SALMO 23
El Señor es mi pastor, nada me falta.
En verdes pastos él me hace reposar
y adonde brota agua fresca me conduce.
Fortalece mi alma,
por el camino del bueno me dirige
por amor de su nombre.
Aunque pase por quebradas muy oscuras
no temo ningún mal,
porque tú estás conmigo,
tu bastón y tu vara me protegen.
Me sirves a la mesa
frente a mis adversarios,
con aceites tú perfumas mi cabeza
y rellenas mi copa.
Me acompañan tu bondad y tu favor
mientras dura mi vida,
mi mansión será la casa del Señor
por largo, largo tiempo.
(de Ediciones Paulinas de la Biblia)
1-
Información, ubicación.
El Libro de
los Salmos integra el Antiguo Testamento de la Biblia. Contiene 150 salmos.
Literariamente, podemos definir al salmo como una composición poética breve, de
género lírico, cuyo tema es religioso. Este tipo de composición no es exclusiva
de la literatura hebrea, sino que también aparece en otras culturas antiguas,
como la egipcia y la mesopotámica.
La
denominación “salmo” proviene del griego (psalmos) y significa “oración
cantada, acompañada por instrumentos musicales”. Este instrumento musical era
el salterio, parecido al arpa. Por esta razón al libro de los salmos también se
lo conoce como Salterio. Los salmos, por tanto, fueron creados originalmente
con la intención de ser cantados, o al menos recitados con acompañamiento
musical, lo cual les otorga ciertas cualidades formales vinculadas con la
sonoridad, como el uso de las repeticiones, el ritmo, etc. Por eso se trató
inicialmente de literatura oral, que luego se adaptó a versiones escritas.
El tema de la
autoría es complejo. Hay diferentes versiones respecto a quién creó los salmos;
algunos mencionan a David, otros a Salomón, etc. Existía en la antigüedad la
costumbre de adjudicar a un personaje famoso la autoría de algún libro o texto
muy reconocido. Esto pudo ocurrir en este caso, porque no existen pruebas
respecto a quiénes pueden ser los autores del libro. Lo que sí se sabe es que
no pudo ser un único autor, porque se calcula que existe un lapso de más de 800
años entre la creación de los primeros y de los últimos (aproximadamente 1010
AC los primeros, y 160 AC los últimos). Los manuscritos más antiguos que se
hallaron son del siglo I DC, o sea que existe una considerable distancia entre
la composición de los primeros y su traslación a la escritura.
El libro de
los Salmos fue escrito originalmente en hebreo antiguo. Su título en esta
lengua es Tehilim, que significa Alabanza o Cánticos de Alabanza. Pero los
temas de los salmos son variados, y no sólo existen los de alabanza. Esto
genera que se proponga una clasificación de los salmos por temas. Muchos
investigadores han clasificado los salmos de diversas maneras. La clasificación
más usual los divide en cinco familias, y dentro de éstas, en 14 tipos.
1. LOS HIMNOS. Son de tres tipos:
1.1.Himnos de alabanza: Son veinte [8; 19; 29; 33;
100; 103; 104; (105); 111; 113; 114; 117;135; 136; 145; 146; 147; 148; 149]. Su
característica principal es la alabanza a Dios por su intervención en la
historia, creando, liberando y acompañando al pueblo de Israel.
1.2. Salmos de la realeza del Señor que son seis [47;
93; 96; 97; 98; 99]. Afirman o proclaman insistentemente la expresión «el Señor
es Rey».
1.3. Cánticos de Sión. Son siete [46; 48; 76; 84; 87;
122; (132)]. Tienen como tema central la ciudad de Jerusalén, también llamada
Sión.
2. LOS SALMOS INDIVIDUALES. Son de tres tipos:
2.1. Súplica individual. Son los más numerosos. 39 en
total [5; 6; 7; 10; 13;17; 22; 25; 26; 28; 31; 35; 36; 38; 39; 42; 43; 51; 54;
55; 56; 57; 59; 61; 63; 64; 69; 70; 71; 86; 88; 102; 109; 120; 130; 140; 141;
142; 143]. En ellos alguien clama a Dios a causa de la injusticia.
