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lunes, 1 de junio de 2020

INFORMACIÓN SOBRE BIBLIA

INFORMACIÓN SOBRE BIBLIA


.- El antiguo pueblo hebreo-.

   Los orígenes del pueblo hebreo son tan antiguos, que pocas son las certezas respecto a fechas y acontecimientos de su prehistoria. Los primeros datos concretos aparecen en los libros de la Biblia correspondientes al Antiguo Testamento, donde encontramos referencias históricas, algunas de las cuales no se corresponden a la investigación histórica ajena a los textos religiosos. Lo que se puede afirmar, en definitiva, es que la mayor parte de los pueblos del Cercano Oriente (semitas) pertenecen a un grupo de tribus pastores nómades que habitaban en los desiertos sirio- arábigos desde el 23 AC aproximadamente. Algunas de estas tribus se fueron constituyendo en pueblos, estableciéndose en las tierras más favorables para la supervivencia, cumpliendo un proceso de sedentarización que llevó muchos años. Es el caso de árabes, asirios, caldeos, hebreos, etc. En el Antiguo Testamento de Biblia se afirma que Abraham, el patriarca más antiguo de los hebreos, salió de la ciudad de Ur -Kasdim (Ur de los caldeos), ubicada en algún punto de Mesopotamia.
   Por el año 2000 antes de nuestra era, los israelitas, que habitaban en las riberas del Éufrates, comienzan a emigrar hacia el norte. Este tipo de situaciones son mencionadas en el libro del Génesis de Biblia, constituido mayormente por leyendas patriarcales que tienen base histórica, pero sufrieron modificaciones con diversos objetivos a lo largo del tiempo.Por esta razón los datos no son del todo seguros.Uno de los procedimientos más comunes en las leyendas patriarcales es personificar los acontecimientos colectivos, presentándolos como ejecutados por una sola persona. Por ejemplo: Tera, descendiente de Heber (nombre del cual procede el término "hebreos"), padre de Abraham, abandonó Ur -Kasdim junto con Abraham y Lot para establecerse al norte de Mesopotamia, en Haram. De allí Abraham y Lot se dirigen hacia el oeste, a Canaán. Luego de una breve estadía en Egipto, vuelven a reestablecerse en Palestina. Allí se dividieron en diversas tribus. Se habla nuevamente de una importante migración a Egipto (corresponde a la época de José). Pero debido a que en Egipto fueron esclavizados y maltratados, huyen a la península del Sinaí. En Biblia se enfatiza la personalidad de Moisés como conductor del pueblo, saliendo al desierto en busca de la tierra prometida. Con Moisés termina la primera etapa histórica del pueblo hebreo, el período de los Patriarcas, que tiene como integrantes destacados a Abraham, Jacob y Moisés. 
   La segunda etapa es la que se conoce como período de los Jueces, que comienza con Josué, hijo de Moisés, y tiene como otro destacado a Samuel. En este período se produce la guerra contra los filisteos y la unificación de las 12 tribus. La tercera etapa es el período de los Reyes, en que derrotan finalmente a los filisteos y viven un momento próspero y unificado. Los reyes más destacados son David y Salomón. A la muerte de Salomón los hebreos vuelven a dividirse, ingresando en el período del Cisma. Se conforman dos reinos, el de Israel (capital Samaria) y el de Judá (capital Jerusalén). Cuando esto ocurre, comienzan a surgir profetas que defienden el legado de Yaveh, y anuncian el advenimiento de un Mesías. El reino de Israel es conquistado por los asirios, y el de Judá, tiempo después, por los babilonios. Allí se da la deportación de los hebreos a Babilonia, lo que se conoce como etapa del Destierro, donde viven cautivos hasta el ascenso del imperio Persa, en que el emperador Ciro permitió a los israelitas volver a sus tierras y reconstruir el Templo de Jerusalén, aunque permanecían bajo el dominio persa. Cuando Alejandro Magno derrota a los persas, Israel también formaba parte del imperio derrotado, así que cambia de manos, y luego de la muerte de Alejandro varias veces va cambiando de dominio, pero siempre permanecían como nación dominada por otras más poderosas. Luego de sentirse esclavizados por los griegos, que pretendían imponer sus costumbres y religión, los hebreos se rebelaron y se mantuvieron como reino independiente durante aproximadamente cien años.
   Pero los hebreos cayeron nuevamente bajo el dominio de un imperio poderoso, esta vez el Romano. En este período, afirma la Biblia, nació Jesús de Nazaret, bajo el reinado de Herodes el Grande. Años después, bajo el gobierno de su hijo Herodes Antipas, con Poncio Pilatos como gobernador de Judea, y Caifás como Sumo Sacerdote, Jesús sería crucificado.

Palestina-.

