ser matones a
sueldo, tienen apariencia graciosa (los sobretodos les quedan pequeños, se
visten igual, hasta en el sombrero) y sus parlamentos y diálogos son irónicos y
humorísticos. Lo chocante es que a pesar de esa impronta vodevilesca, son
asesinos, y mientras ironizan a costa de los pueblerinos o hablan de cine,
están apostados en el restaurante, amedrentando a tres personas, esperando para matar a alguien. Al final,
cuando vieron que Ole no llegaría, al contrario de lo que pudimos sospechar, se
van, dejando vivos a los integrantes del restaurante, constituyendo la paradoja
de ser asesinos que no asesinan a nadie en el cuento.
Son también antihéroes, aunque no por el
lado del fracaso y la frustración, sino por ser los típicos villanos,
individuos que están contra la ley y cuya acción ataca la moral de la época.
Representan además un problema muy grave de la sociedad norteamericana de los
tiempos de Hemingway.
El personaje Ole Andreson, basado como ya se explicó en el boxeador real llamado
Andre Anderson, asesinado por la Mafia, es la supuesta víctima, a pesar de que
no muere en el cuento. En la primera parte del cuento se lo menciona y se
realiza una presentación indirecta (“Vamos
a matar a un sueco. ¿Conoces a un sueco grandote que se llama Ole Andreson?
-Sí.
-Viene a comer todas las
noches, ¿no?
-A veces.
-A las seis en punto, ¿no?”).
En la segunda parte, en la pensión Hirsch, también se habla acerca de él (es
tan grande que no cabe en la cama, mira constantemente hacia la pared y su
actitud general es de desánimo; en tanto la encargada dice que es muy bueno y
que sólo se nota que es boxeador por su rostro, no por los modales).
Si hay un antihéroe en este cuento, él es la
representación suprema de ese concepto. Está tan deprimido y resignado, que no
es capaz de reaccionar siquiera cuando Nick aparece frente a él con la
intención de ayudarlo. Entre líneas podemos leer que está agotado de huir, que
siente que ya nada tiene sentido, y que nada se puede hacer para evitar su
ejecución en manos de la Mafia. Sus palabras también señalan la situación de
esa época, porque cuando Nick le sugiere llamar a la policía, Ole declina
hacerlo acotando que no sería buena idea, sugiriendo la corrupción imperante.
Nos encontramos con la paradoja del boxeador que no pelea, bajó los brazos porque
se siente impotente en esta lucha desigual. Los mafiosos emplean medios
ilegales y violentos, compran gente, se enquistan con su corrupción hasta en la
institución que debiera combatirlos, y los ciudadanos están indefensos frente a
su avance. Todo eso es lo que nos muestra la situación y actitud de Ole
Andreson. Ole es la representación de todas las víctimas de la Mafia
norteamericana de principios del siglo XX. Sin embargo debemos considerar
también que él pudo ser un ex integrante de ese mundo. Sus palabras
reconociendo un error (“Me equivoqué”)
son enigmáticas, porque no sabemos si se arrepiente de haber participado de
alguna manera de ese mundo, o si se arrepiente de no haber respetado sus
códigos. Debido a esta revelación, aun siendo la víctima, se le dificulta al
lector el tener empatía con él, ya que podría formar parte de toda esa
corrupción.
Los demás personajes son circunstanciales o
terciarios, destacándose la señora Bell en la pensión, con la cual se da
el equívoco de Nick, que pensaba que era la señora Hirsch (la dueña). La señora
Bell nos brinda otro semblante de esa sociedad, tal vez ingenua o indiferente,
que no consigue captar lo que ocurre ni aunque lo tenga enfrente, mientras la
corrupción subyace y lo ensucia todo.
¿Cómo pueden agruparse los personajes? Por
un lado, podemos clasificarlos a partir de su rol. Así, tenemos al protagonista
(Nick Adams), los antagonistas (Al y Max), los personajes secundarios (George y
Sam), la víctima (Ole Andreson), y personajes terciarios (como la señora Bell).
En este caso, los matones son los antagonistas no porque hagan algo concreto
contra Nick, sino porque representan valores y una manera de actuar con la que
el protagonista no concuerda y rechaza, y porque lo enfrentan a un dilema
personal: dejarse guiar por el miedo, o arriesgarse para intentar ayudar a otra
persona. Esa fuerza que empuja al personaje principal hacia lo antiheroico en
realidad está compuesta también por personas que integran su contexto (Sam,
George, Ole).