2.2. Salmos de acción de gracias individual. Son once
[9; 30; 32; 34; 40; 41; 92; 107; 116; 138]. Tras haber expuesto su queja y
haber sido escuchada, el autor da gracias a Dios.
2.3. Salmos
de confianza individual. Son nueve [3; 4; 11; 16; 23; 27; 62; 121; 131]. En ellos, una persona expresa su
absoluta confianza en Dios.
3. LOS SALMOS COLECTIVOS. Parecidos a los anteriores, son de tres tipos:
3.1. Súplica colectiva. Son dieciocho [12; 44; 58; 60;
74; 77; 79; 80; 82; 83; 85; 90; 94; (106); 108; 123; 126; 137]. Se trata del
clamor de un grupo ante las injusticias.
3.2. Acción de gracias colectiva. Son seis. [65; 66;
67; 68; 118; 124]. Un grupo da gracias a Dios por la superación de un conflicto
o por un don recibido.
3.3. Salmos de Confianza colectiva. Son tres [115;
125; 129]. En ellos, un grupo de personas confiesa su total confianza en Dios.
4. LOS SALMOS REALES. Su personaje central es la persona del rey en acción. Tratan de mostrar la monarquía como institución divina. Más aún, el rey es presentado como hijo de Dios (2, 7). En total, los salmos reales son once [2; 18; 20; 21.45; 72; 89; 101; 110; 132; 144].
5. LOS SALMOS DIDÁCTICOS. Pretenden educar la fe. Son de cuatro tipos:
5.1. Litúrgicos: fragmentos de antiguas liturgias [15;
24; 134].
1.1. Denuncias proféticas [14; 50; 52; 53; 75; 81;
95]. Son salmos con un lenguaje duro, cuya preocupación principal era denunciar
las injusticias.
1.1. Históricos [78; 105; 106]. Se llaman así porque
cuentan la historia del pueblo de Dios.
1.1. Sapienciales [1; 37; 49; 73; 91; 112; 119; 127; 128;
133; 139]. Se ocupan de las cuestiones existenciales: el sentido de la vida, la
felicidad, la vanidad de las riquezas, la vida que pasa, el más allá.
2- Análisis del
salmo 23
El salmo 23
es uno de los más leídos y recitados por quienes profesan la religión
cristiana. Su origen, como ya se aclaró, es hebreo, y por tanto procede de la
religión judía. Algunos cristianos asocian la figura del pastor con Jesús, pero
desde el punto de vista estrictamente de la investigación literaria, esta
asociación resulta anacrónica, puesto que el texto fue escrito antes del
nacimiento de Jesús, y es producto de la antigua civilización hebrea, cuya
religión no considera a Jesús como Mesías, por tanto, no alude a Jesús, sino a
Dios (Yaveh para los antiguos hebreos).
Está
compuesto por 6 versículos. Un versículo es un verso largo, sin métrica ni
rima, que se apoya más en su significado que en su forma fónica, por esta razón
puede equivaler a más de un verso de los que se suelen emplear en textos
líricos que no pertenecen a la Biblia. No debemos olvidar tampoco que los
salmos nacen como literatura oral, y que sólo mucho tiempo después se fijaron
por escrito, lo cual provocó variaciones en su composición.
En cuanto a
su estructura interna, podemos definir al salmo 23 como paralelismo sintético.
El paralelismo, al ser un recurso por repetición, se emplea mucho en la
literatura bíblica, ya que tiene relación con la necesidad de fijación conceptual
(intención didáctica, de dejar un mensaje, en este caso religioso). Pero
además, al ser un texto de origen oral, se emplean recursos que facilitan la
memorización, y al ser musicalizado, las repeticiones favorecen la sonoridad y
musicalización. Predominan tres tipos de paralelismo en la literatura bíblica:
el paralelismo sinonímico, el paralelismo antitético o por oposición, y el
paralelismo sintético. Éste último se define como un paralelismo donde en
principio se plantea una idea, y luego, en el resto del texto, se desarrolla.
En este caso el primer versículo plantea la idea principal del salmo (“El Señor
es mi pastor, nada me falta”), y todo el resto desarrolla la idea, brindando
ejemplos y explicaciones.