   En este país se desarrolló la mayor parte de la vida del pueblo hebreo. Conoce varias denominaciones. En Biblia se le llamó Canaan, nombre con el cual designaban a la tierra prometida. Más tarde se impone la denominación de Palestina, que significa "tierra de los filistim o filisteos". Los griegos hicieron extensivo este nombre a toda la comarca. Cuando Palestina se convirtió en la patria de la religión cristiana, se la llamó Tierra Santa.
   Ubicación geográfica: al Norte limita con Siria, al Oeste encontramos el Mar Mediterráneo, al Sur el desierto arábigo, y al Este el desierto de Siria. Ubicado entre África y Asia, el territorio toma valor estratégico por ser lugar obligado de pasaje de ejércitos, ideas y tráfico comercial.
   Fue escenario de la lucha entre grandes potencias durante distintos períodos históricos: Babilonia, los Hititas, Assur, los Persas, el Imperio Griego de Alejandro, los Seléucidas, los Kalifas de Bagdad, los ejércitos de la primera guerra mundial, el conflicto actual entre el estado de Israel y Palestina. De la misma manera, grandes rutas comerciales la atravesaban, como la que unía Tiro con Damasco, etc.
Regiones naturales: la división natural del territorio permitió que se diferenciaran varios grupos (tribus). Encontramos una zona de Costa, una meseta al oeste del Jordán, el valle del Jordán y la meseta al este del Jordán, con lo cual tenemos dos zonas altas y dos bajas, propicias para modos de vida muy diferentes, con montañas nevadas por un lado y región tropical por otro, desiertos y valles fértiles, permitiendo la labranza y el pastoreo según el lugar.

La escritura-.

   El descubrimiento que revolucionó el mundo y que constituye uno de los adelantos más grandes de la humanidad, la invención de la escritura alfabética, pertenece a los semitas. Cuando se pasó del ideograma (Egipto), y los caracteres cuneiformes (pictogramas), a representar cada sonido elemental con un signo gráfico, se simplificó la escritura y se transformó en un instrumento preciso para el desarrollo de cualquier idea. El uso de la escritura es un hecho muy antiguo entre los hebreos: se puede afirmar que conocían la escritura ya en su establecimiento definitivo en Canaan, a fines del segundo milenio AC.
   Para cada consonante existe un signo. El alfabeto hebreo posee 22 letras. De estas 22 letras se derivaron casi todos los alfabetos del mundo. La dificultad principal de estos sistemas de notación gráfica era la ausencia de vocales. Se escribían solamente las consonantes, de derecha a izquierda, y las vocales se sobreentendían (el lector debía completar los espacios vacíos entre consonantes). Esto entrañaba graves inconvenientes, más tratándose de literatura religiosa. Se cambiaba a menudo el sentido de las frases con sólo vocalizar de otra forma o unir sílabas de otras palabras. Primero se emplearon las consonantes llamadas quiescentes, que servían de guía, pues se conocían las vocales a las que se asociaban; luego se idearon sistemas gráficos más completos para representar las vocales. Existieron dos: el Palestiniano y el Babilónico.

La lengua-.

   La denominación de lenguas semíticas proviene del Capítulo X del Génesis, donde se habla de tres clases de lenguas, cuyos nombres derivan de los hijos de Noé: Jaféticas (de Jafet), Camíticas (de Cam) y Semíticas (de Sem).
   Las principales lenguas semíticas son:
Al sur: el árabe y el etiópico.
Al oeste: el babilónico y el asirio.
Al norte: el arameo, del cual derivó el siríaco; su dialecto principal es el samaritano.
Al este: el fenicio y el hebreo, con el cananeo y el moabita.
   Debe de haber existido una lengua madre, pero es desconocida. Y todas presentan caracteres de lengua derivada, lo que descarta la hipótesis de que una de ellas pudiera ser la original.

.- BIBLIA-.





   Los hebreos no poseían ninguna palabra especial para designar el conjunto de libros sagrados. Le llamaban simplemente T.N.K (Tanaj), aludiendo a la división tripartita que establecieron según el orden cronológico y temático de los libros. La sigla reúne la Torah (la Ley, denominada Pentateuco por los cristianos), Nebiim (los profetas, o sea, los libros proféticos) y Ketubiim (otros escritos, que reúne los libros poéticos y algunos históricos).


T.N.K.

Torah o Ley
1- Génesis
2- Éxodo
3- Levítico
4- Números
5- Deuteronomio

Nebiim Rischoniim
o Primeros Profetas
6- Josué
7- Jueces
8- Samuel I y II
9- Reyes I y II
Nebiim Akharoniim
o Últimos Profetas
10- Jeremías
11- Ezequiel
12- Isaías
13- Los Doce Menores

Ketubiim
Hagiógrafos
o Escritos
14- Ruth
15- Salmos
16- Job
17- Proverbios
18- Ecclesiastés
19- Cantar de los Cantares
20- Lamentaciones
21- Daniel
22- Esther
23- Esdras -Nehemías
24- Crónicas I y II

   Éste es el detalle de los libros que constituyen la T.N.K, que equivale al Antiguo Testamento de la Biblia cristiana. La sigla pone de manifiesto la pluralidad de sus elementos constitutivos, no solamente porque consta de muchos libros, sino porque además esos libros son heterogéneos en cuanto a autores, época en que fueron escritos, y géneros a los que pertenecen (hay libros de base narrativa, como parábolas y crónicas, otros son poemas líricos, etc.)
   Los griegos, basándose en la forma externa, les llamaban “Los Libros” o los “Santos Libros” (Bibliae), pero los cristianos latinos, al traducir la palabra griega, la adaptaron a sus ideas, y de un neutro plural hicieron un femenino singular (Biblia).
   El error se aceptó y generalizó al traducirse esta palabra a las lenguas romances: Bible, etc. Así nos encontramos hoy con que designamos un conjunto de libros (una biblioteca, como decían en la Edad Media) con una palabra que nos hace pensar en un todo unitario y armónico. Esta modificación parte de la conveniencia religiosa de considerar el todo y no las partes, de hacer venerar el conjunto y evitar el estudio parcial del mismo. Es una consecuencia, en último término, de las resoluciones tomadas por el Concilio de Trento (siglo XVI) y antes de éste por los Padres de la Iglesia (primeros siglos de la Iglesia), de imponer la tradición frente al criterio del libre examen.
   Pero la Biblia no se compone solamente de la antigua Tanaj judía, sino que le agrega 27 libros más, incluidos dentro de lo que se conoce como Nuevo Testamento, que luego se detallarán. Por tanto, a la heterogeneidad original de los textos hebreos antiguos, debe sumársele el cambio conceptual entre Antiguo y Nuevo Testamento.

¿Qué significa testamento?

   Los hebreos empleaban la palabra “Alianza” para designar la relación del pueblo elegido con su Dios Yaveh, pues consistía en pactos o compromisos mutuos. Los cristianos emplearon también este término y en especial Jesús, al hablar del vínculo de Dios Padre con los hombres. Después de Jesús, se comienza a hablar de la Antigua y Nueva Alianza, en el sentido paternal que él daba a la palabra. Los latinos, siguiendo el mismo criterio que cuando tradujeron la palabra “Biblia”, como en griego alianza se dice diatheké (que también significa testamento), vertieron solamente uno de los significados: Testamentum. Se falseó de nuevo el concepto hebreo, pues de la idea de la igualdad de las partes contratantes en una alianza, se pasó al concepto de testamento, que por ser tal, hay que aceptar sin discutir y cuya duración es eterna, mientras que entre los hebreos, fueron varias las alianzas entre Dios y su pueblo. Como en el caso de la Biblia, se pasa de lo heterogéneo a lo unitario, de la responsabilidad individual y del libre albedrío a la obligación.

Canon-.

   Es una palabra griega que expresa un concepto exclusivamente occidental. Significa “bastón que sirve para medir”. Es la unidad de medida, el término de comparación. Del terreno físico, material, se pasó al dominio de lo moral y se decía: regla de las costumbres o canon de las costumbres. Canon significa regla. Las cosas que se miden con respecto a él se llaman canónicas o no canónicas y cuando esa medida es aceptada y publicada y es impuesta a un grupo de personas por una asamblea, se dice que está canonizada (aceptada de acuerdo al canon o regla). Los hebreos no conocían estos conceptos de aceptación oficial o definitiva, hecha por una asamblea, como se usaba entre los cristianos. Ellos discutían libremente en la Sinagoga sobre los libros sagrados, y su respeto se manifestaba, más que nada, desde el punto de vista material: eran libros que había que manejar, tocar con ciertas precauciones: están cargados de espíritu divino y sólo los sacerdotes los tocaban en ciertas solemnidades. Fuera de esta veneración, cada hebreo era libre de pensar a su criterio sobre la inspiración del Cantar de los Cantares, o de Esther, etc.
   Existen tres cánones: el Canon Hebreo (los libros están agrupados con criterio histórico o cronológico, no aparecen los llamados libros Apócrifos), el Canon Alejandrino (los 45 libros que lo componen se agrupan por géneros literarios, e incluyen los libros Apócrifos), y el Canon Transaccional o Ecléctico (respeta el núcleo tradicional de la Ley, no acepta los Apócrifos; son 18 libros ordenados por género). Aclaración: apócrifo significa escondido, secreto. Para los hebreos, apócrifo implicaba autor desconocido; para los griegos, libros que sólo podían conocer los iniciados. Cuando los griegos quisieron helenizar a los demás pueblos, entre ellos al hebreo, se aprovecharon de esta literatura secreta para mandatar creencias y rituales, de allí que para los hebreos la palabra apócrifo tomó la significación de "sospechoso".


Historia del texto -.

El texto hebreo: Los libros canónicos de la Antigua Alianza fueron escritos originariamente en hebreo, menos algunos fragmentos que están en arameo. Los apócrifos fueron escritos en griego, aunque se insiste siempre en la existencia de un original hebreo que nunca apareció.
   Lo que es seguro, por tanto, es que los que son de procedencia hebrea son los manuscritos que poseemos de los textos de los libros canónicos. Y presentan dos características sorprendentes: 
1- Son de época relativamente reciente. El Canon Hebreo se cerró en el siglo II DC, y los manuscritos conservados son de siete siglos después (IX DC). Es realmente raro tratándose de obras religiosas, carácter que acentúa la tendencia a conservar lo antiguo. 
   Los manuscritos de la Nueva Alianza, siendo mucho más moderna, pertenecen a los siglos IV y V DC. Con los Apócrifos ocurre lo mismo. Se da la paradoja, entonces, de que los manuscritos más recientes son de los libros de procedencia más antigua, y los manuscritos más antiguos, son los de los libros más modernos.
2- A pesar de ser numerosas, las diversas copias manuscritas no presentan variantes de importancia, a no ser en pequeños detalles atribuibles al descuido de los copistas.
   Frente a esta ausencia completa de manuscritos a partir de cierta época, y a la uniformidad sospechosa que presentan los que existen, los críticos han pensado en la probabilidad de un trabajo de fuente judía, tendiente a la fijación e imposición de un texto único, al igual que lo que hicieron los árabes con su libro sagrado. Así como con el Corán, el Tercer Califa Othman resolvió reunir el mayor número posible de manuscritos, elegir el mejor, corregirlo, completarlo, y quemando los demás, declararlo la Copia Tipo, el Texto Único, algo muy parecido debieron hacer los rabinos de los siglos VI al IX D. C. A este trabajo se le llamó Masora (tradición).
   Algunos han querido resolver el problema diciendo que por tratarse de una obra religiosa, éste sería el texto primitivo que no sufrió variantes (es decir que llegó hasta nosotros tal como salió de los que lo escribieron). Pero hay dos hechos fundamentales que se oponen a esto: 1- El Pentateuco Samaritano, conservado desde su separación en siglo V A. C., difiere sensiblemente del actual texto masorético. 2- Las traducciones nos permiten seguir el proceso de variaciones del texto primitivo que hubieran llegado hasta nosotros de no mediar la unificación ya mencionada.
   Para entender el concepto de texto masorético, debemos saber qué es la Masora. Fue una comisión depuradora integrada por hebreos cultos, que entre los siglos VI y IX DC, disponiendo de una respetable cantidad de manuscritos antiguos del Tanaj con ciertas variantes, decidieron realizar una versión definitiva, fijando el texto, realizando notas y comentarios sobre el mismo (separaron palabras, vocalizaron, dividieron en frases o versículos, numeraron versículos). Esas variaciones eran lógicas, resultado de la transmisión de los textos durante 12 siglos, pero el problema es que los masoretas actuaron en una época donde no existían ciertos adelantos tecnológicos que permiten trabajar de otra manera sobre manuscritos antiguos. El resultado es que destruyeron gran cantidad de documentos que ahora serían de valor inestimable para investigar los procesos de modificaciones de los textos, entender de otra manera esos cambios, etc.

Versiones griegas: La más antigua de las traducciones es la llamada Versión Alejandrina o de los Setenta. Esta última denominación se debe a un relato legendario que señala como milagro la traducción del hebreo al griego: según San Justino, 70 sabios se habían encerrado en 70 celdas, y cada uno, separadamente, hizo la traducción completa, concordando todas las traducciones hasta en los más mínimos detalles. Pero yendo al relato histórico, lo más probable es que esta traducción se haya hecho lentamente, durante el transcurso de dos siglos, y recién se completara al comienzo de la era cristiana. Por eso es una obra despareja, carente de unidad tanto en método como en estilo.
   Luego vinieron otras versiones, que hicieron una revisión de la de los Setenta, como la de Aquilas y la de Theodocion.

Versiones semíticas: Dentro de las versiones semíticas podemos encontrar la árabe (cuando el advenimiento del Islam), la aramea (lengua que hablaban los judíos en esa época), la samaritana (los samaritanos se separaron de los judíos e hicieron su propia versión del Pentateuco), y la siríaca (lengua empleada por los cristianos mesopotámicos).

Versiones latinas: El griego era una lengua corriente en Roma, por eso se empleó durante mucho tiempo la versión griega de los Setenta en la Iglesia de Occidente. Pero a fines del siglo II DC aparece la Vetus Latina (vieja versión latina), primera versión de la Biblia en latín. Más adelante, cuando se produce una reacción en contra de la versión de los Setenta, San Jerónimo, a pedido del Papa Dámaso I, traduce directamente del hebreo a fines del siglo IV DC. Fue en el siglo VIII DC que Carlomagno la proclama como versión oficial en sus dominios. Luego de ser revisada, se considera como oficial para toda la Iglesia de Occidente. Finalmente recibió la denominación de Vulgata, por ser la más conocida y corriente. Durante el Renacimiento, en el siglo XVI, el Concilio de Trento la proclamó Biblia de la Iglesia Católica.

Versiones modernas: Las mejores son aquéllas en las que el autor ha consultado cuidadosamente muchas versiones anteriores. El traductor de la Biblia debe seguir un camino diferente al de los traductores de otras obras, quienes deben tomar como base el texto en la lengua original, y consultar las traducciones a otros idiomas, incluyendo el suyo propio. Aquí debe seguir el camino contrario, o sea, defenderse del texto hebreo intervenido por la Masora, y recurrir a las traducciones o al Pentateuco Samaritano, en busca del verdadero sentido. Ésta es la posición moderna.


El Antiguo Testamento-.

   Es el conjunto de libros al que los judíos consideran sagrado (la Tanaj o T.N.K.), y que constituye la primera parte de la Biblia Cristiana. Su  constitución heterogénea en autores, épocas y géneros ya fue mencionada. Recordemos que los hebreos no hablaban de testamento, sino de alianza. Esta Alianza se celebró, según la tradición hebrea, entre Yaveh (su dios) y el pueblo elegido (el hebreo), cuyo representante fue Abraham, y se confirmó años después entre Yaveh y Moisés como representante del pueblo hebreo.
   Siendo la literatura bíblica primordialmente religiosa, debemos considerar las características del pensamiento religioso hebreo en el Antiguo Testamento
a) Monoteísmo. Los partidarios del evolucionismo religioso consideran que el monoteísmo del pueblo hebreo fue la cúspide de un proceso que comenzó, como en todos los pueblos antiguos, con una etapa politeísta (adoración de muchos dioses). Pasada esa etapa, los hebreos fueron monolátricos, o sea que consideraban que existían muchos dioses, pero ellos adoraban exclusivamente a uno, Yaveh (yo soy el que soy), a quien consideraban el dios del pueblo hebreo. Esa etapa religiosa monolátrica en que se rinde culto al dios del pueblo, gestando así una religión nacional, se denomina enolatría. Finalmente, dejan de considerar la existencia de otras divinidades y aseguran que sólo existe un dios, el suyo, Yaveh. Es lo que se considera como monoteísmo.
b) Alianza. Así como Yaveh es el dios del pueblo hebreo, "Israel es el pueblo de Yaveh". Esta identificación descansa en la idea de pacto o alianza  entre la divinidad y su pueblo elegido, cuya primera formulación hallamos en el libro del Génesis, en la historia del patriarca Abraham. En ese pacto, Yaveh se compromete a brindar protección y ayuda al pueblo hebreo, simbolizadas en la bendición; a concederle lo que se conoce como "la tierra prometida", un lugar fértil donde instalarse y prosperar, algo muy valioso para un pueblo nómade; a otorgarle descendencia numerosa como las arenas del mar y las estrellas del cielo; y el señorío sobre las demás naciones. Por su parte, Abraham, en representación del pueblo hebreo, promete fidelidad y acatamiento a la voluntad de Yaveh, y a adorarlo exclusivamente a él. Para sellar el acuerdo, se realiza el rito de la circuncisión (la sangre vertida es de varón, ya que es una sociedad patriarcal), por el cual cada descendiente de Abraham toma parte de su herencia y acepta su obligación frente a Yaveh.
   Este pacto fue formulado por segunda vez en Egipto, con Moisés como representante del pueblo hebreo, y constituye la confirmación de la alianza entre Yaveh y Abraham.
c) Moral. Por ser creador del ser humano, Yaveh tiene derechos sobre él, y en virtud del pacto, más aún sobre los hebreos. Por eso es legislador, y su ley es considerada santa, tendiente a asegurar la salud y felicidad del individuo y de la sociedad. Dios es el único conocedor de "la ciencia del bien y del mal", y por tanto prohíbe lo que daña u obstaculiza la perfección del hombre y la felicidad del pueblo.
   La Ley, organizada en mandamientos, es proclamada en el monte Sinaí por Moisés. Se deduce que dicha Ley no es sino una formulación ordenada de preceptos religiosos y morales conocidos desde antiguo por el pueblo (aunque no siempre respetados), e incluso algunos de sus mandamientos (no los religiosos) ya habían aparecido en el Código de Hammurabi de los babilonios, con quienes los hebreos habían mantenido contacto cuando habitaron la Mesopotamia. Después de una introducción en la que se proclama el derecho de Yaveh a legislar, se prohíbe el politeísmo, la idolatría y la vana invocación del nombre de Dios en el juramento, y se ordena la observancia del sábado como día de descanso. Se impone honrar a los padres, se prohíbe matar, fornicar, robar, mentir y calumniar, al igual que codiciar los bienes ajenos, incluyendo entre éstos a la mujer del prójimo. Es lo que se conoce como el Decálogo, los diez mandamientos que son la base de la moral de judíos y cristianos.
   Además del Decálogo, Moisés también recibió un completo código que regula la vida familiar, colectiva y nacional, la organización política y el culto religioso.
   Las obligaciones y responsabilidades morales se fueron desplazando desde el plano social al plano personal. El pecado es un delito que perjudica al pueblo, y a todo el pueblo interesa su castigo y purificación; pero cada vez se ve con mayor claridad que religión y moral no son solamente el nexo que une a Israel con Yaveh, sino también el que une a cada hombre con Dios; así la Alianza se transforma en un pacto de persona a persona.
   En cuanto a los preceptos de alcance social, político, penal y contractual, el código mosaico refleja el grado de civilización y cultura de los pueblos de la época, El Yaveh del Antiguo Testamento está inmerso en la dureza y crueldad de los tiempos antiguos.
d) Mesianismo. Comprende dos creencias fundamentales: el futuro advenimiento de un Mesías, y el papel rector de Israel sobre los demás pueblos.
Ya en las primeras formulaciones de la Alianza se atribuye a la descendencia de Abraham, y muy especialmente del rey David, ese papel mesiánico, en su doble alcance de un salvador personal (afirman que el Mesías sería descendiente del rey David) y de un privilegio colectivo. En el capítulo III del Génesis se pone en boca de Yaveh, la promesa de un vencedor del espíritu del mal que se había encarnado en la serpiente tentadora.
   En torno a dos condiciones se agrupan los vaticinios: la de rey invencible, dominador de pueblos; y la de sacerdote y víctima, redentor de hombres. Según las vicisitudes históricas, los profetas e intérpretes destacarán uno u otro de sus aspectos, y el pueblo, doblegado y oprimido por fuerzas extranjeras, se forjará su propio Mesías con aquellos rasgos que más colmen su esperanza. Como sea, ambas visiones coinciden en afirmar que el Mesías traerá paz y justicia en la Tierra, y grandeza al pueblo de Israel.´
e) El Culto. Desde Moisés el culto -antes particular y espontáneo- se transforma en manifestación pública de adoración, acción de gracias, súplica de protección y bienes, y contricción de los pecados. La religiosidad individual se encauza en la liturgia oficial y comunitaria, cuyos detalles fueron prescritos, sin dar espacio a la improvisación personal.
   Una tribu, la de Levi, está adscripta al culto y le sirve total y exclusivamente; una familia, la de Aarón, hermano de Moisés, proporciona, generación tras generación, los sacerdotes; un templo, el de Jerusalén; un culto único: los ritos sacrificiales, los ritos expiatorios, los de purificación, la fiesta del sábado que obligaba al descanso cada siete días y honraba al Señor; la Pascua, cuya liturgia recordaba la huída de Egipto y la misericordia de Yaveh; Pentecostés, que conmemoraba la promulgación de la Ley, eran otras manifestaciones de esa religión.
f) Los Nombres de Dios.  Los más usados son Yaveh (también se puede escribir Yahvé o Yavé), Elohim, Adonai, y algunas veces, El Sadday. Según una tradición hebrea, habría un nombre secreto de Dios, el verdadero, que no se pronunciaba sino una sola vez al año por el Sumo Sacerdote en el Día de la Expiación. Por respeto y sagrado temor, tampoco se escribía.
Yaveh significa “soy el que soy” o “el que es”, y así se presentó Dios a Moisés en la zarza ardiente y es el nombre más usado. Elohim significa “dioses hizo” o “dioses creó”. Adonai se traduce como “el Señor”, y El Sadday como “el todopoderoso”.