Los personajes también pueden dividirse
desde el punto de vista del lugar donde habitan. Tenemos por un lado a los
pueblerinos, representados por Nick, Sam, George y la señora Bell, y por otro a
los citadinos que en este caso son mafiosos (Al y Max) y que se burlan del
ambiente pequeño y quieto del pueblo. Los pueblerinos parecen ser de bajo
perfil, en tanto los matones están en el otro extremo, violentando las leyes y
a las personas. Ole Andreson se ubica entre medio de ambos grupos, porque si
bien no era originario de Summit, y sólo se encuentra allí porque estaba
huyendo, en ese momento es habitante del pueblo.
Respecto al tipo de antihéroe, tenemos
varias posibilidades en este cuento: el antihéroe porque es lo opuesto a quien
realiza hazañas en bien de la comunidad, o sea, los villanos, asociados al mal
(los mafiosos Al y Max); el antihéroe porque es de perfil bajo y no destaca por
ninguna cosa, es mediocre y sólo actúa en base a su supervivencia (George o
Sam); el antihéroe porque fracasa y no tiene el espíritu del héroe para
levantarse y seguir luchando (Ole Andreson, que empuja también a Nick a ocupar esa posición).
ESTILO-.
Algunos rasgos de estilo que aparecen en
este relato son típicos del autor a lo largo de toda su obra, otros se
manifiestan en especial en este cuento.
EXPRESIÓN
SOBRIA Y CONCISA. Algunos críticos comentan que este estilo despojado de
adornos, con escasos adjetivos y adverbios y el no empleo de oraciones
subordinadas, prefiriendo usar el polisíndeton (repetición de conjunciones como
“y”) antes que la coma, de descripciones acotadas y breves parlamentos,
Hemingway lo aprendió en su temprana incursión en el periodismo, aunque él lo
negó. Lo cierto es que esa concisión y brevedad tiene consecuencias también en
el número de datos e información aportados en sus relatos, y esto conduce al
concepto de lector activo, ya que es más lo que no se dice que lo que se dice,
provocando que el lector deba completar lo faltante. Por ejemplo, el narrador
no menciona nunca lo que piensan los personajes, ni emite juicio de valor sobre
las acciones y palabras de cada uno, no hace aclaraciones ni rodeos, no
presenta retrato físico de los personajes que están en el restaurante, a no
ser de los matones, y aun así es muy
breve y fragmentario. Las oraciones son en general breves, los parlamentos de
los personajes también son lacónicos e incluso cortantes. Este rasgo de estilo característico de
Hemingway, quien expresó que “la prosa es
arquitectura y no decoración”, causó mucha impresión en sus contemporáneos
y en escritores posteriores.
LA
ELIPSIS O PRINCIPIO DEL ICEBERG. En concordancia con su expresión concisa,
Hemingway emplea una técnica que caracterizó a la narrativa del siglo XX y que
se vincula con el concepto de lector activo. La elipsis consiste en no aportar
ciertos datos importantes para la comprensión del relato, o escamotear algún
acontecimiento relevante. Vargas Llosa lo denomina dato escondido, y Hemingway
habla del principio del iceberg. La elipsis provoca el efecto de azuzar la
curiosidad e imaginación del lector, quien en su rol de coautor tiende a
completar esos silencios significativos con sus propias hipótesis y conjeturas.
Aludiendo a este recurso, Hemingway explicó:
“Siempre trato de escribir teniendo en
cuenta el principio del iceberg. Los 7/8 de su superficie están debajo del agua”.