Otro aspecto
de la estructura interna es que el salmo se constituye mediante dos alegorías:
la del pastor (versículos 1 a 4), y la del anfitrión (versículos 5 y 6), siendo
la del pastor la más extensa. Una alegoría es un encadenamiento de símbolos en
torno a una imagen central. La alegoría del pastor (imagen central) está
rodeada por otros símbolos (verdes pastos, agua fresca, el camino del bueno,
quebradas muy oscuras, tu bastón y tu vara, que son explícitos, en tanto la
oveja, el rebaño, son implícitos), y todos los significados están entrelazados.
La alegoría del anfitrión (imagen central, donde se alude a Dios, y no se lo
llama anfitrión aunque está implícito), abarca también otros símbolos (la mesa
que se sirve frente a los adversarios, el aceite que perfuma la cabeza, la copa
que se llena, la mansión, como explícitos, y el huésped como implícito). El
empleo de un lenguaje simbólico es típico de toda literatura religiosa.
Versículo 1:
“El Señor es mi pastor, nada me falta”. La imagen del pastor aparece en muchos
textos del antiguo Oriente, simbolizando a la divinidad, o a algún dirigente
político o religioso (rey, sacerdote). En el contexto de los antiguos hebreos,
y contrariamente a la significación posterior que le da Occidente a la figura
del pastor, vinculándola con lo simple y tosco, es un referente importante en
una cultura que era nómade y pastoril. El pastor era fundamental para una
economía basada en el trabajo efectivo para conducir los rebaños, en éstos
radicaba la prosperidad y la alimentación del pueblo. Su labor podía constituir
la diferencia entre la supervivencia o no de los hebreos, que históricamente
fueron hostigados por los pueblos vecinos. Explicado el contexto cultural, se
puede entender mejor el sentido del símbolo del pastor: representa a un líder,
alguien que guía y protege, un conductor. Visto así, el símbolo que no se
menciona pero está implícito (el rebaño, la oveja) es el creyente que espera y
confía en Dios, quien está representado por el pastor, según señala el
versículo 1. A lo largo de toda la Biblia, tanto Antiguo como Nuevo Testamento,
aparecen alusiones metafóricas donde el pastor representa a Dios.
El versículo
1, por otra parte, nos ubica en una religión monoteísta y patriarcal, donde la
figura divina es única, y ese referente principal (dios) es masculino. También
nos recuerda que es una religión que cree en una alianza entre Dios (Yaveh, el
pastor) y el pueblo hebreo, ya que en esa antigua alianza se suponía que Dios
se comprometía a proteger, guiar, dar prosperidad y abundante descendencia al
pueblo hebreo, en tanto éste sólo adorara a Yaveh y lo obedeciera y respetara
su palabra. La otra promesa fundamental de Yaveh era entregar una tierra al
pueblo nómade que no la poseía, una tierra fértil donde sus integrantes
pudiesen prosperar, algo a lo que se alude en el versículo 2.
La segunda
frase del versículo es consecuencia de la primera, donde se expresa la
confianza en el buen pastor (“nada me falta”), y permite suponer que esa
satisfacción o plenitud no refiere solamente a lo material, sino también a lo
espiritual (por oposición a “nada”, entendemos que el pastor le brinda todo).
Esto explica el tipo de salmo dentro del cual se clasifica al 23 (salmo de
confianza individual, pues hay un yo lírico que expresa que confía en Dios).
Luego de
plantear la idea principal del texto, a partir del versículo 2 comienza el
desarrollo del tema, lo cual corrobora que se trata de un paralelismo
sintético, por definición.
Versículo 2:
“En verdes pastos él me hace reposar / y adonde brota agua fresca me conduce”.
El yo lírico comienza a desarrollar las bondades del pastor. Si lo asociamos a
la acción real de un pastor, tiene mucho sentido, porque su tarea precisamente
es cuidar del rebaño, lo cual no sólo implica protegerlo de potenciales
peligros, sino también conducirlo a sitios donde pueda alimentarse, beber agua
y prosperar. El yo lírico toma entonces el lugar metafórico de la oveja que es
pastoreada, conducida, alimentada y protegida. Como ya se había aclarado, este
versículo alude a la antigua alianza, la que se efectúa entre Yaveh y el pueblo
hebreo. Este lugar idílico, perfecto, donde todas las necesidades son
satisfechas, se puede asociar al concepto de tierra prometida que aparece en
ese acuerdo. El lugar perfecto, además, nos recuerda por su descripción a una
especie de oasis, sitio fértil y de descanso, y es lógico que un pueblo nómade
acostumbrado a vagar por tierras desérticas buscando un lugar donde asentarse,
tenga en alta estima un territorio con las características descriptas aquí:
sombra, agua, pastos, naturaleza viva.