El Nuevo Testamento-.

   Nuevo Testamento designa la Nueva Alianza celebrada entre Dios –el creador- y su criatura –el ser humano-. Esta nueva alianza tiene carácter universal y su propósito es redentor, salvador, pues la figura a través de la cual se verifica es el Mesías, y el destinatario de su sacrificio redentor, la humanidad entera. Se extienden los privilegios de Israel a los individuos de todos los pueblos. El protagonista de esta segunda parte de Biblia es Jesús, el Mesías de los cristianos, quien sella esta Nueva Alianza con la efusión de su sangre en el monte Calvario. La moral que aparecía en el Antiguo Testamento es llevada a su más alto grado de desarrollo por Jesús en el Sermón de la Montaña, donde Dios se convierte en el Padre de las Misericordias.
   El Nuevo Testamento se escribe en su totalidad en el siglo I DC. Los 27 libros que lo integran se organizan en un único canon, válido para toda la cristiandad, que los divide en cuatro grupos:
1- Los cuatro Evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan);
2- Libros Históricos (los Hechos de los Apóstoles);
3- Libros Doctrinales (las Epístolas: Pablo, Pedro, Santiago, Judas, Juan);
4- Libro Profético (Apocalipsis).
   Esta parte de la Biblia no es considerada sagrada para los judíos, ni creen que Jesús sea el Mesías que aún esperan.

Palestina en la época de Jesús: Palestina formaba parte del Imperio Romano como provincia adscripta a la de Siria, regida por un procurador que ejercía la autoridad política y militar (Poncio Pilatos en el momento de la muerte de Jesús). Se dividía en cuatro regiones: Judea al sur, núcleo cultural y religioso de la nación; Galilea al norte, en contacto con los gentiles (o sea, extranjeros, personas no judías); Samaria en el centro; y Perea al otro lado del Jordán.
La autoridad civil y religiosa estaba en manos del Gran Sanedrín, consejo integrado por miembros de la alta casta sacerdotal. Éstos eran los escribas, fariseos y saduceos. El Sanedrín entendía en causas civiles y religiosas entre hebreos, pero las penas más graves, como la ejecución, eran resueltas por el poder romano.
Los escribas eran los sabios de la Ley, sus intérpretes. También se les llama Doctores de la Ley. Eran los maestros y rectores intelectuales del pueblo.
Los fariseos constituían la aristocracia religiosa. Se destacaban por el extremo cumplimiento de la Ley. Fueron criticados por Jesús porque no distinguían los valores de lo meramente ornamental en los preceptos, y habían convertido la religión en el cumplimiento externo de las disposiciones.
Los saduceos, numerosos en el alto sacerdocio, formaban la aristocracia social y económica. Eran odiados por el pueblo porque siendo la clase alta, colaboraban con el poder opresor de turno, fuesen griegos primero y más adelante romanos, para sostenerse en el poder. Caifás, por ejemplo, Sumo Sacerdote del Sanedrín y que condujo a Jesús para que fuera ejecutado por Poncio Pilatos, era saduceo.
Los publicanos eran los hebreos que habían arrendado al Imperio Romano el derecho a cobrar los impuestos. El Imperio les exigía determinada cantidad, y ellos podían fijar el valor que quisieran. El pueblo judío los despreciaba, por considerarlos serviles al enemigo (traidores).

Los Evangelios: El nombre “Evangelio” proviene del griego y significa “buena nueva”, “buena noticia”. Alude al advenimiento de Cristo, considerado el Mesías para los cristianos.
Es difícil precisar el género al que pertenecen. Simplificando la cuestión, se podría decir que son biografías apologéticas donde se relata la vida, muerte y resurrección de Jesús, pero el punto es que hay elementos de varios géneros en su composición, como varios tipos de narración (como la parábola), el diálogo, himnos, oraciones breves, etc. Por otra parte, aunque tienen una base histórica, no se constituyen en tratado histórico porque también contienen partes basadas en la imaginación, y no fueron escritos por historiadores, sino por hombres de fe.
Los Evangelios son divididos tradicionalmente en cuatro, a partir de los autores a quienes se les atribuyen. Así tenemos el Evangelio según San Mateo (el publicano Levi que fue discípulo de Jesús), escrito en arameo, y al cual los Viejos Padres de la Iglesia ubican primero porque consideran que los primeros pensamientos eran de Mateo; el Evangelio según San Marcos (discípulo y compañero del apóstol Pedro), que es el más primitivo de todos; el Evangelio según San Lucas (discípulo del apóstol Pablo); y el Evangelio según San Juan (discípulo y amigo de Jesús). Estos tres últimos fueron escritos en koiné o griego popular.
Para la composición de la obra los evangelistas se basaron en dos fuentes: el conocimiento directo de los hechos, en el caso de Mateo y Juan, ambos discípulos de Jesús; y la catequesis o exposición oral del Evangelio, ya que antes de ser fijado por escrito, fue predicado oralmente.

La figura de Jesús: Jesús es presentado como un personaje histórico del cual se nos aportan datos como nombre, familia y linaje, amigos y género de vida, ubicado en una época y en un lugar geográfico determinables. Investigadores corroboran la existencia histórica tanto del protagonista del Evangelio como de muchos personajes mencionados junto a él.
   En el relato bíblico hay dos versiones del lugar de nacimiento de Jesús: según Mateo y Lucas, nace en un pesebre en Belén, provincia de Judea, cuando María y José, sus padres, viajan para ser censados; pero según Marcos y Juan, nació en Nazaret, provincia de Galilea, lugar donde habitaban sus padres. La investigación histórica no tiene claro cuál es la versión correcta. Lo que sí se sabe es que en ese tiempo nacer en Belén para quien sería considerado Mesías, era mucho más adecuado que nacer en Nazaret, ya que se anunciaba que el Mesías sería descendiente del rey David y vendría al mundo en su misma ciudad de nacimiento (Belén). Nazaret, en cambio, no era una ciudad prestigiosa. Lo más probable, por tanto, es que haya nacido en Nazaret, por eso se lo conoce como Jesús de Nazaret o el Galileo.
   Poco se narra en los evangelios acerca de la niñez y juventud de Jesús, y acerca de su familia. Se asevera que su padre, José, era carpintero, y seguramente también Jesús lo fuera, De María se resalta siempre su pureza y virginidad. Llegados sus 30 años de edad, aproximadamente, Jesús comienza a predicar, recorriendo Galilea y Judea. Los 12 discípulos que escoge eran habitantes de Galilea. Entre ellos había pescadores y publicanos, individuos que no tenían prestigio social alguno en su comunidad.
   Además de su prédica a través de parábolas y sermones, incluyendo el célebre Sermón del Monte, realizado cerca de Cafarnaum, donde aparecen las principales ideas del cristianismo, se le atribuyen diversos milagros, como multiplicación de alimentos, dominio de elementos naturales (caminar sobre el agua, calmar una tormenta), sanaciones, expulsión de demonios y hasta resurrecciones (la más famosa es la de Lázaro).
   Finalmente, entra en Jerusalén en lomo de burro acompañado de sus discípulos para celebrar la Pascua. Esa noche se da lo que se conoce como La Última Cena, donde Jesús anuncia que Judas Iscariote lo traicionará. Finalizada la cena, Jesús va a orar con sus discípulos al huerto de Getsemaní, lugar donde lo apresa un grupo armado guiado por Judas. Conducen a Jesús al palacio de Caifás, sumo sacerdote del Sanedrín, donde se lo acusa de blasfemo y se lo envía al Procurador romano, el Prefecto Poncio Pilatos. Como éste no encuentra culpa en él se lo envía a Herodes Antipas, Tetrarca de Perea y Galilea, quien tampoco lo halla culpable y se lo devuelve al Procurador. Pilatos ordena azotar a Jesús suponiendo que con este cruento castigo los integrantes del Sanedrín se conformarían, pero no fue así, y continúan exigiendo su ejecución. Finalmente, Pilatos ordena su crucifixión, que era el castigo usual contra delincuentes en el Imperio Romano.
   Los cuatro evangelios narran que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día, y que se apareció a sus discípulos en varias ocasiones, hasta finalmente ascender al cielo.
   Humanamente aparece como un arquetipo, con una extraordinaria personalidad que destaca en todo el texto. Cambió con sus enseñanzas la escala de valores que regía la conducta humana. Con él se inició una nueva religión, modificando la antigua, extendiendo a todos los hombres las obligaciones y privilegios que anteriormente eran privativos del pueblo elegido.
   Los cristianos le consideran un ser sobrehumano, hijo de Dios y Dios mismo (es el misterio de la Santísima Trinidad, en que Dios es uno, pero está conformado por tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), el Mesías prometido a Israel.

La idea de Dios con el advenimiento de Jesús:  Al llamarse Jesús hijo de Dios, la figura de la divinidad se modifica. La religión nacional con Jesucristo se hará universal. El Salvador será un salvador personal, pero la salvación será un privilegio colectivo. Nadie se salva solo. Aparece la idea de encarnación: Dios se vuelve carne para vivir entre los hombres.
Dios es único y trascendente, y es quien busca al hombre. Lo perfecto desciende a lo imperfecto para elevarlo por medio del amor. Jesús, que ama al Padre y es amado por Él, se presenta como paradigma. En su persona se dará la muerte y resurrección, y por todo esto se presenta como el Mesías. Pero los hebreos esperaban un salvador material, triunfante, y se encuentran con un ser aparentemente débil que pregona la mansedumbre. Aquí se plantea el problema del libre albedrío. El enviado de Dios sólo puede ser reconocido por la fe y ésta no es jamás impuesta, sino optativa.
A este dios se lo conoce mediante la experiencia. Se requiere la inteligencia, pero más la fe. San Agustín decía: “Creo para entender”. La fe es un acto de confianza sometida a duras pruebas. El cristiano no escapará al dolor, pero tendrá la confianza de que Dios lo salvará. El cristianismo propone un código moral nuevo respecto a muchos de los principios vertidos en el Antiguo Testamento. La verdad, la caridad y la humildad deben sustituir a la hipocresía, al egoísmo y la soberbia. El temor de Dios, idea que ya está en el libro de la Sabiduría, será el miedo a salirse del mensaje divino, posibilidad dada por la libertad que se tiene (el libre albedrío). Por eso la vida del cristiano es una aventura y sus dos tensiones son: ser perfecto en la tierra como lo es la divinidad, y aceptar que el reino divino no es de este mundo.
   Todos estos cambios apuntan a un tipo de Alianza diferente entre Dios y el ser humano con respecto a la alianza planteada en la Tanaj hebrea. Y esto también responde a cambios procesuales en mentalidad, valores y circunstancias históricas. Se pasa de un concepto de Dios más duro y exigente, porque así era la vida de los hebreos, al concepto de un Dios Padre. Lo mismo ocurre con el pasaje de la ley del Talión, heredada del código de Hammurabi (ojo por ojo y diente por diente) a la ley del Perdón propuesta por Jesús en diversos pasajes de los Evangelios. La imagen de Dios cambia, cambia la Ley, y cambia la moral, que deja de lado la imprescindible demostración pública del Antiguo Testamento y predica la comunicación íntima del creyente con Dios, y el realizar buenas obras en secreto para la comunidad, porque Dios lo sabrá sin necesidad de exponerlo públicamente.
   El Nuevo Testamento propone una visión de Dios, del ser humano y del mundo, conceptualmente diferente a la propuesta por el Antiguo Testamento. En algunos aspectos las diferencias son radicales, por eso podemos afirmar que la prédica de Jesús fue pacifista, pero también revolucionaria.