Este principio rige el cuento “Los asesinos”,
al punto que podríamos decir que es más importante lo que no sucede, o no se
dice que sucede, que lo que en definitiva ocurre o se relata. Hay datos y
acontecimientos fundamentales que jamás se explican en el cuento. Por ejemplo,
el punto de partida del conflicto: ¿por qué esos mafiosos buscan a Ole Andreson
para matarlo? No debemos confundir las noticias sobre la circunstancia real, o
sea, la historia del boxeador Andre Anderson y la Mafia, con la ficción. El relato
se basa en la realidad, sin embargo no es un documental, es ficción, y por
tanto, lo ocurrido en esa realidad no explica los sucesos del cuento. En el
relato nunca se nos informa los motivos de la sentencia contra Ole, ni por qué éste
se ha resignado a lo peor, sin querer siquiera acudir a la policía. Ese dato
escondido condiciona todo, porque si bien damos por sentado que los matones son
malvados, se hace difícil evaluar a este personaje moralmente, más allá de que
aquí aparezca como la víctima y la señora Bell afirme que le parezca un hombre
muy bueno (es de resaltar que la señora Bell, que es presentada como una
persona que no entiende el trasfondo de los hechos, sea quien emite un juicio
de valor acerca de la moral del boxeador): ¿qué hechos de su pasado lo
condujeron a este presente?, ¿cuál será el desenlace de esa situación? Del
mismo modo, no se nos aclara nada respecto a los personajes que son locatarios
del restaurante, tanto los empleados como Nick, de quien ni siquiera sabemos si
es parroquiano o empleado. Sobre Sam y George, conocer más datos tal vez no
cambie demasiado nuestra comprensión de la situación, pero con Nick es
diferente, pues es el protagonista. ¿Qué lo mueve a arriesgar su vida por
ayudar a alguien a quien conoce superficialmente, y luego por qué parece
desistir enseguida de ayudar y ser héroe? ¿Se irá del pueblo, al final? Nada de
esto se expresa en el relato, y el lector debe sacar sus propias conclusiones.
En esas reflexiones se incluye el definir si Nick nos parece un héroe o un
antihéroe. El cuento termina con un protagonista que parece vencido por las
circunstancias, doblegado por el medio, pero convengamos en que el desenlace no
aparece en el texto, y por tanto da lugar a dudas, ya que lo que queda en
suspenso es saber si seguirá peleándola en ese pueblo o evadirá el problema, y
aún si decide irse, tampoco sabemos si sería para huir y olvidar el malestar de
la impotencia, o para intentar cambiar las cosas en otra parte. Otro misterio
es que los matones en realidad amedrentan a quienes están en el bar apenas con
unas palabras, no los empujan ni golpean, no sacan un arma, nada, y nos
preguntamos cómo eso puede ser suficiente para dominar a tres hombres adultos. Con estos ejemplos es notoria la importancia
de los datos que Hemingway no aporta al texto, y que por tanto nos abre la opción
de ser lectores activos y construir nuestro propio cuento dentro del cuento.
Su teoría del iceberg destaca cuánto subyace
por debajo de lo poco que expresa de manera explícita, cuánto queda sumergido y
que como lectores debemos intuir: nada menos que lo sustancial del relato.
EL
REALISMO. Hemingway no es un autor que incursione ni en el fantástico ni en
la ciencia ficción, subgéneros que tuvieron tanta relevancia en su época. Lo de
Hemingway es la transformación del realismo pintoresco que predominó en el
siglo XIX en un realismo que refleja la dura cotidianeidad. No sólo se basa en
la mayoría de su obra en acontecimientos reales, sino que también refleja a
través de los textos y en particular de su alter ego Nick Adams, aspectos de su
biografía y de sus sentimientos. Sumado a esto, podemos notar en su descripción
de ambientes y personajes, y hasta en el lenguaje empleado en sus parlamentos,
un apego al realismo muy importante. Sin embargo, a no ser en textos
periodísticos donde el centro del asunto es documentar acontecimientos en
general bélicos, debemos recordar siempre que por más que haya una base
realista, el texto literario siempre es ficción, y por tanto, el autor lo crea
a su voluntad.
Hemingway tenía la visión de que la
literatura es vida, y que sin una vida plena no se podía escribir nada valioso
ni auténtico, y en esto se posiciona contra otra tendencia literaria que busca
su fuente de inspiración en otras obras literarias o el arte.
En el cuento “Los asesinos” lo notamos en
todo, en la manera en que presenta a los matones, su lenguaje y actitudes, la
vestimenta, la misma situación del ajuste de cuentas, como también en otros
aspectos vinculados con el ambiente pueblerino y los personajes que allí
vivían. Introduce aspectos conflictivos de la realidad de su tiempo como la
segregación racial, el temor de la gente común de actuar frente a la amenaza de
la Mafia, la corrupción en los círculos de poder y por tanto la impunidad con
que actúa el crimen organizado, las diversas reacciones humanas frente a un
peligro, etc.