Atendiendo a
los adjetivos (“verdes” y “fresca”), podemos notar que están implícitos sus
opuestos. Los pastos son verdes, no marchitos ni amarillentos, y el agua brota
y es fresca, no es sucia ni estancada. Ambos adjetivos apuntan hacia la misma
significación: algo vivo, sano, puro. De hecho, ambos versos presentan un tipo
de paralelismo entre sí, el sinonímico, pues mediante dos ejemplos diferentes,
expresan el mismo concepto bajo una estructura semejante. En otras traducciones
se califica a las aguas como calmas o de reposo. En cualquier caso, todo apunta
a la presentación de un lugar ideal, hermoso. Tanto los pastos (alimento para
saciar el apetito) como el agua (para saciar la sed) son necesidades básicas
que el pastor se encarga de satisfacer, guiando a su oveja al lugar fértil.
Pero simbólicamente pueden representar el alimento espiritual, porque no sólo
el cuerpo tiene necesidades para el creyente. La idea de reposo, por otra
parte, conecta con la paz espiritual, el estado de bienestar interior por hacer
lo correcto y dejarse guiar por el pastor adecuado. Se sugiere el concepto de
plenitud y satisfacción, una forma de felicidad que va más allá de lo terrenal.
Incluso esta imagen puede aludir al jardín del Edén, donde según la religión
judía reposan por un tiempo las almas después de la muerte física.
Versículo 3:
“Fortalece mi alma, /por el camino del bueno me dirige /por amor de su nombre.”
En este versículo se aplica la significación del segundo pero aludiendo de
manera directa a lo espiritual, a través de la mención del alma que es
fortalecida. Esto implica la fuerza para resistirse al mal y enfrentar el
sufrimiento sin perder la esperanza. La metáfora del camino para representar la
vida es muy usual, sobre todo en la literatura religiosa. Incluye la idea del
movimiento, el camino se anda, y esto refleja la idea del paso del tiempo y de
las experiencias vividas. En este caso el pastor lo conduce por el camino del
bien, de lo moralmente correcto, respetando los mandamientos de Yaveh, lo cual
honraría a la alianza. Pero el yo lírico (la oveja) no podría conseguirlo sola,
requiere que el pastor la conduzca. Por tanto es una responsabilidad
compartida.
La oveja se
deja conducir, muestra absoluta confianza en el buen trabajo de quien la guía.
Y el pastor la conduce, según el texto “por amor de su nombre”. Esto explica
qué es lo que mueve al pastor: lo hace porque es él, para honrar su palabra,
porque estableció un compromiso y se jacta de cumplirlo, más allá de las
posibles debilidades del ser humano. Para las religiones antiguas las palabras
tenían un valor trascendente, casi mágico. El Dios de los hebreos, por ejemplo,
es mencionado de muchas maneras a lo largo de los textos bíblicos. Sólo algún
ejemplo: Elohim (Dios creador, todopoderoso y fuerte), Adonai (El Señor), El
Shaddai (Dios todopoderoso), y por supuesto, Yaveh (que según la traducción
aparece escrito con diversas grafías). En el salmo 23 sería la combinación
Yaveh Rohi (El Señor es mi pastor). Por tanto, el nombre representa la esencia
o ser de Dios, y el amor a su nombre es el amor a sí mismo. No debemos olvidar
que la religión hebrea tuvo etapas, y la alianza surge por consecuencia del
pasaje y evolución del politeísmo al monoteísmo. Esa etapa intermedia es lo que
se conoce como monolatría (creían que existían varios dioses, pero sólo
adoraban a uno, Yaveh, quien se convierte en el dios del pueblo hebreo, y a
esto se le llama enolatría). Yaveh debe mostrar y reafirmar su poder, es una
forma de señalarse como el mejor entre todas las divinidades posibles. La frase
“por amor de su nombre” aparece repetidamente a lo largo de los textos bíblicos
y son un testimonio de esa etapa monolátrica. A este recurso de repetir una
misma expresión en distintos textos se le conoce como fórmula.
Versículo 4:
“Aunque pase por quebradas muy oscuras /no temo ningún mal, /porque tú estás conmigo,
/tu bastón y tu vara me protegen.” Este versículo comienza con un adversativo
(“Aunque”), lo cual informa que habrá dos ideas opuestas o al menos una
restricción, y se trata de que a pesar de atravesar las mayores dificultades o
peligros no teme porque el pastor (Yaveh) lo acompaña. A partir de este
versículo cambia la persona lírica a la cual se dirige el yo lírico. Hasta
ahora el pastor apareció como una tercera persona a la cual se describe y alaba
por su buena labor, como si se lo anunciara a la comunidad, pero ahora
directamente se dirige al pastor como a un tú (tú lírico), como si fuese su
interlocutor.
La quebrada
es un paisaje que por sus características (desfiladero, lugar estrecho, hundido
entre alturas que lo encajonan) representa simbólicamente una etapa difícil de
la vida, un pasaje por momentos difíciles, lo cual aparece reforzado por la
adjetivación “muy oscuras”. En el lenguaje bíblico, así como la luz se asocia
con la figura divina y el bien, la oscuridad alude al mal y lo negativo. Son
símbolos muy antiguos que surgen de épocas primitivas de la humanidad en que la
noche provocaba temor a las personas por la falta o disminución de la visión, y
la presencia de depredadores, y la luz (sea solar o por el fuego encendido) se
asociaban con la seguridad o la salvación. La luz, además, tiene relación con
la claridad mental y espiritual y la oscuridad con su opuesto, con la confusión
y el error. Forma parte del acuerdo entre Yaveh y el pueblo hebreo que la
divinidad proteja y conforte. De hecho, está comprobado históricamente que la
religión fue un motivo fundamental en la capacidad de resiliencia de un pueblo
que fue muy hostigado a lo largo de toda su historia por los pueblos vecinos.
En ese sentido aparecen las imágenes del bastón y la vara. Al mencionar a dos
elementos unidos por la conjunción “y”, nos encontramos con un recurso llamado
geminación, que implica nombrar los elementos de a pares. El bastón y la vara
aluden al mismo elemento, el cayado del pastor, pero al emplear dos términos
para mencionarlo, remarca la doble función de ese cayado: el bastón subraya la
función de sostén, en tanto la vara sirve para golpear, sea a la oveja que está
descarriada y se sale del camino, o al depredador que pretenda atacar. El
pastor protege a la oveja de sus enemigos, pero también sirve de sostén o apoyo
espiritual. Hay que destacar también que el versículo no afirma que la voz
lírica no tendrá problemas por estar acompañado por Yaveh, sino que las
situaciones difíciles ocurrirán, pero no sentirá temor de afrontarlas. Lo cual
refuerza el concepto de la contención emocional y espiritual.
Versículo 5:
“Me sirves a la mesa /frente a mis adversarios, /con aceites tú perfumas mi
cabeza /y rellenas mi copa.” Es en este versículo que comienza a desarrollarse
la alegoría del anfitrión y la casa. La idea principal de este pasaje aparece
también en otros textos del Antiguo Testamento, y tiene origen en la base
conceptual de la antigua alianza. El pueblo hebreo cree en un dios que se
compromete a protegerlo, darle numerosa descendencia, y entregarle una tierra
fértil donde prosperar, pero también se compromete a ubicar a su pueblo elegido
por encima de todos los demás, en la cima del poder. Esta imagen es clara
representando esa idea, puesto que Dios privilegia al yo lírico a la vista de
sus enemigos. En esta enumeración de acciones, el anfitrión sirve al huésped,
mostrando deferencia, honrándolo. Suponemos la situación de un banquete donde
hay comensales, y el anfitrión sirve especialmente al yo lírico. La acción de
ungir con aceite perfumado era una costumbre de los antiguos hebreos y es una
señal de hospitalidad y cortesía. Es una manera de honrar a ese huésped, y si
consideramos que quien lo hace es Yaveh, se resalta el valor que Dios le da al
creyente fiel. Esto deja el mensaje de que quien confía en Yaveh y cumple con
su parte de la alianza, sólo recibirá beneficios y satisfacciones, será honrado
y privilegiado por él.
