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lunes, 8 de marzo de 2021

ANÁLISIS DE LAS PARÁBOLAS DE LA MISERICORDIA

 ANÁLISIS DE LAS PARÁBOLAS DE LA MISERICORDIA




INTRODUCCIÓN-.

   Se le denomina Parábolas de la Misericordia a un conjunto de tres parábolas que aparecen en el Evangelio de Lucas, en el capítulo 15, constituido por la parábola de la oveja perdida, la de la moneda perdida, y la del hijo pródigo.

   Los Evangelios son cuatro libros que pertenecen al Nuevo Testamento. Evangelio significa “Buena nueva” o “Buena noticia”. Cada Evangelio lleva el nombre de quien lo escribió. Así, tenemos el Evangelio de Mateo, el de Marcos, el de Lucas y el de Juan. La buena noticia a la que se refiere es la llegada del Mesías, el hijo de Dios que viene a redimir los pecados del mundo, en cumplimiento de la promesa de Dios padre. Por esta razón, los Evangelios son libros biográficos y apologéticos, donde el protagonista es Jesús. En ellos se narra la vida, obra y muerte de Jesús, y se comunican sus enseñanzas, llevadas a cabo mediante ejemplos, sermones y parábolas.

   El evangelista Lucas no conoció directamente a Jesús, pero según la tradición, sí conoció a María su madre, y a algunos de sus discípulos o apóstoles, quienes le brindaron testimonios de los hechos acaecidos en torno al nacimiento, la vida y la muerte de Jesús, para que pudiera escribir su libro. Su acercamiento al cristianismo procede de su proximidad con Pablo de Tarso, conocido también como San Pablo, de quien fue discípulo y médico personal, y su acompañante hasta el final de sus días.

   Debido a que Lucas relata la vida de Jesús, pero también comunica sus parábolas, encontramos que en este caso hay dos narradores en el Evangelio: Lucas (o Mateo, o Marcos o Juan, según el Evangelio), y Jesús, como narrador de las parábolas.

 

DEFINICIÓN Y CARACTERÍSTICAS DE PARÁBOLA-.

  Una parábola es un relato breve que contiene un mensaje didáctico. Está constituido por una trama donde se narra una anécdota (plano literal), y una significación simbólica que se deduce de los hechos relatados (plano simbólico).

   En el caso de las parábolas relatadas por Jesús en los Evangelios, tienen además las siguientes características:

1-       En su origen constituyeron relatos orales. La manera de comunicarse de Jesús con quienes recibían su mensaje era mediante una conversación, por tanto se dirigía a oyentes; sólo fueron escritas muchos años después de su muerte, y pasaron a integrar el Nuevo Testamento. Por esta razón algunas de sus características se vinculan directamente con la circunstancia de la oralidad.

2-       Son breves y de lenguaje sencillo y accesible. Para facilitar la comprensión de sus oyentes, las parábolas son de muy corta extensión, y el vocabulario empleado era entendible por la comunidad sin necesidad de ser cultos o estar alfabetizados.

3-      Las anécdotas se vinculan con la vida cotidiana de sus oyentes. Los ejemplos eran reconocibles y comprensibles, pues Jesús los tomaba de la vida cotidiana de la comunidad; es otro rasgo que se vincula con la oralidad y la necesidad de facilitar la comprensión.

4-      La estructura general se basa en dos pasos: relato de la anécdota primero, y enunciado del mensaje moral/religioso o sentencia al final. El hecho de hacer explícita la enseñanza al final también se vincula con la intención didáctica del emisor. Pero el plano simbólico habilita a que haya distintos niveles de comprensión en quienes lo oyen, no sólo por nivel cultural, sino sobre todo por la sensibilidad de cada uno.

5-      Las enseñanzas que contienen estas parábolas son de naturaleza religiosa, pero involucrando también la moral.

 

CONTEXTO NARRATIVO-.

   Estas parábolas son relatadas por Jesús en un contexto determinado. Allí mismo el evangelista aclara: “Muchos publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Y por eso los fariseos y maestros de la ley murmuraban y criticaban: Este hombre recibe a los pecadores y come con ellos.

   Entonces, Jesús les dijo esta parábola:”

   Esta contextualización en la circunstancia del acto de narrar estas parábolas se explica por las costumbres de la sociedad de la época. Tanto fariseos como maestros de la ley eran personajes muy importantes dentro de la sociedad hebrea de ese tiempo. Eran príncipes, aristócratas, integraban el órgano rector religioso de los hebreos denominado Sanedrín, y gozaban de poder y prestigio. Estos personajes, que fueron históricos, consideraron a Jesús un enemigo, debido a que Jesús predicaba conceptos religiosos que ponían en tela de juicio la religión hebrea de ese momento, en la cual se asentaba el poder de fariseos y maestros de la ley.

   Estos personajes consideraban pecaminoso vincularse con pecadores, recibirlos, hablar con ellos, comer con ellos, tener trato, saludarlos, o sea, todo lo que Jesús estaba haciendo. Los publicanos eran hombres que trabajaban como cobradores de impuestos para los romanos, quienes en ese momento dominaban en esa región (expansión e invasión del imperio romano). Para los hebreos eran despreciables, porque consideraban que trabajaban para el invasor, o sea, eran traidores. De la misma manera, cualquier otro individuo que cometiera algún acto condenado por la comunidad y la religión de su tiempo, era considerado despreciable, y la recomendación era no vincularse con esas personas, ya que consideraban que quien lo hacía quedaba impuro.

   Estos conceptos epocales explican las parábolas de la misericordia, y es la razón por la cual las dirige a estos poderosos que juzgaban a otros, entre ellos, a Jesús.

 

LAS PARÁBOLAS DE LA MISERICORDIA COMO CONJUNTO-.

   Las tres parábolas que componen este conjunto no están reunidas al azar, sino porque tienen aspectos en común, en estructura, en tema y mensaje final. Si Jesús las narra juntas es porque son tres ejemplos distintos que ilustran sobre el mismo asunto.

   Yendo de lo externo a lo interno, podemos comenzar analizando la estructura. Uno de los rasgos que caracteriza a la literatura bíblica es el uso de repeticiones, ya que es algo típico de la literatura religiosa en general. Las repeticiones ayudan a fijar conceptos. En este caso las tres parábolas son paralelas entre sí, lo cual es un recurso por repetición.

   El primer paralelismo que encontramos es el que existe entre la parábola de la oveja perdida y la de la moneda perdida. Estas dos parábolas son paralelas sinonímicamente entre sí. El paralelismo sinonímico implica una equivalencia o semejanza entre al menos dos elementos (recordemos que sinónimo significa que dos o más palabras tienen el mismo significado). En este caso, tanto la estructura como el tema y mensaje son los mismos, al igual que la extensión, pero la anécdota o ejemplo es diferente. En eso consiste la sinonimia en estas dos parábolas. La estructura se organiza en cinco momentos: 1- pérdida de algo valioso; 2- búsqueda; 3- hallazgo; 4- festejo o celebración; 5- moraleja. 1- En la primera parábola el pastor pierde una oveja de 100 que tenía, y en la segunda, la mujer pierde una moneda de 10. 2- En la primera, el pastor sale a buscar la oveja perdida; del mismo modo, la mujer barre la casa hasta encontrar la moneda. 3- El pastor encuentra la oveja, y la mujer la moneda. 4- Ambos celebran, cada uno con su grupo. 5- Al final, aparece la enseñanza o moraleja, que refiere al sentido simbólico que tiene cada parábola.

   El siguiente paralelismo se da entre las dos primeras parábolas por un lado, y la tercera por otro. A ese paralelismo le denominamos sintético. El paralelismo sintético consiste en plantear primero una idea, y desarrollarla luego. La repetición se da porque es la misma idea, tanto en planteo como en desarrollo. El tema y mensaje simbólico de las dos primeras parábolas, son los mismos que en la del Hijo pródigo, pero debido a la brevedad de la Oveja perdida y la Moneda perdida, allí se presentan como planteo; en cambio la del Hijo pródigo es una parábola más extensa y desarrollada. A nivel estructural, la parábola del Hijo pródigo es muy similar a las dos anteriores parábolas, pero agrega un segmento entre la celebración y la moraleja, donde el hermano mayor cuestiona el recibimiento al hijo menor. Esto ocurre porque la situación conflictiva en este texto se da entre humanos y no entre un humano y un animal o un objeto.

   Otro lazo entre las tres parábolas es la gradación. La gradación es el ordenamiento de elementos desde el punto de vista de su importancia. Puede ser de menor a mayor, o de mayor a menor. En este caso encontramos una gradación ascendente en importancia, algo que se sustenta por la proporción entre lo perdido y lo poseído (cuantitativo) y por la importancia en sí de lo perdido (cualitativo). Concretamente, el pastor pierde una oveja de 100 que tiene, lo cual es menos relevante que perder una moneda de 10 que se poseen, o un hijo de dos (plano cuantitativo). Pero cualitativamente, es mucho más importante perder un hijo, que una oveja o una moneda. Por tanto en la primera parábola se pierde algo valioso, pero menos importante que en la segunda, y en  la segunda algo menos importante que en la tercera.