LAS
PARADOJAS Y OPOSICIONES. Dentro del estilo de este relato en particular,
aparecen mucho las oposiciones y paradojas, constituyéndose por su uso
reiterado, en un rasgo de estilo del texto, vinculándose además con uno de los
temas que trabaja el autor en “Los asesinos”, que es cómo a veces las cosas no
son como aparentan. Ejemplos: un restaurante/bar que no vende bebidas alcohólicas y donde el
menú no sirve para ordenar una cena, dos mafiosos que parecen cómicos de vodevil,
al estilo Laurel y Hardy de esos tiempos; dos asesinos que no asesinan; el
reloj que no da la hora correcta
(adelanta veinte minutos) en una situación donde el tiempo exacto es
crucial; los individuos inocentes y en parte ingenuos son denominados irónicamente
“chicos vivos” o “listos”; una mujer que parece la dueña pero es sólo una
empleada (la señora Bell); un boxeador que no pelea; un joven común y corriente
que aspira a lo heroico pero termina cayendo en lo antiheroico; una acción sin
grandes acciones; un final sin final, etc. Estas paradojas no sólo resaltan que
nada es lo que aparenta, sino también la dificultad para entender un mundo
engañoso, donde parece que siempre debe esperarse que en la manzana reluciente
aparezca algún gusano.
Desde otro punto de vista, el texto maneja
juegos de oposiciones y contrastes que definen el conflicto. Es claro el
contraste, por ejemplo, entre los mafiosos venidos de la ciudad, y el ambiente
pueblerino. Sus códigos, conductas y modales, y hasta sus vestimentas, se
diferencian del ambiente que predomina en Summit, con su bajo perfil y escaso
movimiento, un pueblo donde parece que no pasa nada. Uniendo con el otro tema,
el de apariencia y esencia, no podemos desconocer el dato de que Ole Andreson
no acude a la policía del lugar, y eso sugeriría que la corrupción y el alcance
del crimen organizado no está sólo en las grandes ciudades, sino que también
extiende sus tentáculos a un pequeño pueblo como el que se presenta en el
relato, además del hecho central que consiste en que los mafiosos llegan a ese
lugar buscándolo e irrumpen en esa aparente tranquilidad con su presencia
violenta y amenazante. La dicotomía entre el bien (representado por los
ciudadanos inocentes que no delinquen) y el mal (representado por los mafiosos)
es el trasfondo del conflicto, pero el autor se cuida mucho de emitir juicios
morales o de valor, y por tanto es el lector quien debería sacar esas
conclusiones. Otras oposiciones que aparecen son: el arrojo de Nick, más allá
de que no sirva para su propósito, y la prudente pasividad (casi cobardía) de
George y Sam; la juventud de Nick (quizás esto explique su conducta más
impetuosa), y la adultez de George y Sam; apariencia versus esencia; los logros
que espera la sociedad de cada individuo, y la vida mediocre de los personajes
del cuento; la rebeldía y empuje de Nick versus la resignación de Ole, y luego
del mismo Nick, etc.
PREDOMINIO
DEL DIÁLOGO. Este rasgo de estilo del cuento “Los asesinos” es una
peculiaridad de este texto que lo hace también bastante original, ya que lo
habitual en cualquier narración es que predomine el estilo indirecto, o sea, el
discurso del narrador. Hemingway con este recurso alimenta la intriga y
curiosidad del lector, ya fogoneadas por el estilo conciso y el principio del
iceberg, generando un espacio ambiguo donde el concepto de verdad oficial se
escamotea, y todo son versiones y puntos de vista subjetivos, ya que casi todo
lo que conocemos acerca de los sucesos proviene de lo que dice algún personaje,
y no del narrador. Estos personajes, presentados como seres humanos falibles,
saben sólo una parte del asunto, y también pueden ignorar, mentir, interpretar
mal, confundirse, etc. Este recurso descansa en un concepto que aparece en la
primera mitad del siglo XX en los círculos intelectuales, y se convierte en
idea dominante en la segunda mitad del siglo,
(lo que se conoce como Postmodernidad), que es la idea de que la verdad
no es absoluta, sino relativa, y cada quién tiene su propia verdad personal y
subjetiva, que todo depende del punto de vista, y nadie es dueño de la verdad
suprema. Y en este texto, nunca se sostiene una verdad absoluta y oficial, una
versión definitiva que explique los acontecimientos y nos sugiera
interpretarlos de una forma determinada. El narrador nunca aclara “así son las
cosas”, cada personaje habla y actúa a su criterio, y cada lector interpretará
a su aire.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario