FEDERICO GARCÍA LORCA Y LA GENERACIÓN DEL 27
LA BIOGRAFÍA-.
FEDERICO
GARCÍA LORCA fue el escritor más brillante y célebre de su generación, y el
más estudiado de todos los autores españoles, luego de Cervantes con su
Quijote. Fue poeta, dramaturgo, director teatral y conferencista, además de
mostrar talento como dibujante y pianista. En suma, fue un artista completo y
genial, quien además, según testimonios de quienes lo conocieron personalmente,
gozaba de un inmenso carisma.
Nacido el 5 de junio de 1898 en Andalucía,
España, en el pueblo granadino de Fuente Vaqueros, creció en una familia de
buen pasar económico, siendo el mayor de cuatro hermanos. Su padre, Federico
García Rodríguez, era un hacendado, y su madre, Vicenta Lorca, era maestra de
escuela. Esto le permitió tener la disponibilidad económica suficiente para
viajar y dedicarse de lleno a sus estudios y actividades artísticas sin tener
que angustiarse en su época de preparación por su sustento; y por otro lado,
gracias a su madre disfrutó de un contexto culto en su hogar que despertó su
interés por el arte y la literatura desde que era un niño.
En principio, y hasta su adolescencia, se
interesó tanto por la música que pensó que se dedicaría a ello; sin embargo, esto
no era bien visto por su familia, que deseaba que tuviera algún título de
profesión liberal. De este modo fue que estudió en la Universidad de Granada
Filosofía y Letras, y también Derecho –en este caso para contentar a los
padres-, recibiéndose a los 23 años. Este giro en sus estudios despertó su
vocación literaria. Fue durante su etapa universitaria que comenzó a frecuentar
el café Alameda, donde participó del centro de tertulias El rinconcillo. Allí
se reunían intelectuales de varios ámbitos (algunos de renombre internacional,
como el compositor Manuel de Falla, o el académico, escritor y periodista
Melchor Fernández, o el catedrático y político Fernando de los Ríos) con la
idea de desarrollar un cambio en el ambiente cultural de la ciudad de Granada.
Al mismo tiempo, gracias a su profesor de facultad Martín Domínguez Berrueta,
realizó viajes de estudios por distintos puntos de España, que lo inspiraron
para escribir su primer libro en prosa, titulado Impresiones y Paisajes (1918).
Pero lo más crucial para su desarrollo como
escritor fue su estadía como huésped en la Residencia de Estudiantes de Madrid,
donde convivió con figuras que serían tan relevantes como el cineasta Luis
Buñuel y el pintor surrealista Salvador Dalí, además de interactuar con
intelectuales ya reconocidos, como fue el caso de Albert Einstein, Marie Curie,
Juan Ramón Jiménez, Paul Eluard, Louis Aragon, etc. En este lugar conoció a
varios representantes de la Generación del 27, como Rafael Alberti, Pedro Salinas,
Manuel Altolaguirre o Emilio Prados. Su
amistad con Dalí fue tan estrecha, que en 1925 primero, y luego en 1927, el
pintor invitó a Federico a pasar la Semana Santa en su casa en Cadaqués, un
pueblo costero cuya belleza impactaría profundamente en el escritor.
Todas estas influencias generan que a partir
de 1920, Federico comience a publicar tanto obras dramáticas como líricas. En
1920, por ejemplo, estrena su primer obra teatral, El maleficio de la mariposa, obra en la que colabora con su arte el
pintor uruguayo Rafael Pérez Barradas. En esta misma época está creando su Poema del cante jondo, que con el afán
de perfeccionismo de Lorca, publica recién diez años después. Este
perfeccionismo se suma a la idea que tiene el escritor de que la poesía muere
cuando se la imprime, por tanto muchos de sus poemas eran ya conocidos
popularmente antes de que se decidiera a publicarlos (lo mismo ocurre con su Romancero Gitano, que publica recién en
1928, pero en cuyos textos trabajó al menos durante cuatro años).
En este período, además de gozar de gran
fecundidad productiva, comienza a ser más conocido por su carisma y calidad.
Así, produce una seguidilla de obras que se difunden y tienen excelente
recepción popular. En género dramático, tenemos Mariana Pineda (1927), La
zapatera prodigiosa (1930), la tragedia Bodas
de sangre (1933), Yerma (1934), y
Doña Rosita la soltera (1935). La casa de Bernarda Alba fue su última
obra, pero no llegó a ver su estreno, ya que fue póstumo (o sea, se estrenó
después de la muerte del autor). Por otra parte, y consolidando su importante
aporte al teatro español, en 1933 funda
su proyecto de teatro universitario La Barraca, con el cual viajó por distintos
pueblos de España llevando a los sitios más recónditos y humildes la
representación de obras nacionales de diversos autores, con el objetivo de
instruir y entretener a quienes de otra manera no tenían acceso a la cultura.