   Al mismo tiempo se da un vínculo inversamente proporcional, puesto que a más unidades poseídas, menor es el valor de lo perdido, y viceversa, cuanto menos se tiene de algo, más valiosa es la pérdida (1 de 100, 1 de 10, y 1 de 2, y la pérdida cada vez es más valiosa).

  

   La temática es la misma en las tres parábolas, y gira en torno a cuatro ejes: el arrepentimiento luego de cometer una falta y la capacidad del ser humano de redimirse, por un lado, y por otro, la misericordia y el perdón que se asumen como una virtud divina, y que el ser humano debería practicar frente a la caída moral del prójimo. Por eso las tres parábolas tratan de algo o alguien que se pierde, y de cómo es perdonado compasivamente por la divinidad. En la parábola del Hijo pródigo se sugiere que el perdón ocurre luego del arrepentimiento del pecador.

 

   El mensaje final o moraleja, aunque no es exactamente la misma frase, es el mismo en las tres parábolas: 1- “Yo les declaro que de igual modo habrá más alegría en el cielo por cada pecador que vuelve a Dios que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de convertirse.”, 2- “Les declaro que de la misma manera hay gozo entre los ángeles de Dios por un solo pecador que cambie su corazón y su vida.”, y 3- “El padre le respondió: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.”


LA OVEJA PERDIDA Y LA MONEDA PERDIDA-.

   Las dos primeras parábolas, que ya se explicó son paralelas sinonímicamente entre sí, o sea que tienen la misma estructura, mismo tema y moraleja, también tienen el mismo significado simbólico. Las anécdotas son muy sencillas.

   Jesús toma en la primera un ejemplo de la vida cotidiana de la comunidad hebrea de ese tiempo, donde el pastor es una figura central debido a que era un pueblo nómade que pastoreaba animales, fundamentalmente ovejas y cabras. Para involucrar a su público, comienza diciendo: “Si uno de ustedes pierde una oveja de las cien que tiene”. Eso implica que cualquiera de quienes lo oían podría haber estado en esa situación. Así, la anécdota de la primera parábola se presenta como algo conocido y lógico dentro de la vida cotidiana de esa comunidad. Por otra parte, el pastor aparece muchas veces como representación simbólica de Dios y del Mesías, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. En definitiva, el pastor representa simbólicamente a Dios, el del Nuevo Testamento, quien actúa como un padre o protector compasivo y sale a buscar a la oveja perdida, que representa al ser humano que perdió el rumbo, y al encontrarla, la lleva de vuelta con las que ya estaban resguardadas. Por eso sobreviene el festejo, porque recuperó a quien se había perdido.

   Esta parábola tiene conexión con el Salmo 23 del Antiguo Testamento (“1 El Señor es mi pastor: nada me falta;

2 en verdes pastos él me hace reposar.

2 A las aguas de descanso me conduce,

3 y reconforta mi alma.

3 Por el camino del bueno me dirige,

3 por amor de su nombre.

4 Aunque pase por quebradas oscuras,

4 no temo ningún mal,

4 porque tú estás conmigo

4 con tu vara y tu bastón,

4 y al verlas voy sin miedo.”), donde podemos observar un anticipo de la visión paternalista y protectora de Dios que aparece en el Nuevo Testamento.

 

   En cuanto a la parábola de la moneda perdida, la anécdota se centra en una mujer que pierde una de las diez monedas que posee. Esta cifra, que puede parecer pequeña a ojos de nuestros contemporáneos, debe entenderse a la luz de la época en que la parábola fue creada, ya que las monedas eran muy valiosas, hechas de plata. En varias traducciones se nos menciona que la moneda que perdió la mujer era una dracma, una moneda griega que había circulado entre los hebreos cuando los griegos los habían conquistado. Al parecer, en ese tiempo era costumbre que cuando una joven hebrea se casaba, prendía 10 dracmas en su velo nupcial, para lo cual en general había estado años ahorrando. Esto permite entender mejor el valor de la pérdida y de por qué barrió toda la casa para hallarla. Esta anécdota, por tanto, también tiene una base consuetudinaria, ya que refiere a costumbres de esa comunidad a la cual pertenecía Jesús y que se constituía en la receptora de sus parábolas y enseñanzas. Obviamente también en este caso quien pierde algo valioso representa a Dios, y la búsqueda alude a la compasión y perdón de la divinidad, que intenta que el ser humano regrese a la senda del bien.

 

   En la primera parábola Jesús refiere a un hombre, y en la segunda, a una mujer; en la primera menciona una tarea en el exterior, en la segunda, algo doméstico, del hogar. Esto señala el deseo de involucrar a todos quienes le oían: todos pueden sentirse identificados y reconocerse en esas dos anécdotas, y de esa manera, interiorizar el mensaje de ambas parábolas.

  

   Ambas parábolas son muy breves, presentan una anécdota reconocible por su cotidianeidad, poseen un lenguaje muy sencillo, y finalizan con la moraleja, que contiene una sentencia de temática religiosa. Ambas son el preludio de la más extensa parábola del Hijo pródigo.

 

EL HIJO PRÓDIGO-.

 

   El hijo pródigo es el corolario de este conjunto. Es más extensa que las dos anteriores, narra más detalles y tiene más fuerza porque el ejemplo refiere a la situación de un padre y sus dos hijos, lo cual lo hace más próximo y emocional.

 

   Respecto a la estructura, ya se explicó que conforma un paralelismo sintético respecto a las dos parábolas que la preceden. Internamente es similar a la de la Oveja y Moneda perdidas, pero agrega un pasaje más al esquema pérdida - búsqueda –hallazgo –celebración y moraleja, ya que luego de la celebración y antes de la moraleja, se da un debate entre dos de los personajes, lo cual añade otro elemento, el punto de vista de un tercero sobre la acción de quien estaba perdido.

 

   La trama se centra en una situación familiar donde un padre de buena posición económica tiene dos hijos, y el menor de ellos decide alejarse de las tierras paternas, pedir su herencia y vivir su propia aventura de vida. Despilfarra su dinero en placeres terrenales efímeros (fiestas, mujeres, bebida, etc) y termina perdiéndolo todo. Cuando en esa tierra lejana sobreviene una crisis, cae en extrema pobreza, y pasa de ser hijo de un señor opulento a ser un esclavo al servicio de un amo que ni siquiera lo alimenta. Su necesidad es tal que desea la comida de los cerdos a los cuales cuida, pero ni siquiera eso recibe. Para la comunidad hebrea el cerdo era un animal impuro, por tanto la degradación del hijo menor es total. Cuando está hundido en la miseria y la depresión, se genera una reacción en este personaje: reflexiona, y arrepentido de sus acciones anteriores, toma una nueva decisión, que es volver a la casa del padre, pedirle perdón, y decirle humildemente que lo reciba como trabajador y no como hijo, porque considera que ha perdido sus derechos. Así como lo piensa lo hace, y ya a lo lejos, el padre lo ve y se compadece, y sale a buscarlo de brazos abiertos. Lo recibe con la alegría de recuperar a un hijo que creía perdido y hasta muerto, le brinda ropa limpia, le devuelve su anillo, y realiza una fiesta para celebrar su regreso. Hasta aquí la estructura es idéntica a las dos primeras parábolas de la Misericordia, pero aparece la diferencia cuando el hijo mayor, que estaba trabajando en el campo, llega y nota que hay una fiesta, y al averiguar la razón, se ofende. El padre sale de la fiesta a buscarlo, y el hijo mayor le reprocha que él siempre estuvo a su servicio como un hijo obediente, pero nunca le dio siquiera un cabrito para celebrar con sus amigos. En ese punto el padre expresa la moraleja de la parábola, indicándole que todo lo suyo también le pertenece, pero que en este caso, había que hacer fiesta porque el hijo perdido había sido encontrado.

 

   Es evidente el significado simbólico de la parábola. Hay símbolos que abarcan toda la parábola y que le dan sentido en torno al mensaje y tema. Por ejemplo, es obvio que el hijo menor representa a los humanos pecadores que se apartan del camino del bien y de Dios (recordemos que estos textos tienen un mensaje religioso, además de moral). El padre representa a Dios, y esto se encuadra dentro de la visión del Nuevo Testamento, donde Dios aparece mucho más como padre compasivo que como juez. Y el hermano mayor representa a ciertos seres humanos que se consideran justos, y que siguen el camino del bien sin apartarse, pero tampoco son perfectos.