Servir a la
mesa y llenar la copa son imágenes que vuelven sobre los símbolos iniciales del
salmo: el alimento y la bebida (antes eran los verdes pastos y el agua fresca).
Ambos ejemplos representan la satisfacción y el contento. Nuevamente se apunta
a la idea de que Yaveh brinda bienestar, satisfacción de todas las necesidades,
etc. La imagen de la copa que se llena, en particular, también tiene una
significación a nivel espiritual, como el alma que se llena de lo divino, de lo
bueno. En el inicio del salmo el ambiente es agreste, rural, exterior, acorde a
la alegoría del pastor y la oveja, y en el versículo 5 todo transcurre dentro
de una casa, en lo poblado, desarrollando la alegoría del anfitrión y el
huésped. En ambas alegorías siempre es Dios el “dueño”, quien tiene el poder y
realiza las acciones (pastor, anfitrión), y el yo lírico (oveja, huésped) quien
resulta receptor de las mismas. Se resalta cómo todos esos dones los recibe el
yo lírico a través del uso del pronombre personal “Me” y los posesivos “mis” y
“mi”, confirmando todo el tiempo que se trata de un salmo de confianza individual.
El yo confía en Yaveh, y éste último se compromete a brindar una ayuda
“personalizada”. Sin embargo, el salmo como expresión lírica dentro de un libro
religioso, siempre contempla el dar voz o representar a muchas otras personas.
De hecho, en otros libros de la Biblia, sobre todo del Antiguo Testamento, se
emplea a una persona como símbolo de la comunidad (caso Abraham, Moisés).
Versículo 6:
“Me acompañan tu bondad y tu favor /mientras dura mi vida, /mi mansión será la
casa del Señor /por largo, largo tiempo.” El versículo final comienza con el
pronombre personal “Me”, otorgándole unidad al texto, puesto que reitera
recursos que empleó en el versículo anterior (luego aparece el posesivo “mi” en
dos ocasiones). También resalta un concepto que integra la visión religiosa
judía: lo que ocurre en este mundo (“mientras dura mi vida”) es fundamental
para el mundo venidero (el más allá). Por eso este salmo se centra en este
mundo, el terrenal.
Aparece por
segunda vez en este salmo el recurso de geminación, nuevamente asociado a la
figura divina: si antes era “tu bastón y tu vara”, ahora es “tu bondad y tu
favor”. Se destacan dos cualidades de Yaveh que tienen efecto sobre el creyente
fiel. Más allá de que a lo largo del Antiguo Testamento la figura de Dios es
presentada como estricta, exigente y en algunas ocasiones, terrible, en este
salmo hay una gran proximidad con la imagen de Dios que aparece en el Nuevo
Testamento, mucho más suavizada, más paternal y compasiva. De cualquier manera,
no sólo se habla de bondad sino también de favor, y el favor de Dios se
consigue cumpliendo con sus expectativas, acorde a lo que plantea la Antigua
Alianza; adoración sólo a Yaveh, respeto y obediencia por su palabra. Por
tanto, si el yo lírico consiguió el favor de Yaveh es porque a su vez ha
cumplido con su parte del contrato.
El salmo
concluye apuntando al futuro (“será”). Es un final optimista, que muestra
certezas y ninguna duda. La palabra “mansión” puede sonarnos a sitio lujoso,
pero sobre todo refiere a la idea de vivir o morar en un lugar, y ese lugar es
“la casa del Señor”. Evidentemente alude a su alma experimentando la gracia
divina. Finalmente expresa una noción de tiempo mediante el recurso de
reduplicación, que consiste en la repetición de la misma palabra en la misma
frase o verso (“largo, largo tiempo”). Si bien es una frase hecha, no pierde
por ello expresividad, dando sensación de algo prolongado, extenso, y del paso
lento del tiempo, asociándose con la mirada humana, ya que se supone que Yaveh
es eterno y su noción de tiempo sería diferente. El acuerdo entre el Señor y su
fiel es tan firme, que produce este efecto duradero considerando el corto lapso
de vida de un mortal.