Además de esta importante labor dentro de
España, Federico realiza dos viajes que marcarían una inflexión en su carrera
literaria. El primero, el que realizó en 1929 a la ciudad de Nueva York, donde
se sorprendió ante la imagen urbana y mecanizada, el maltrato a los negros, las
multitudes, los trenes cargados de animales muertos. Esa angustia vital la
vuelca en un libro de poesías, Poeta en
Nueva York, que da a conocer en 1930. Veamos como ejemplo el poema LA
AURORA, de ese libro:
“La
aurora de Nueva York tiene
cuatro
columnas de cieno
y
un huracán de negras palomas
que
chapotean las aguas podridas.
La
aurora de Nueva York gime
por
las inmensas escaleras
buscando
entre las aristas
nardos
de angustia dibujada.
La
aurora llega y nadie la recibe en su boca
porque
allí no hay mañana ni esperanza posible.
A
veces las monedas en enjambres furiosos
taladran
y devoran abandonados niños.
Los
primeros que salen comprenden con sus huesos
que
no habrá paraíso ni amores deshojados;
saben
que van al cieno de números y leyes,
a
los juegos sin arte, a sudores sin fruto.
La
luz es sepultada por cadenas y ruidos
en
impúdico reto de ciencia sin raíces.
Por
los barrios hay gentes que vacilan insomnes
como
recién salidas de un naufragio de sangre.”
El
otro viaje que fue importante para su carrera, es el que realizó en 1934 a
Sudamérica, donde permaneció durante varios meses en el Río de la Plata,
primero en Buenos Aires, y luego casi un mes en Montevideo. Allí realizó una
intensa labor cultural con referentes de la cultura de los países de la región.
Estos viajes no solamente le brindaron inspiración y ampliaron su visión del
mundo, sino que también consolidaron su prestigio internacional.
En cuanto a su creación lírica, sus dos
libros más difundidos son Romancero
Gitano (1928) y Poeta en Nueva York
(1930). Se publicaron póstumamente dos colecciones de poemas: Diván del Tamarit, y Sonetos del amor oscuro.
SU MUERTE: Si bien Federico no fue un
hombre de barricada ni ejerció tarea política, y se vinculaba con personas de
distintas ideas políticas, tuvo ideas republicanas y de contenido más
progresista que conservador. Esto se nota no solamente en los mensajes que deja
en sus obras y otros escritos, donde confiesa su empatía por los más
vulnerables y discriminados y su dolor ante la injusticia, sino también en su
modo de vida, mediante los cuales expresa un profundo amor por la libertad.
Esto lo puso en la mira de los falangistas, y cuando estalló la Guerra Civil
española, en julio de 1936, formó parte de los intelectuales considerados
enemigos del franquismo, a pesar de que Lorca nunca adhirió a ningún partido
político ni tomó jamás un arma.
Varios amigos le sugirieron que se exiliara
porque su vida podía correr peligro. Él desestimó este consejo, porque no se
consideraba un blanco político, y se vinculaba tanto con republicanos como
falangistas, y quería permanecer en su tierra natal. Sin embargo, en julio de
1936, estando en la casa familiar de Granada, la situación se volvió
insostenible. Los falangistas arrestaron a su cuñado, alcalde de la ciudad,
Manuel Fernández Montesinos, y un mes después lo fusilaron, y no contentos con
esto fueron más de una vez a su casa y maltrataron tanto a Federico como a su
padre anciano. Finalmente, decidió refugiarse en casa de una familia falangista
amiga, la de Luis Rosales, poeta y crítico literario. A partir de aquí
comienzan las versiones, pero existen pocas certezas. Una de las versiones
indica que existía una pugna en la ultra derecha española entre el falangismo y
un grupo denominado CEDA, y que fueron integrantes de CEDA los que hicieron la
denuncia, decidieron el fusilamiento del poeta, y fueron a buscarlo a casa de
los Rosales, y no directamente los falangistas, por ejemplo. Otras
incertidumbres tienen que ver con quién delató el lugar donde se escondía el
poeta: una versión indica que cuando un grupo armado fue a su casa a buscarlo,
ante el apremio físico y las amenazas a su padre, una de sus hermanas confesó a
los agresores dónde se encontraba Federico; otra versión señala que uno de los
hermanos Rosales, en desacuerdo con el resto de su familia, denunció la
presencia del poeta en su casa a las autoridades.