   El hijo menor cometió un error grave, pero las consecuencias de sus acciones le sirvieron de aprendizaje, y vuelve arrepentido. En esta situación está uno de los temas más importantes de la parábola, que expresa que el arrepentimiento genuino, verdadero, hace merecedor al pecador del perdón divino. ¿Cómo notamos que el arrepentimiento es verdadero? Porque no se queda en proyectos ni palabras, sino que hubo acciones que lo respaldaron. El arrepentimiento exige un cambio de conducta, y esto lo demuestra el hijo menor cuando regresa con el padre. Además, al encontrarse con su padre y ver que éste lo recibía de brazos abiertos, pudo callar su planteo de que lo reciba como trabajador y no como hijo, pero no lo hizo, demostrando sinceridad.

   Por otro lado, el hijo mayor parece representar al justo, al que sigue el camino del bien. Sin embargo, cuando ve el regreso de su hermano menor, no muestra compasión ni alegría de que volviese sano y salvo. Esa frialdad del corazón (“ese hijo tuyo”, le dice al padre), y el reproche por no recibir un premio por hacer lo correcto (¿es sincera su corrección, entonces, o lo hace para recibir algo a cambio?) ponen en tela de juicio su bondad y justicia. Finalmente, el padre entiende que debe darle una lección al hijo que parecía hacer el bien, pero quizás no por las razones correctas. El hijo mayor representa a los fariseos y maestros de la ley a los cuales dirigía Jesús estas parábolas, porque se consideraban perfectos y justos, y juzgaban sin compasión a todos los demás, sin brindarles ayuda para cambiar y mejorar. En esta parábola Jesús les señala simbólicamente que ellos también están pecando al no compadecerse ni ayudar a sus semejantes. Es por esto que en otro momento Jesús define a estos personajes integrantes del Sanedrín como “sepulcros blanqueados”, dando a entender que por fuera parecen justos y bondadosos, pero en su interior sólo hay podredumbre. En definitiva, Jesús exhorta a hacer el bien de corazón, no porque haya un mandato que provoque temor al castigo en caso de no cumplir.

   En cuanto al padre, es la imagen de Dios del Nuevo Testamento. No aparece como un Dios severo y vengativo, que juzga a los humanos, sino como un padre afectuoso que desea el bien de sus hijos y se compadece con sus padecimientos.


Partida y arrepentimiento del hijo menor:

   Otros símbolos que aparecen en la parábola tienen que ver con la trama. Al inicio la parábola señala que el hijo menor le dice al padre: “Dame la parte de la hacienda que me corresponde.” Y el padre así lo hizo. Más allá del análisis que podemos hacer acerca del personaje joven que busca su libertad y seguir una visión personal, está claro que los bienes a los que se refiere el texto son los espirituales. Cuando este hijo se va “a un país lejano”, y malgasta su dinero “llevando una vida desordenada”, el texto alude a que se aleja del camino del bien y de Dios, pero además sugiere el concepto de libre albedrío. El libre albedrío existe porque el individuo elige libremente su accionar, su padre no le impide irse, ni lo obliga a nada, sino que sus acciones son producto de sus decisiones. Este concepto refiere a la visión del Cristianismo que sostiene que el ser humano posee la capacidad de discernir entre el bien y el mal, y que lo que elija es su responsabilidad. Es lo opuesto a otras religiones que afirman que existe un destino fijado por las divinidades.

   La escasez que afronta la región, y que sume al hijo menor en la miseria, refiere a la pobreza espiritual, pues se dedicó a satisfacer deseos terrenales, se dedicó al placer efímero, pero no pensó en el bienestar de su alma. Cuando el sabor de esos placeres se termina, comienza la amargura, pues despilfarró todo lo que tenía. Aquí se explica el título, puesto que “pródigo” significa que derrocha, malgasta. Por eso las consecuencias son la insatisfacción, el hambre y la sed, pues no alimentó su alma, sino sólo a su cuerpo.

   El hecho de que pase de ser señor e hijo de un señor a ser esclavo, demuestra la degradación moral del hijo menor. Termina siendo esclavo de sus errores y de los placeres que pagó. Pero el símbolo más claro de la degradación para los hebreos era que tuviera que cuidar cerdos, al cual los hebreos consideraban un animal impuro (por esa razón los judíos no comen su carne). Podemos imaginarlo en la suciedad, cuidando animales que en su comunidad consideraban despreciables, y por tanto, convirtiéndose él en alguien despreciable para su gente, y deseando alimentarse de la comida de esos animales, porque nadie le da de comer.

   Cuando parecía que se hundía sin remedio, logra hacer una pausa y recapacitar. Reflexiona. Esa reflexión le permite cambiar el rumbo de sus acciones. Al arrepentirse toma nuevamente las riendas de su vida y vuelve a ser un hombre libre, simbolizándose esto en “Se levantó, pues, y se fue donde su padre”.  El levantarse no refiere a una acción física real, sino que es un símbolo de su capacidad interior de cambiar su conducta y volver al camino del bien, dignificarse.

 

El recibimiento del padre:

   Si bien el padre no salió a esa tierra lejana a buscar a su hijo perdido, sí estaba atento a su retorno, por eso nos indica el narrador que lo vio cuando “Aún estaba lejos”. Esto nos revela una actitud emocional asociada a la imagen divina del Nuevo Testamento, y no del Antiguo. Está pendiente de que quien se perdió, vuelva. El decaimiento y miseria de su hijo, su evidente sufrimiento, le provocan compasión. En este punto Jesús nos está mostrando un prototipo de padre que quizás en ese tiempo no fuera el más usual. La fuerza de penetración del mensaje de la parábola radica en mezclar conceptos cotidianos, familiares a la comunidad, con el mensaje que se pretende aportar. Muchos padres podrían sentirse identificados en esta acción, otros quizás reflexionaran y se cuestionaran su conducta.

   El padre ordena a sus servidores que le pongan la mejor ropa, que le coloquen un anillo en el dedo, y traigan calzado para sus pies. Estos símbolos tienen mucho que ver no sólo con esta parábola en concreto, sino con las ideas transmitidas en todos los evangelios. La ropa le devuelve al que viene en harapos su dignidad. El centro sigue siendo lo espiritual. O sea que el ejemplo es material, pero el significado es espiritual. Sin embargo, debemos considerar también que el significado literal tiene valor. La pobreza material tampoco debe ser tolerada, y quienes la padecen deben ser ayudados para salir de esa situación. No ayudar, sugiere el texto, indica dureza de corazón. El anillo es un símbolo muy importante, pues representa la reconstrucción de la alianza que se había roto entre el pecador y Dios. Recordemos que en el Nuevo Testamento Jesús habla de una alianza entre Dios y la humanidad, y ese acuerdo requiere el cumplimiento de ciertos códigos. Cuando el ser humano se aleja de Dios, esa alianza se rompe. Pero cuando se arrepiente y regresa, se restituye, simbolizando esta acción mediante el anillo. Este gesto representa también el perdón de Dios, así como lo representa el que fuera a buscarlo de brazos abiertos. En cuanto al calzado, simboliza la liberación, ya que los esclavos debían andar descalzos en la sociedad de ese tiempo, sólo el individuo libre usaba calzado. Así, el padre reconoce que el hijo menor vuelve a ser un hombre digno, espiritualmente libre, y que en ese libre albedrío se restituyó la alianza que los unía.

   Otro símbolo vinculado al recibimiento del padre es el del ternero gordo. Como dueño de las tierras y los animales, le pide a sus servidores que sacrifiquen al mejor ternero que tiene, el que estaba engordando, para celebrar la recuperación de su hijo perdido. Esto demuestra la magnitud de su alegría por el regreso del hijo, pues considera ese momento como lo suficientemente importante como para comer al ternero que debía estar reservando para venderlo y ganar mucho dinero, o para celebrar algo muy especial. Eso especial e importante termina siendo el retorno de su hijo menor.

   Finalmente, expresa que la ocasión amerita una fiesta. Y explica: “porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y lo hemos encontrado”. Es evidente que la muerte de la que habla no es física, sino espiritual y moral, lo mismo que la pérdida.

 

Reproches del hijo mayor y respuesta del padre:

   “El hijo mayor estaba en el campo”. Esto significa que estaba trabajando. A primera vista, parece razonable el enojo del hijo mayor. Mientras él trabajaba, los demás estaban de fiesta. Luego le reclama a su padre que ese hijo que se fue y malgastó su fortuna por conductas disipadas, recibe una fiesta como recibimiento, mientras él, que estuvo allí siempre, obedeciendo al padre y trabajando, no recibió siquiera un cabrito. Podemos pensar incluso que el padre lo trata injustamente. Sin embargo, la significación de esta situación pasa por otro lado. Lo primero que debe alertarnos es que nunca demuestra alegría por el regreso con salud de su hermano menor. Antes de cualquier enojo o reproche, el corazón debió alegrársele, sentir alivio de que su hermano perdido estaba sano y salvo, felicidad porque había vuelto. Pero el hijo mayor, que parece tan correcto, no siente nada de esto. Ni siquiera le llama hermano, sino que mostrando su distanciamiento emocional y resentimiento, le dice a su padre “ese hijo tuyo”.  Estas actitudes revelan que este hijo mayor que representa a los fariseos y a la visión antigua de la ley y la religión, que Jesús llega para cambiar, no actúa de corazón, sino que sus acciones correctas son para cumplir con las reglas y nada más. También se sugiere esto cuando le reclama un premio por su buena conducta. Este personaje representa el concepto de moral externa del Antiguo Testamento, donde lo que importaba era cumplir de manera visible con ciertas reglas; sin embargo Jesús pone en evidencia que esa corrección es superficial, y reclama una moral interior, donde se actúe bien por un tema de conciencia, y no para esperar un premio en vez de un castigo. Se expone la falta de amor y compasión por el que está en desgracia. Toda la conducta del hijo mayor representa estas carencias que Jesús achaca a los fariseos, que juzgaban a sus semejantes, pero no los ayudaban a cambiar y salir de la miseria. No olvidemos que los fariseos y maestros de la ley acusan a Jesús de comer con pecadores, y por tanto de contaminarse de su impureza, y de ahí surgen estas parábolas.

   La lección del padre aclara todo: el justo no necesita reclamar nada, porque ya lo tiene todo. La abundancia espiritual está allí para quien desee tomarla. Que el hijo mayor no consiga ver algo tan simple revela su apego a las normas externas y su ceguera interior. No debe pedir permiso para disfrutar de lo que ya posee. En cambio sí es lógico celebrar cuando alguien que estaba perdido, regresa al camino correcto.

 

 Otros aspectos de los personajes:

 

El hijo menor: Se lo presenta como un personaje joven, lo cual se deduce de sus conductas, y se supone también por ser el menor. Su ímpetu juvenil lo empuja a seguir una visión personal, a buscar su propio camino. En ejercicio de su libre albedrío, comete errores y se siente derrotado. Tiene la capacidad y la entereza para levantarse de su propia miseria, reconocer que se equivocó y arrepentirse de sus decisiones anteriores. Su regreso revela valentía, porque deberá reconocer que se equivocó frente a su padre, cuando antes con soberbia le pidió su parte de la herencia, creyendo que podía desenvolverse solo con éxito. Lejos de sentirse humillado, regresa en actitud humilde y asumiendo que debería recibir un castigo por su error. Al volver es otro, sufrió y aprendió, cambió. Su experiencia dolorosa puede servirle para ser mejor persona, más maduro y considerado. Representa a la humanidad falible, vulnerable, pero resiliente, capaz de cambiar a partir de una instancia de introspección profunda y sincera.

 

El hijo mayor: Se lo presenta como un personaje más maduro, centrado en el cumplimiento del deber, pero también más rígido que su hermano menor. No vive sus aventuras, no comete sus errores, no se va, pero tampoco parece tan capaz de reinventarse a sí mismo, asumiendo sus fallos y cambiando. Está convencido de que hace lo correcto, y por eso tampoco se cuestiona. Su corrección es superficial, le falta el empuje interior emocional que lo mantenga de forma genuina en el camino del bien. Sus reproches a su padre muestran dureza de corazón, incapacidad de sentir empatía por el sufrimiento de sus semejantes, y la soberbia de creer que es perfecto o infalible y nunca le pasará lo que a su hermano menor. El padre le aporta una lección porque el hijo menor ya la recibió de la vida misma como consecuencia de sus actos, pero el hijo mayor se aferra a sus fallos, aunque necesite cambiar. De ambos, quien más aprendió fue el que más se equivocó en apariencia. En la parábola se nos muestra que el hijo menor se mueve, aprende, pero el hijo mayor está todavía en la puerta de inicio sin cuestionarse ni aprender, por eso el padre dialoga con él intentando que reflexione.

 

El padre: Aparece como un personaje sabio, que no obliga ni fuerza, sino que tiene la paciencia de esperar a que cada uno aprenda a su ritmo. Sus dos hijos son muy diferentes, y sin embargo se nota que a ambos los ama, y con ambos tiene paciencia. Esperó el regreso del hijo menor, a pesar de la ofensa de pedirle su parte de la herencia estando su padre vivo, e irse; sale de la fiesta para hablar con su hijo mayor y convencerlo que participe de la alegría del regreso de su hermano, a pesar de los reproches y el berrinche, y la falta de respeto. No es violento, ni atemoriza, sólo guía, se compadece y perdona. Es presentado como ejemplo de conducta para sus hijos, ya que si el padre perdona, ¿cómo no perdonará el hermano mayor a su hermano menor? El padre tiene la madurez y sabiduría necesarias como para no sentirse atacado de manera personal por los errores de sus hijos, sino que por el contrario, siente compasión por el sufrimiento que estos errores les causa. Perdona sin humillar, pero por las situaciones de la parábola se hace evidente que el que se equivoca debe arrepentirse sinceramente para ser perdonado.





lunes, 1 de junio de 2020

INFORMACIÓN SOBRE BIBLIA

INFORMACIÓN SOBRE BIBLIA


.- El antiguo pueblo hebreo-.

   Los orígenes del pueblo hebreo son tan antiguos, que pocas son las certezas respecto a fechas y acontecimientos de su prehistoria. Los primeros datos concretos aparecen en los libros de la Biblia correspondientes al Antiguo Testamento, donde encontramos referencias históricas, algunas de las cuales no se corresponden a la investigación histórica ajena a los textos religiosos. Lo que se puede afirmar, en definitiva, es que la mayor parte de los pueblos del Cercano Oriente (semitas) pertenecen a un grupo de tribus pastores nómades que habitaban en los desiertos sirio- arábigos desde el 23 AC aproximadamente. Algunas de estas tribus se fueron constituyendo en pueblos, estableciéndose en las tierras más favorables para la supervivencia, cumpliendo un proceso de sedentarización que llevó muchos años. Es el caso de árabes, asirios, caldeos, hebreos, etc. En el Antiguo Testamento de Biblia se afirma que Abraham, el patriarca más antiguo de los hebreos, salió de la ciudad de Ur -Kasdim (Ur de los caldeos), ubicada en algún punto de Mesopotamia.
   Por el año 2000 antes de nuestra era, los israelitas, que habitaban en las riberas del Éufrates, comienzan a emigrar hacia el norte. Este tipo de situaciones son mencionadas en el libro del Génesis de Biblia, constituido mayormente por leyendas patriarcales que tienen base histórica, pero sufrieron modificaciones con diversos objetivos a lo largo del tiempo.Por esta razón los datos no son del todo seguros.Uno de los procedimientos más comunes en las leyendas patriarcales es personificar los acontecimientos colectivos, presentándolos como ejecutados por una sola persona. Por ejemplo: Tera, descendiente de Heber (nombre del cual procede el término "hebreos"), padre de Abraham, abandonó Ur -Kasdim junto con Abraham y Lot para establecerse al norte de Mesopotamia, en Haram. De allí Abraham y Lot se dirigen hacia el oeste, a Canaán. Luego de una breve estadía en Egipto, vuelven a reestablecerse en Palestina. Allí se dividieron en diversas tribus. Se habla nuevamente de una importante migración a Egipto (corresponde a la época de José). Pero debido a que en Egipto fueron esclavizados y maltratados, huyen a la península del Sinaí. En Biblia se enfatiza la personalidad de Moisés como conductor del pueblo, saliendo al desierto en busca de la tierra prometida. Con Moisés termina la primera etapa histórica del pueblo hebreo, el período de los Patriarcas, que tiene como integrantes destacados a Abraham, Jacob y Moisés. 
   La segunda etapa es la que se conoce como período de los Jueces, que comienza con Josué, hijo de Moisés, y tiene como otro destacado a Samuel. En este período se produce la guerra contra los filisteos y la unificación de las 12 tribus. La tercera etapa es el período de los Reyes, en que derrotan finalmente a los filisteos y viven un momento próspero y unificado. Los reyes más destacados son David y Salomón. A la muerte de Salomón los hebreos vuelven a dividirse, ingresando en el período del Cisma. Se conforman dos reinos, el de Israel (capital Samaria) y el de Judá (capital Jerusalén). Cuando esto ocurre, comienzan a surgir profetas que defienden el legado de Yaveh, y anuncian el advenimiento de un Mesías. El reino de Israel es conquistado por los asirios, y el de Judá, tiempo después, por los babilonios. Allí se da la deportación de los hebreos a Babilonia, lo que se conoce como etapa del Destierro, donde viven cautivos hasta el ascenso del imperio Persa, en que el emperador Ciro permitió a los israelitas volver a sus tierras y reconstruir el Templo de Jerusalén, aunque permanecían bajo el dominio persa. Cuando Alejandro Magno derrota a los persas, Israel también formaba parte del imperio derrotado, así que cambia de manos, y luego de la muerte de Alejandro varias veces va cambiando de dominio, pero siempre permanecían como nación dominada por otras más poderosas. Luego de sentirse esclavizados por los griegos, que pretendían imponer sus costumbres y religión, los hebreos se rebelaron y se mantuvieron como reino independiente durante aproximadamente cien años.
   Pero los hebreos cayeron nuevamente bajo el dominio de un imperio poderoso, esta vez el Romano. En este período, afirma la Biblia, nació Jesús de Nazaret, bajo el reinado de Herodes el Grande. Años después, bajo el gobierno de su hijo Herodes Antipas, con Poncio Pilatos como gobernador de Judea, y Caifás como Sumo Sacerdote, Jesús sería crucificado.

Palestina-.

   En este país se desarrolló la mayor parte de la vida del pueblo hebreo. Conoce varias denominaciones. En Biblia se le llamó Canaan, nombre con el cual designaban a la tierra prometida. Más tarde se impone la denominación de Palestina, que significa "tierra de los filistim o filisteos". Los griegos hicieron extensivo este nombre a toda la comarca. Cuando Palestina se convirtió en la patria de la religión cristiana, se la llamó Tierra Santa.
   Ubicación geográfica: al Norte limita con Siria, al Oeste encontramos el Mar Mediterráneo, al Sur el desierto arábigo, y al Este el desierto de Siria. Ubicado entre África y Asia, el territorio toma valor estratégico por ser lugar obligado de pasaje de ejércitos, ideas y tráfico comercial.
   Fue escenario de la lucha entre grandes potencias durante distintos períodos históricos: Babilonia, los Hititas, Assur, los Persas, el Imperio Griego de Alejandro, los Seléucidas, los Kalifas de Bagdad, los ejércitos de la primera guerra mundial, el conflicto actual entre el estado de Israel y Palestina. De la misma manera, grandes rutas comerciales la atravesaban, como la que unía Tiro con Damasco, etc.
Regiones naturales: la división natural del territorio permitió que se diferenciaran varios grupos (tribus). Encontramos una zona de Costa, una meseta al oeste del Jordán, el valle del Jordán y la meseta al este del Jordán, con lo cual tenemos dos zonas altas y dos bajas, propicias para modos de vida muy diferentes, con montañas nevadas por un lado y región tropical por otro, desiertos y valles fértiles, permitiendo la labranza y el pastoreo según el lugar.

La escritura-.

   El descubrimiento que revolucionó el mundo y que constituye uno de los adelantos más grandes de la humanidad, la invención de la escritura alfabética, pertenece a los semitas. Cuando se pasó del ideograma (Egipto), y los caracteres cuneiformes (pictogramas), a representar cada sonido elemental con un signo gráfico, se simplificó la escritura y se transformó en un instrumento preciso para el desarrollo de cualquier idea. El uso de la escritura es un hecho muy antiguo entre los hebreos: se puede afirmar que conocían la escritura ya en su establecimiento definitivo en Canaan, a fines del segundo milenio AC.
   Para cada consonante existe un signo. El alfabeto hebreo posee 22 letras. De estas 22 letras se derivaron casi todos los alfabetos del mundo. La dificultad principal de estos sistemas de notación gráfica era la ausencia de vocales. Se escribían solamente las consonantes, de derecha a izquierda, y las vocales se sobreentendían (el lector debía completar los espacios vacíos entre consonantes). Esto entrañaba graves inconvenientes, más tratándose de literatura religiosa. Se cambiaba a menudo el sentido de las frases con sólo vocalizar de otra forma o unir sílabas de otras palabras. Primero se emplearon las consonantes llamadas quiescentes, que servían de guía, pues se conocían las vocales a las que se asociaban; luego se idearon sistemas gráficos más completos para representar las vocales. Existieron dos: el Palestiniano y el Babilónico.

La lengua-.

   La denominación de lenguas semíticas proviene del Capítulo X del Génesis, donde se habla de tres clases de lenguas, cuyos nombres derivan de los hijos de Noé: Jaféticas (de Jafet), Camíticas (de Cam) y Semíticas (de Sem).
   Las principales lenguas semíticas son:
Al sur: el árabe y el etiópico.
Al oeste: el babilónico y el asirio.
Al norte: el arameo, del cual derivó el siríaco; su dialecto principal es el samaritano.
Al este: el fenicio y el hebreo, con el cananeo y el moabita.
   Debe de haber existido una lengua madre, pero es desconocida. Y todas presentan caracteres de lengua derivada, lo que descarta la hipótesis de que una de ellas pudiera ser la original.

.- BIBLIA-.





   Los hebreos no poseían ninguna palabra especial para designar el conjunto de libros sagrados. Le llamaban simplemente T.N.K (Tanaj), aludiendo a la división tripartita que establecieron según el orden cronológico y temático de los libros. La sigla reúne la Torah (la Ley, denominada Pentateuco por los cristianos), Nebiim (los profetas, o sea, los libros proféticos) y Ketubiim (otros escritos, que reúne los libros poéticos y algunos históricos).


T.N.K.

Torah o Ley
1- Génesis
2- Éxodo
3- Levítico
4- Números
5- Deuteronomio

Nebiim Rischoniim
o Primeros Profetas
6- Josué
7- Jueces
8- Samuel I y II
9- Reyes I y II
Nebiim Akharoniim
o Últimos Profetas
10- Jeremías
11- Ezequiel
12- Isaías
13- Los Doce Menores

Ketubiim
Hagiógrafos
o Escritos
14- Ruth
15- Salmos
16- Job
17- Proverbios
18- Ecclesiastés
19- Cantar de los Cantares
20- Lamentaciones
21- Daniel
22- Esther
23- Esdras -Nehemías
24- Crónicas I y II

   Éste es el detalle de los libros que constituyen la T.N.K, que equivale al Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. La sigla pone de manifiesto la pluralidad de sus elementos constitutivos, no solamente porque consta de muchos libros, sino porque además esos libros son heterogéneos en cuanto a autores, época en que fueron escritos, y géneros a los que pertenecen (hay libros de base narrativa, como parábolas y crónicas, otros son poemas líricos, etc.)
   Los griegos, basándose en la forma externa, les llamaban “Los Libros” o los “Santos Libros” (Bibliae), pero los cristianos latinos, al traducir la palabra griega, la adaptaron a sus ideas, y de un neutro plural hicieron un femenino singular (Biblia).
   El error se aceptó y generalizó al traducirse esta palabra a las lenguas romances: Bible, etc. Así nos encontramos hoy con que designamos un conjunto de libros (una biblioteca, como decían en la Edad Media) con una palabra que nos hace pensar en un todo unitario y armónico. Esta modificación parte de la conveniencia religiosa de considerar el todo y no las partes, de hacer venerar el conjunto y evitar el estudio parcial del mismo. Es una consecuencia, en último término, de las resoluciones tomadas por el Concilio de Trento (siglo XVI) y antes de éste por los Padres de la Iglesia (primeros siglos de la Iglesia), de imponer la tradición frente al criterio del libre examen.
   Pero la Biblia no se compone solamente de la antigua Tanaj judía, sino que le agrega 27 libros más, incluidos dentro de lo que se conoce como Nuevo Testamento, que luego se detallarán. Por tanto, a la heterogeneidad original de los textos hebreos antiguos, debe sumársele el cambio conceptual entre Antiguo y Nuevo Testamento.

¿Qué significa testamento?

   Los hebreos empleaban la palabra “Alianza” para designar la relación del pueblo elegido con su Dios Yaveh, pues consistía en pactos o compromisos mutuos. Los cristianos emplearon también este término y en especial Jesús, al hablar del vínculo de Dios Padre con los hombres. Después de Jesús, se comienza a hablar de la Antigua y Nueva Alianza, en el sentido paternal que él daba a la palabra. Los latinos, siguiendo el mismo criterio que cuando tradujeron la palabra “Biblia”, como en griego alianza se dice diatheké (que también significa testamento), vertieron solamente uno de los significados: Testamentum. Se falseó de nuevo el concepto hebreo, pues de la idea de la igualdad de las partes contratantes en una alianza, se pasó al concepto de testamento, que por ser tal, hay que aceptar sin discutir y cuya duración es eterna, mientras que entre los hebreos, fueron varias las alianzas entre Dios y su pueblo. Como en el caso de la Biblia, se pasa de lo heterogéneo a lo unitario, de la responsabilidad individual y del libre albedrío a la obligación.

Canon-.

   Es una palabra griega que expresa un concepto exclusivamente occidental. Significa “bastón que sirve para medir”. Es la unidad de medida, el término de comparación. Del terreno físico, material, se pasó al dominio de lo moral y se decía: regla de las costumbres o canon de las costumbres. Canon significa regla. Las cosas que se miden con respecto a él se llaman canónicas o no canónicas y cuando esa medida es aceptada y publicada y es impuesta a un grupo de personas por una asamblea, se dice que está canonizada (aceptada de acuerdo al canon o regla). Los hebreos no conocían estos conceptos de aceptación oficial o definitiva, hecha por una asamblea, como se usaba entre los cristianos. Ellos discutían libremente en la Sinagoga sobre los libros sagrados, y su respeto se manifestaba, más que nada, desde el punto de vista material: eran libros que había que manejar, tocar con ciertas precauciones: están cargados de espíritu divino y sólo los sacerdotes los tocaban en ciertas solemnidades. Fuera de esta veneración, cada hebreo era libre de pensar a su criterio sobre la inspiración del Cantar de los Cantares, o de Esther, etc.
   Existen tres cánones: el Canon Hebreo (los libros están agrupados con criterio histórico o cronológico, no aparecen los llamados libros Apócrifos), el Canon Alejandrino (los 45 libros que lo componen se agrupan por géneros literarios, e incluyen los libros Apócrifos), y el Canon Transaccional o Ecléctico (respeta el núcleo tradicional de la Ley, no acepta los Apócrifos; son 18 libros ordenados por género). Aclaración: apócrifo significa escondido, secreto. Para los hebreos, apócrifo implicaba autor desconocido; para los griegos, libros que sólo podían conocer los iniciados. Cuando los griegos quisieron helenizar a los demás pueblos, entre ellos al hebreo, se aprovecharon de esta literatura secreta para mandatar creencias y rituales, de allí que para los hebreos la palabra apócrifo tomó la significación de "sospechoso".


Historia del texto -.

El texto hebreo: Los libros canónicos de la Antigua Alianza fueron escritos originariamente en hebreo, menos algunos fragmentos que están en arameo. Los apócrifos fueron escritos en griego, aunque se insiste siempre en la existencia de un original hebreo que nunca apareció.
   Lo que es seguro, por tanto, es que los que son de procedencia hebrea son los manuscritos que poseemos de los textos de los libros canónicos. Y presentan dos características sorprendentes: 
1- Son de época relativamente reciente. El Canon Hebreo se cerró en el siglo II DC, y los manuscritos conservados son de siete siglos después (IX DC). Es realmente raro tratándose de obras religiosas, carácter que acentúa la tendencia a conservar lo antiguo. 
   Los manuscritos de la Nueva Alianza, siendo mucho más moderna, pertenecen a los siglos IV y V DC. Con los Apócrifos ocurre lo mismo. Se da la paradoja, entonces, de que los manuscritos más recientes son de los libros de procedencia más antigua, y los manuscritos más antiguos, son los de los libros más modernos.
2- A pesar de ser numerosas, las diversas copias manuscritas no presentan variantes de importancia, a no ser en pequeños detalles atribuibles al descuido de los copistas.
   Frente a esta ausencia completa de manuscritos a partir de cierta época, y a la uniformidad sospechosa que presentan los que existen, los críticos han pensado en la probabilidad de un trabajo de fuente judía, tendiente a la fijación e imposición de un texto único, al igual que lo que hicieron los árabes con su libro sagrado. Así como con el Corán, el Tercer Califa Othman resolvió reunir el mayor número posible de manuscritos, elegir el mejor, corregirlo, completarlo, y quemando los demás, declararlo la Copia Tipo, el Texto Único, algo muy parecido debieron hacer los rabinos de los siglos VI al IX D. C. A este trabajo se le llamó Masora (tradición).
   Algunos han querido resolver el problema diciendo que por tratarse de una obra religiosa, éste sería el texto primitivo que no sufrió variantes (es decir que llegó hasta nosotros tal como salió de los que lo escribieron). Pero hay dos hechos fundamentales que se oponen a esto: 1- El Pentateuco Samaritano, conservado desde su separación en siglo V A. C., difiere sensiblemente del actual texto masorético. 2- Las traducciones nos permiten seguir el proceso de variaciones del texto primitivo que hubieran llegado hasta nosotros de no mediar la unificación ya mencionada.
   Para entender el concepto de texto masorético, debemos saber qué es la Masora. Fue una comisión depuradora integrada por hebreos cultos, que entre los siglos VI y IX DC, disponiendo de una respetable cantidad de manuscritos antiguos del Tanaj con ciertas variantes, decidieron realizar una versión definitiva, fijando el texto, realizando notas y comentarios sobre el mismo (separaron palabras, vocalizaron, dividieron en frases o versículos, numeraron versículos). Esas variaciones eran lógicas, resultado de la transmisión de los textos durante 12 siglos, pero el problema es que los masoretas actuaron en una época donde no existían ciertos adelantos tecnológicos que permiten trabajar de otra manera sobre manuscritos antiguos. El resultado es que destruyeron gran cantidad de documentos que ahora serían de valor inestimable para investigar los procesos de modificaciones de los textos, entender de otra manera esos cambios, etc.

Versiones griegas: La más antigua de las traducciones es la llamada Versión Alejandrina o de los Setenta. Esta última denominación se debe a un relato legendario que señala como milagro la traducción del hebreo al griego: según San Justino, 70 sabios se habían encerrado en 70 celdas, y cada uno, separadamente, hizo la traducción completa, concordando todas las traducciones hasta en los más mínimos detalles. Pero yendo al relato histórico, lo más probable es que esta traducción se haya hecho lentamente, durante el transcurso de dos siglos, y recién se completara al comienzo de la era cristiana. Por eso es una obra despareja, carente de unidad tanto en método como en estilo.
   Luego vinieron otras versiones, que hicieron una revisión de la de los Setenta, como la de Aquilas y la de Theodocion.

Versiones semíticas: Dentro de las versiones semíticas podemos encontrar la árabe (cuando el advenimiento del Islam), la aramea (lengua que hablaban los judíos en esa época), la samaritana (los samaritanos se separaron de los judíos e hicieron su propia versión del Pentateuco), y la siríaca (lengua empleada por los cristianos mesopotámicos).

Versiones latinas: El griego era una lengua corriente en Roma, por eso se empleó durante mucho tiempo la versión griega de los Setenta en la Iglesia de Occidente. Pero a fines del siglo II DC aparece la Vetus Latina (vieja versión latina), primera versión de la Biblia en latín. Más adelante, cuando se produce una reacción en contra de la versión de los Setenta, San Jerónimo, a pedido del Papa Dámaso I, traduce directamente del hebreo a fines del siglo IV DC. Fue en el siglo VIII DC que Carlomagno la proclama como versión oficial en sus dominios. Luego de ser revisada, se considera como oficial para toda la Iglesia de Occidente. Finalmente recibió la denominación de Vulgata, por ser la más conocida y corriente. Durante el Renacimiento, en el siglo XVI, el Concilio de Trento la proclamó Biblia de la Iglesia Católica.

Versiones modernas: Las mejores son aquéllas en las que el autor ha consultado cuidadosamente muchas versiones anteriores. El traductor de la Biblia debe seguir un camino diferente al de los traductores de otras obras, quienes deben tomar como base el texto en la lengua original, y consultar las traducciones a otros idiomas, incluyendo el suyo propio. Aquí debe seguir el camino contrario, o sea, defenderse del texto hebreo intervenido por la Masora, y recurrir a las traducciones o al Pentateuco Samaritano, en busca del verdadero sentido. Ésta es la posición moderna.


El Antiguo Testamento-.