Lo cierto es que prendieron a Federico el 16
de agosto de 1936 en casa de los Rosales, y le hicieron pasar la noche en un
calabozo improvisado en el pueblo de Víznar. Y a pesar de múltiples notas y
reclamos oficiales de personalidades intelectuales y políticas del mundo (como
por ejemplo, los embajadores de Argentina, Colombia y México) exigiendo su
liberación con vida, fue fusilado la madrugada del 18 de agosto, según se cree,
en un camino apartado de Víznar, bajo unos olivos, junto a otros republicanos.
Se lo acusaba de ser “rojo”, espía de los rusos, amigo del socialista Fernando
de los Ríos, y también se lo condenaba por su homosexualidad. Nunca se ha
podido hallar sus restos. Por distintos motivos, sus asesinos ocultaron el lugar
preciso donde fue sepultado, y aún ahora el mundo desconoce dónde reposa el
cuerpo del poeta más importante de toda la historia de España.
Hay quienes dicen que el poeta tuvo una
premonición de su propia muerte cuando escribió su Prendimiento y Muerte de Antoñito el Camborio. En el Prendimiento
expresa: “Y a la mitad del camino,/ bajo las ramas de un olmo,/ guardia civil
caminera/ lo llevó codo con codo. […]Antonio Torres Heredia,/ hijo y nieto de
Camborios,/ viene sin vara de mimbre/ entre los cinco tricornios.[…] A las
nueve de la noche/ lo llevan al calabozo,/ mientras los guardias civiles/ beben
limonada todos./ Y a las nueve de la noche/ le cierran el calabozo,/ mientras
el cielo reluce/ como la grupa de un potro.” Y en la Muerte: ¡Ay Antoñito el
Camborio/ digno de una Emperatriz!/ Acuérdate de la Virgen/ porque te vas a
morir. […]Tres golpes de sangre tuvo/ y se murió de perfil./ Viva moneda que
nunca/ se volverá a repetir.”
Muchos poetas amigos y admiradores
escribieron homenajes a Federico, lamentándose por su muerte. Entre ellos Luis
Cernuda, integrante de la Generación del 27, y Antonio Machado, el poeta más
importante de la Generación del 98, una generación anterior a la de Federico.
Así lo despidió Antonio Machado:
“EL CRIMEN
Se le vio, caminando
entre fusiles
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de
la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle a la
cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te
salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y
plomo en las entrañas—.
… Que fue en Granada
el crimen
sabed —¡pobre
Granada!—, ¡en su Granada!…”
LA GENERACIÓN DEL 27-.
Se
le denomina así a un grupo de escritores, artistas e intelectuales que el 16 y
17 de diciembre de 1927 se reunieron en unas jornadas organizadas por el Ateneo
de Sevilla para homenajear al poeta español barroco Luis de Góngora, por el
tricentenario de su muerte, y constituyeron, por su calidad e importancia, la
llamada Edad de Plata de las letras españolas.
Acerca del nombre de este grupo y sus
integrantes existen múltiples debates. Lo primero que se discute es si
constituyen una generación o no, ya que este grupo no cumple con todos los
criterios del crítico alemán Petersen para hacerlo. Por ejemplo, no tienen un
guía o jefe, no todos tienen una formación similar ni todos nacieron en años
próximos entre sí, y en realidad, no hay un hecho histórico importante que dé
inicio a la aglutinación del movimiento, pues el hecho histórico que afecta a
todos (la Guerra Civil española) comienza recién en 1936. Tampoco tienen estilos
semejantes producto de una voluntad colectiva, no fueron escuela ni escribieron
manifiestos. Pero sí tienen lazos de amistad (uno de los requisitos) o al menos
hubo varios grupos de amigos, y participaron en actos colectivos, además de que
también podemos hallar una tendencia común.
La fecha 1927 se toma como punto de partida
porque en el homenaje a Góngora se conocieron muchos de sus integrantes y luego
continuaron lazos de amistad, pero la producción escrita de sus miembros
comienza años antes, alrededor de 1920. Por esa razón algunos críticos
literarios hablan de Generación del 25 para buscar una fecha intermedia, pero
el nombre más difundido es Generación del 27.