   Es el conjunto de libros al que los judíos consideran sagrado (la Tanaj o T.N.K.), y que constituye la primera parte de la Biblia Cristiana. Su  constitución heterogénea en autores, épocas y géneros ya fue mencionada. Recordemos que los hebreos no hablaban de testamento, sino de alianza. Esta Alianza se celebró, según la tradición hebrea, entre Yaveh (su dios) y el pueblo elegido (el hebreo), cuyo representante fue Abraham, y se confirmó años después entre Yaveh y Moisés como representante del pueblo hebreo.
   Siendo la literatura bíblica primordialmente religiosa, debemos considerar las características del pensamiento religioso hebreo en el Antiguo Testamento
a) Monoteísmo. Los partidarios del evolucionismo religioso consideran que el monoteísmo del pueblo hebreo fue la cúspide de un proceso que comenzó, como en todos los pueblos antiguos, con una etapa politeísta (adoración de muchos dioses). Pasada esa etapa, los hebreos fueron monolátricos, o sea que consideraban que existían muchos dioses, pero ellos adoraban exclusivamente a uno, Yaveh (yo soy el que soy), a quien consideraban el dios del pueblo hebreo. Esa etapa religiosa monolátrica en que se rinde culto al dios del pueblo, gestando así una religión nacional, se denomina enolatría. Finalmente, dejan de considerar la existencia de otras divinidades y aseguran que sólo existe un dios, el suyo, Yaveh. Es lo que se considera como monoteísmo.
b) Alianza. Así como Yaveh es el dios del pueblo hebreo, "Israel es el pueblo de Yaveh". Esta identificación descansa en la idea de pacto o alianza  entre la divinidad y su pueblo elegido, cuya primera formulación hallamos en el libro del Génesis, en la historia del patriarca Abraham. En ese pacto, Yaveh se compromete a brindar protección y ayuda al pueblo hebreo, simbolizadas en la bendición; a concederle lo que se conoce como "la tierra prometida", un lugar fértil donde instalarse y prosperar, algo muy valioso para un pueblo nómade; a otorgarle descendencia numerosa como las arenas del mar y las estrellas del cielo; y el señorío sobre las demás naciones. Por su parte, Abraham, en representación del pueblo hebreo, promete fidelidad y acatamiento a la voluntad de Yaveh, y a adorarlo exclusivamente a él. Para sellar el acuerdo, se realiza el rito de la circuncisión (la sangre vertida es de varón, ya que es una sociedad patriarcal), por el cual cada descendiente de Abraham toma parte de su herencia y acepta su obligación frente a Yaveh.
   Este pacto fue formulado por segunda vez en Egipto, con Moisés como representante del pueblo hebreo, y constituye la confirmación de la alianza entre Yaveh y Abraham.
c) Moral. Por ser creador del ser humano, Yaveh tiene derechos sobre él, y en virtud del pacto, más aún sobre los hebreos. Por eso es legislador, y su ley es considerada santa, tendiente a asegurar la salud y felicidad del individuo y de la sociedad. Dios es el único conocedor de "la ciencia del bien y del mal", y por tanto prohíbe lo que daña u obstaculiza la perfección del hombre y la felicidad del pueblo.
   La Ley, organizada en mandamientos, es proclamada en el monte Sinaí por Moisés. Se deduce que dicha Ley no es sino una formulación ordenada de preceptos religiosos y morales conocidos desde antiguo por el pueblo (aunque no siempre respetados), e incluso algunos de sus mandamientos (no los religiosos) ya habían aparecido en el Código de Hammurabi de los babilonios, con quienes los hebreos habían mantenido contacto cuando habitaron la Mesopotamia. Después de una introducción en la que se proclama el derecho de Yaveh a legislar, se prohíbe el politeísmo, la idolatría y la vana invocación del nombre de Dios en el juramento, y se ordena la observancia del sábado como día de descanso. Se impone honrar a los padres, se prohíbe matar, fornicar, robar, mentir y calumniar, al igual que codiciar los bienes ajenos, incluyendo entre éstos a la mujer del prójimo. Es lo que se conoce como el Decálogo, los diez mandamientos que son la base de la moral de judíos y cristianos.
   Además del Decálogo, Moisés también recibió un completo código que regula la vida familiar, colectiva y nacional, la organización política y el culto religioso.
   Las obligaciones y responsabilidades morales se fueron desplazando desde el plano social al plano personal. El pecado es un delito que perjudica al pueblo, y a todo el pueblo interesa su castigo y purificación; pero cada vez se ve con mayor claridad que religión y moral no son solamente el nexo que une a Israel con Yaveh, sino también el que une a cada hombre con Dios; así la Alianza se transforma en un pacto de persona a persona.
   En cuanto a los preceptos de alcance social, político, penal y contractual, el código mosaico refleja el grado de civilización y cultura de los pueblos de la época, El Yaveh del Antiguo Testamento está inmerso en la dureza y crueldad de los tiempos antiguos.
d) Mesianismo. Comprende dos creencias fundamentales: el futuro advenimiento de un Mesías, y el papel rector de Israel sobre los demás pueblos.
Ya en las primeras formulaciones de la Alianza se atribuye a la descendencia de Abraham, y muy especialmente del rey David, ese papel mesiánico, en su doble alcance de un salvador personal (afirman que el Mesías sería descendiente del rey David) y de un privilegio colectivo. En el capítulo III del Génesis se pone en boca de Yaveh, la promesa de un vencedor del espíritu del mal que se había encarnado en la serpiente tentadora.
   En torno a dos condiciones se agrupan los vaticinios: la de rey invencible, dominador de pueblos; y la de sacerdote y víctima, redentor de hombres. Según las vicisitudes históricas, los profetas e intérpretes destacarán uno u otro de sus aspectos, y el pueblo, doblegado y oprimido por fuerzas extranjeras, se forjará su propio Mesías con aquellos rasgos que más colmen su esperanza. Como sea, ambas visiones coinciden en afirmar que el Mesías traerá paz y justicia en la Tierra, y grandeza al pueblo de Israel.´
e) El Culto. Desde Moisés el culto -antes particular y espontáneo- se transforma en manifestación pública de adoración, acción de gracias, súplica de protección y bienes, y contricción de los pecados. La religiosidad individual se encauza en la liturgia oficial y comunitaria, cuyos detalles fueron prescritos, sin dar espacio a la improvisación personal.
   Una tribu, la de Levi, está adscripta al culto y le sirve total y exclusivamente; una familia, la de Aarón, hermano de Moisés, proporciona, generación tras generación, los sacerdotes; un templo, el de Jerusalén; un culto único: los ritos sacrificiales, los ritos expiatorios, los de purificación, la fiesta del sábado que obligaba al descanso cada siete días y honraba al Señor; la Pascua, cuya liturgia recordaba la huída de Egipto y la misericordia de Yaveh; Pentecostés, que conmemoraba la promulgación de la Ley, eran otras manifestaciones de esa religión.
f) Los Nombres de Dios.  Los más usados son Yaveh (también se puede escribir Yahvé o Yavé), Elohim, Adonai, y algunas veces, El Sadday. Según una tradición hebrea, habría un nombre secreto de Dios, el verdadero, que no se pronunciaba sino una sola vez al año por el Sumo Sacerdote en el Día de la Expiación. Por respeto y sagrado temor, tampoco se escribía.
Yaveh significa “soy el que soy” o “el que es”, y así se presentó Dios a Moisés en la zarza ardiente y es el nombre más usado. Elohim significa “dioses hizo” o “dioses creó”. Adonai se traduce como “el Señor”, y El Sadday como “el todopoderoso”.

El Nuevo Testamento-.

   Nuevo Testamento designa la Nueva Alianza celebrada entre Dios –el creador- y su criatura –el ser humano-. Esta nueva alianza tiene carácter universal y su propósito es redentor, salvador, pues la figura a través de la cual se verifica es el Mesías, y el destinatario de su sacrificio redentor, la humanidad entera. Se extienden los privilegios de Israel a los individuos de todos los pueblos. El protagonista de esta segunda parte de Biblia es Jesús, el Mesías de los cristianos, quien sella esta Nueva Alianza con la efusión de su sangre en el monte Calvario. La moral que aparecía en el Antiguo Testamento es llevada a su más alto grado de desarrollo por Jesús en el Sermón de la Montaña, donde Dios se convierte en el Padre de las Misericordias.
   El Nuevo Testamento se escribe en su totalidad en el siglo I DC. Los 27 libros que lo integran se organizan en un único canon, válido para toda la cristiandad, que los divide en cuatro grupos:
1- Los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan);
2- Libros Históricos (los Hechos de los Apóstoles);
3- Libros Doctrinales (las Epístolas: Pablo, Pedro, Santiago, Judas, Juan);
4- Libro Profético (Apocalipsis).
   Esta parte de la Biblia no es considerada sagrada para los judíos, ni creen que Jesús sea el Mesías que aún esperan.

Palestina en la época de Jesús: Palestina formaba parte del Imperio Romano como provincia adscripta a la de Siria, regida por un procurador que ejercía la autoridad política y militar (Poncio Pilatos en el momento de la muerte de Jesús). Se dividía en cuatro regiones: Judea al sur, núcleo cultural y religioso de la nación; Galilea al norte, en contacto con los gentiles (o sea, extranjeros, personas no judías); Samaria en el centro; y Perea al otro lado del Jordán.
La autoridad civil y religiosa estaba en manos del Gran Sanedrín, consejo integrado por miembros de la alta casta sacerdotal. Éstos eran los escribas, fariseos y saduceos. El Sanedrín entendía en causas civiles y religiosas entre hebreos, pero las penas más graves, como la ejecución, eran resueltas por el poder romano.
Los escribas eran los sabios de la Ley, sus intérpretes. También se les llama Doctores de la Ley. Eran los maestros y rectores intelectuales del pueblo.
Los fariseos constituían la aristocracia religiosa. Se destacaban por el extremo cumplimiento de la Ley. Fueron criticados por Jesús porque no distinguían los valores de lo meramente ornamental en los preceptos, y habían convertido la religión en el cumplimiento externo de las disposiciones.
Los saduceos, numerosos en el alto sacerdocio, formaban la aristocracia social y económica. Eran odiados por el pueblo porque siendo la clase alta, colaboraban con el poder opresor de turno, fuesen griegos primero y más adelante romanos, para sostenerse en el poder. Caifás, por ejemplo, Sumo Sacerdote del Sanedrín y que condujo a Jesús para que fuera ejecutado por Poncio Pilatos, era saduceo.
Los publicanos eran los hebreos que habían arrendado al Imperio Romano el derecho a cobrar los impuestos. El Imperio les exigía determinada cantidad, y ellos podían fijar el valor que quisieran. El pueblo judío los despreciaba, por considerarlos serviles al enemigo (traidores).

Los Evangelios: El nombre “Evangelio” proviene del griego y significa “buena nueva”, “buena noticia”. Alude al advenimiento de Cristo, considerado el Mesías para los cristianos.
Es difícil precisar el género al que pertenecen. Simplificando la cuestión, se podría decir que son biografías apologéticas donde se relata la vida, muerte y resurrección de Jesús, pero el punto es que hay elementos de varios géneros en su composición, como varios tipos de narración (como la parábola), el diálogo, himnos, oraciones breves, etc. Por otra parte, aunque tienen una base histórica, no se constituyen en tratado histórico porque también contienen partes basadas en la imaginación, y no fueron escritos por historiadores, sino por hombres de fe.
Los Evangelios son divididos tradicionalmente en cuatro, a partir de los autores a quienes se les atribuyen. Así tenemos el Evangelio según San Mateo (el publicano Levi que fue discípulo de Jesús), escrito en arameo, y al cual los Viejos Padres de la Iglesia ubican primero porque consideran que los primeros pensamientos eran de Mateo; el Evangelio según San Marcos (discípulo y compañero del apóstol Pedro), que es el más primitivo de todos; el Evangelio según San Lucas (discípulo del apóstol Pablo); y el Evangelio según San Juan (discípulo y amigo de Jesús). Estos tres últimos fueron escritos en koiné o griego popular.
Para la composición de la obra los evangelistas se basaron en dos fuentes: el conocimiento directo de los hechos, en el caso de Mateo y Juan, ambos discípulos de Jesús; y la catequesis o exposición oral del Evangelio, ya que antes de ser fijado por escrito, fue predicado oralmente.

La figura de Jesús: Jesús es presentado como un personaje histórico del cual se nos aportan datos como nombre, familia y linaje, amigos y género de vida, ubicado en una época y en un lugar geográfico determinables. Investigadores corroboran la existencia histórica tanto del protagonista del Evangelio como de muchos personajes mencionados junto a él.
   En el relato bíblico hay dos versiones del lugar de nacimiento de Jesús: según Mateo y Lucas, nace en un pesebre en Belén, provincia de Judea, cuando María y José, sus padres, viajan para ser censados; pero según Marcos y Juan, nació en Nazaret, provincia de Galilea, lugar donde habitaban sus padres. La investigación histórica no tiene claro cuál es la versión correcta. Lo que sí se sabe es que en ese tiempo nacer en Belén para quien sería considerado Mesías, era mucho más adecuado que nacer en Nazaret, ya que se anunciaba que el Mesías sería descendiente del rey David y vendría al mundo en su misma ciudad de nacimiento (Belén). Nazaret, en cambio, no era una ciudad prestigiosa. Lo más probable, por tanto, es que haya nacido en Nazaret, por eso se lo conoce como Jesús de Nazaret o el Galileo.
   Poco se narra en los evangelios acerca de la niñez y juventud de Jesús, y acerca de su familia. Se asevera que su padre, José, era carpintero, y seguramente también Jesús lo fuera, De María se resalta siempre su pureza y virginidad. Llegados sus 30 años de edad, aproximadamente, Jesús comienza a predicar, recorriendo Galilea y Judea. Los 12 discípulos que escoge eran habitantes de Galilea. Entre ellos había pescadores y publicanos, individuos que no tenían prestigio social alguno en su comunidad.
   Además de su prédica a través de parábolas y sermones, incluyendo el célebre Sermón del Monte, realizado cerca de Cafarnaum, donde aparecen las principales ideas del cristianismo, se le atribuyen diversos milagros, como multiplicación de alimentos, dominio de elementos naturales (caminar sobre el agua, calmar una tormenta), sanaciones, expulsión de demonios y hasta resurrecciones (la más famosa es la de Lázaro).
   Finalmente, entra en Jerusalén en lomo de burro acompañado de sus discípulos para celebrar la Pascua. Esa noche se da lo que se conoce como La Última Cena, donde Jesús anuncia que Judas Iscariote lo traicionará. Finalizada la cena, Jesús va a orar con sus discípulos al huerto de Getsemaní, lugar donde lo apresa un grupo armado guiado por Judas. Conducen a Jesús al palacio de Caifás, sumo sacerdote del Sanedrín, donde se lo acusa de blasfemo y se lo envía al Procurador romano, el Prefecto Poncio Pilatos. Como éste no encuentra culpa en él se lo envía a Herodes Antipas, Tetrarca de Perea y Galilea, quien tampoco lo halla culpable y se lo devuelve al Procurador. Pilatos ordena azotar a Jesús suponiendo que con este cruento castigo los integrantes del Sanedrín se conformarían, pero no fue así, y continúan exigiendo su ejecución. Finalmente, Pilatos ordena su crucifixión, que era el castigo usual contra delincuentes en el Imperio Romano.
   Los cuatro evangelios narran que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día, y que se apareció a sus discípulos en varias ocasiones, hasta finalmente ascender al cielo.
   Humanamente aparece como un arquetipo, con una extraordinaria personalidad que destaca en todo el texto. Cambió con sus enseñanzas la escala de valores que regía la conducta humana. Con él se inició una nueva religión, modificando la antigua, extendiendo a todos los hombres las obligaciones y privilegios que anteriormente eran privativos del pueblo elegido.
   Los cristianos le consideran un ser sobrehumano, hijo de Dios y Dios mismo (es el misterio de la Santísima Trinidad, en que Dios es uno, pero está conformado por tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), el Mesías prometido a Israel.

La idea de Dios con el advenimiento de Jesús:  Al llamarse Jesús hijo de Dios, la figura de la divinidad se modifica. La religión nacional con Jesucristo se hará universal. El Salvador será un salvador personal, pero la salvación será un privilegio colectivo. Nadie se salva solo. Aparece la idea de encarnación: Dios se vuelve carne para vivir entre los hombres.
Dios es único y trascendente, y es quien busca al hombre. Lo perfecto desciende a lo imperfecto para elevarlo por medio del amor. Jesús, que ama al Padre y es amado por Él, se presenta como paradigma. En su persona se dará la muerte y resurrección, y por todo esto se presenta como el Mesías. Pero los hebreos esperaban un salvador material, triunfante, y se encuentran con un ser aparentemente débil que pregona la mansedumbre. Aquí se plantea el problema del libre albedrío. El enviado de Dios sólo puede ser reconocido por la fe y ésta no es jamás impuesta, sino optativa.
A este dios se lo conoce mediante la experiencia. Se requiere la inteligencia, pero más la fe. San Agustín decía: “Creo para entender”. La fe es un acto de confianza sometida a duras pruebas. El cristiano no escapará al dolor, pero tendrá la confianza de que Dios lo salvará. El cristianismo propone un código moral nuevo respecto a muchos de los principios vertidos en el Antiguo Testamento. La verdad, la caridad y la humildad deben sustituir a la hipocresía, al egoísmo y la soberbia. El temor de Dios, idea que ya está en el libro de la Sabiduría, será el miedo a salirse del mensaje divino, posibilidad dada por la libertad que se tiene (el libre albedrío). Por eso la vida del cristiano es una aventura y sus dos tensiones son: ser perfecto en la tierra como lo es la divinidad, y aceptar que el reino divino no es de este mundo.
   Todos estos cambios apuntan a un tipo de Alianza diferente entre Dios y el ser humano con respecto a la alianza planteada en la Tanaj hebrea. Y esto también responde a cambios procesuales en mentalidad, valores y circunstancias históricas. Se pasa de un concepto de Dios más duro y exigente, porque así era la vida de los hebreos, al concepto de un Dios Padre. Lo mismo ocurre con el pasaje de la ley del Talión, heredada del código de Hammurabi (ojo por ojo y diente por diente) a la ley del Perdón propuesta por Jesús en diversos pasajes de los Evangelios. La imagen de Dios cambia, cambia la Ley, y cambia la moral, que deja de lado la imprescindible demostración pública del Antiguo Testamento y predica la comunicación íntima del creyente con Dios, y el realizar buenas obras en secreto para la comunidad, porque Dios lo sabrá sin necesidad de exponerlo públicamente.
   El Nuevo Testamento propone una visión de Dios, del ser humano y del mundo, conceptualmente diferente a la propuesta por el Antiguo Testamento. En algunos aspectos las diferencias son radicales, por eso podemos afirmar que la prédica de Jesús fue pacifista, pero también revolucionaria.