Otro punto de debate gira en torno a la
cuestión de sus integrantes. Existe una especie de nómina “oficial” o canónica
que incluye a los siguientes ocho poetas: Rafael
Alberti, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Gerardo Diego,
Federico García Lorca, Jorge Guillén y Pedro Salinas. En esa lista se dejó
de lado a las mujeres poetas de la época que participaron de las actividades de
esta generación, y que luego fueron reivindicadas por investigaciones
posteriores, como Ernestina de Champourcin, Josefina de la Torre y Concha
Méndez. Algunos críticos literarios mencionan también a otros poetas que no
estuvieron en primera línea, pero participaron del grupo, como Manuel
Altolaguirre y Emilio Prados. También hay quienes al hablar de Generación del
27 no se refieren solamente a un grupo de poetas, sino que incluyen además a
otros artistas e intelectuales, como por ejemplo Salvador Dalí (pintor), Manuel
de Falla (músico) o Luis Buñuel (cineasta).
PRINCIPALES
CARACTERÍSTICAS:
Ø TRADICIÓN
Y VANGUARDISMO: Estos poetas tuvieron la peculiaridad de que aunque fueron
influidos por la Vanguardia en algunos aspectos, no adoptaron una actitud de
rechazo de la tradición literaria. Se mostraban admiradores de Góngora,
respetaban a Juan Ramón Jiménez, o tomaban como inspiración al Romancero. Sin
embargo, aunque no fueron enteramente rupturistas, enriquecieron sus creaciones
con los aportes de la Vanguardia, sobre todo del Surrealismo, explorando su
inconsciente, buscando una belleza que estaba por encima de la realidad,
empleando un lenguaje onírico, o mediante el uso de imágenes, símbolos y metáforas.
Otra Vanguardia que fue influyente sobre
algunos de estos escritores españoles fue el Expresionismo, con su rechazo por
la urbanización y la mecanización, y su distorsión de los aspectos objetivos de
la realidad, alterados por la emocionalidad del creador.
De esta manera, alternaron creaciones
caracterizadas por el verso blanco o libre, acordes al espíritu transgresor
vanguardista, con composiciones que seguían los formatos tradicionales o
clásicos, como el soneto, el romance o la copla.
Ø INTENCIÓN
ESTÉTICA: La poesía de esta Generación se caracteriza por su belleza. Si bien
adoptaron algunos recursos y actitudes del Vanguardismo, estos poetas no
tomaron la estética de lo feo como lenguaje generacional. Aún en el momento de
mayor influencia de los movimientos vanguardistas, el feísmo casi no aparece en
la poesía del 27. Buscaban la belleza por medio de las imágenes, y su principal
recurso fue la metáfora, ya que pretendían representar la realidad sin
describirla.
También se caracterizaron por presentar
poemas cadenciosos, con ritmo y sonoridad significativa para los contenidos,
agradables al oído, ya que deseaban que lo auditivo complementara la belleza
visual de sus creaciones, apuntando a una noción de completud.
Esta intención estética se vincula con su
estilo predominante, que los empujaba a emplear un lenguaje cargado de lirismo.
Ø LOS
TEMAS: Si bien aparecen algunos temas que son tópicos literarios (o sea que
fueron trabajados por otros líricos de manera recurrente a lo largo de
distintos siglos), como ser el amor, la muerte, el destino, el paso del tiempo
o la naturaleza, ellos imprimieron su toque personal y procuraron revitalizar
estos temas alejándose de los encares manidos, buscando la originalidad. De
este modo, encontramos por ejemplo la incursión en temas considerados tabú, y surgen
poemas amatorios de corte homosexual (Aleixandre, Cernuda, García Lorca).
Por otra parte, a medida que avanzaban los
años se iba procesando una evolución temática, ya que en una primera fase los
temas estuvieron más conectados con un espíritu vanguardista más deshumanizado
(la urbe, las máquinas, la actitud lúdica con las palabras), pero luego comienzan
a aparecer temas más vinculados con una visión más comprometida con la realidad
de su tiempo y sus conflictos sociales, partiendo incluso de posturas
políticas, como en el caso de Rafael Alberti, quien adhirió al Partido
Comunista y participó de la Guerra Civil contra el dictador Franco. En esta
etapa el grupo recibe también la influencia de un gran poeta latinoamericano,
como fue Pablo Neruda, quien incursionaba por esta época en una literatura
revolucionaria, de denuncia y de compromiso social.
La Guerra Civil y la mezcla de dolor y amor
por España, se constituyen en temas principales cuando estalla el conflicto. Posteriormente,
tras la derrota de los republicanos, algunos
escritores que debieron huir para no ser apresados o asesinados (García Lorca
fue ejecutado, Miguel Hernández, poeta más joven pero que se vinculó con los de
esta generación, fue apresado y murió en la cárcel por ser republicano) desarrollaron,
cada uno a su manera, la temática del exilio.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario