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domingo, 7 de febrero de 2021

FERNANDO PESSOA, CREADOR DE HETERÓNIMOS


PARTE 1







  El poeta portugués FERNANDO PESSOA, nacido FERNANDO ANTÓNIO NOGUEIRA PESSOA en la ciudad de Lisboa el 13 de junio de 1888, y fallecido también en Lisboa el 30 de noviembre de 1935, ha sido considerado como uno de los tres escritores emblemáticos de la literatura portuguesa, ocupando el podio junto con el poeta renacentista Luís de Camões y el narrador del siglo XX José Saramago. Hay quienes afirman que Pessoa, más que un autor, constituye una literatura, y esto se debe a su original creación heteronímica.

   Escritores e intelectuales imprescindibles del siglo XX le dedican elogios y le admiran. Harold Bloom, autor de El Canon Occidental lo define como "asombroso", Jorge Luis Borges escribe lo siguiente en el año 1985: "Eres ahora el poeta de Portugal. [...] Escribiste para ti, no para la fama. Juntos, hemos compartido tus versos; déjame ser tu amigo." Octavio Paz sintió tal pasión por la obra de Pessoa, que no sólo realizó diversos estudios sobre la misma, sino que además la tradujo al español. Su compatriota, José Saramago, confiesa que antes de cumplir sus 20 años, tomó contacto con una revista dirigida por Pessoa (Antena) y leyó por primera vez poemas de un tal Ricardo Reis, y en ese momento creyó que Reis era un poeta real. Sólo meses después se enteró que era uno de los heterónimos de Pessoa. Esto y otros conceptos que leyó en esos poemas le empujaron a escribir y publicar en 1984 su novela "El año de la muerte de Ricardo Reis", donde Saramago se imagina un encuentro entre el heterónimo y la sombra de su creador, ya fallecido. Pero el grado supremo en la admiración por el poeta lisboeta, lo encontramos en el italiano Antonio Tabucchi, quien se sintió tan conmovido con su obra, que viajó a Portugal para conocer Lisboa, aprendió portugués, tradujo al italiano la obra del poeta, y escribió varios libros, algunos de ficción y otros de investigación, sobre él.

   Esta fama no acompañó a Pessoa durante su vida. De hecho, si investigadores no hubiesen hallado, luego de su muerte, el famoso baúl donde guardaba sus papeles, en casa de su hermana, la mayoría de su valiosa obra se habría perdido. Porque en vida, apenas publicó un libro, y poemas sueltos en periódicos y revistas de la época. Recién en el último año de su vida tuvo el aliciente de que algunos poetas jóvenes comenzaron a interesarse por su obra y le ofrecieron su ayuda para que pudiera editarla. Aún así, murió sin poder publicar su principal obra: su creación heteronímica.

Definición.-

   El vocablo HETERÓNIMO proviene del griego heteronymos, que significa "que tiene diferente nombre", en el sentido de que es otro nombre para designar lo mismo. ¿Cómo se vincula este concepto con la creación de Pessoa? Pessoa denominó heterónimos a personalidades poéticas ficticias que él inventó. Cada heterónimo posee nombre propio (es un sujeto, aunque ficticio), identidad (un carácter, rasgos psicológicos y culturales, una ideología, rasgos físicos), una biografía, y un estilo creativo propio (una escritura poética autónoma del ortónimo). Definimos como ORTÓNIMO al poeta creador de los heterónimos, o sea, a Pessoa. En definitiva, Pessoa creó a otros poetas. No es equivalente al concepto de seudónimo, porque no se trata de un escritor que escribe con su propio estilo pero bajo otro nombre, con la simple intención de esconder su identidad. El fenómeno de la heteronimia es mucho más complejo.

Génesis.-

  En una carta dirigida a Adolfo Casais Monteiro, del 13 de enero de 1935, el mismo Fernando Pessoa explica cómo surgieron en él los heterónimos: 

 "Desde niño tuve tendencia a crear en torno a mí un mundo ficticio, a rodearme de amigos y conocidos que nunca existieron.  Recuerdo al que fue mi primer heterónimo, o mejor, mi primer conocido inexistente –un tal Chevalier de Pas de mis seis años, mediante el cual me escribía cartas suyas a mí mismo.

   Esta tendencia a crear en torno mío otro mundo, igual a éste, pero con otra gente, nunca se me ha ido de la imaginación.

   Alrededor de 1912 se me ocurrió escribir unos poemas de índole pagana. Esbocé unas cosas en verso irregular, y abandoné el asunto.  Año y medio, o dos años después, di un día en gastarle una broma a Sá-Carneiro, en inventar un poema bucólico, de naturaleza complicada.  Estuve unos días elaborándolo pero no conseguí nada. Un día en el que finalmente desistí –fue el 8 de marzo de 1914- me acerqué a una cómoda alta y tomando un papel comencé a escribir, de pie, como escribo siempre que puedo. Y escribí de corrido treinta y tantos poemas, en una especie de éxtasis cuya naturaleza no conseguiré definir. Fue el día triunfal de mi vida y nunca podré tener otro así. Abrí con un título, El Guardador de Rebaños. Y lo que siguió fue la aparición de alguien en mí, a quien di al momento el nombre de Alberto Caeiro. Discúlpeme lo absurdo de la frase: apareció en mí mi maestro. Una vez escritos estos treinta y tantos poemas, inmediatamente tomé otro papel y escribí, también de corrido, los seis poemas que constituyen Lluvia Oblicua de Fernando Pessoa. Fue el regreso de Fernando Pessoa Alberto Caeiro a Fernando Pessoa él solo. O mejor, fue la reacción de Fernando Pessoa contra su inexistencia como Alberto Caeiro.

   Aparecido Alberto Caeiro, traté al punto de descubrirle unos discípulos. Arranqué de su falso paganismo al Ricardo Reis latente, le descubrí el nombre y se lo ajusté a él mismo, porque entonces ya lo veía. Y de repente, y en derivación opuesta a la de Ricardo Reis, me surgió impetuosamente un nuevo individuo. De golpe y a máquina de escribir, sin interrupción ni enmienda, surgió la Oda Triunfal de Álvaro de Campos –la Oda con ese nombre y el hombre con el nombre que tiene."

   En este fragmento, Pessoa informa al crítico y escritor Casais Monteiro no sólo el proceso de génesis de sus heterónimos, remontándose primero a su niñez, con Chevalier de Pas, sino que además le menciona el día más importante de su vida literaria, que fue cuando "aparecieron" tres de sus heterónimos: 8 de marzo de 1914. Señala que Alberto Caeiro era el "maestro" de Ricardo Reis y Álvaro de Campos. Estos tres, sumados a Bernardo Soares, a quien menciona en un pasaje posterior, denominándolo semi heterónimo, fueron sus principales heterónimos. Algunos investigadores señalan que Pessoa tuvo más de 70 heterónimos, otros dicen que más de 100, pero los más importantes fueron los arriba mencionados. O sea que Pessoa no sólo escribió obra ortónima (poemas y otros escritos bajo su nombre y con su estilo), sino que además escribió la obra heteronímica de todas esas personalidades.


Causas.-

   Si bien Pessoa, en una carta a Joã0 Gaspar Simões fechada el 11 de diciembre de 1931, afirma que para estudiar el sentido de la obra de un escritor no es necesario barajar aspectos biográficos, no podemos dejar de considerar circunstancias de su vida que pudieron ser decisivas para formar su mente y sensibilidad, explicando de esta manera su creación heteronímica.

   SOLEDAD: el padre del poeta fallece cuando éste tenía apenas 5 años de edad, y a partir de esta pérdida genera un vínculo muy estrecho con su madre, pero le resulta difícil abrirse a otras personas. Siendo niño aún y estando enfermo, crea un personaje (Chevalier de Pas) con quien se cartea para distraerse, pero obviamente todo es ficticio. Tuvo sólo un amigo muy cercano durante su juventud, Mário de Sá-Carneiro, pero se suicidó a los 26 años, y tiempo después, muere su madre, acentuándose aún más su soledad. La creación de sus heterónimos también es una forma de sentirse acompañado. Veamos lo que el mismo autor explica: "Entre los que me rodean no encuentro una actitud ante la vida que concuerde con mi íntima sensibilidad, con mis aspiraciones y ambiciones, con todo cuanto constituye lo fundamental de mi ser espiritual. Encuentro, sí, quien está de acuerdo con actividades literarias que están apenas en los alrededores de mi sensibilidad. Y eso no me basta." 
   Y también afirmó:  "Con una falta tal de gente con la que poder convivir como hay hoy, ¿qué puede hacer un hombre de sensibilidad sino inventar sus amigos, o por lo menos, sus compañeros de espíritu?"
  En otras palabras, Pessoa asume su soledad y asegura suplir vínculos afectivos mediante la creación de sus heterónimos, como lo hizo de niño con su amigo imaginario Chevalier de Pas.

BILINGÜISMO, PLURALIDAD CULTURAL: luego de la muerte de su padre, pasados unos pocos años, la madre se casa nuevamente con un militar diplomático, quien ejercía su cargo en Durban, Sudáfrica. Debido a esto, Fernando debe alejarse de Lisboa y de su vida familiar allí, y vive con su madre, padrastro y hermanos en Durban durante unos 10 años, ciudad donde realiza sus estudios primarios y secundarios. Sudáfrica es en esos momentos colonia británica, y así el autor toma contacto no sólo con el idioma inglés, sino también con la cultura británica. Pero en 1905, a los 17 años, vuelve sin su familia a Lisboa, y se queda con su abuela Dionisia y dos tías. En poco tiempo comienza a vivir solo, y se sostiene (pobremente, en general) haciendo uso de su bilingüismo, trabajando como traductor de cartas comerciales. Es evidente que la visión del mundo de la cultura portuguesa, nada tiene que ver con la visión británica, y esa pluralidad conceptual es lo que forja la mente de Pessoa desde su niñez, permitiéndole tener una mirada mucho más amplia y diversa. Esto se refleja en su ansiedad de ser múltiple ("¡Sé plural como el universo!"), y así, cada heterónimo tiene su manera de pensar y su estilo poético propio, diferentes a los de Pessoa. 

TEMOR A LA DEMENCIA: durante su niñez en Lisboa, Fernando compartió hogar con una persona que tenía trastornos psiquiátricos, su abuela Dionisia, y volvió a hacerlo cuando regresó a Lisboa siendo un adolescente. Su temor a padecer la misma enfermedad de su abuela, sumado a sus lecturas de las obras de Sigmund Freud, lo inducen a auto analizarse constantemente, diagnosticándose a sí mismo como histérico neurasténico. Y lo empujan a volcar en escritura esas "voces" diversas que escucha en su interior, transformándolas en su creación heteronímica. Ha habido psiquiatras que analizando la obra de Pessoa, luego de su muerte, han llegado a diversas conclusiones, algunos hasta mencionan la posibilidad de un trastorno esquizoide, pero también otros han levantado sus voces señalando que Pessoa tenía clara conciencia de lo que hacía, que su desdoblamiento en ortónimo y heterónimos era voluntario, y lograba establecer el límite, en la práctica, entre ficción y realidad, más allá de que en algunos de sus escritos (incluyendo cartas a su novia Ofélia Queiroz, a quien a veces le escribía como Álvaro de Campos) jugueteara con la idea de que es imposible separar una cosa de la otra.

   Además de estos aspectos procedentes de su biografía, debemos considerar los MOTIVOS LITERARIOS de Pessoa al crear sus heterónimos. Considerando el devenir de la literatura portuguesa en el tiempo, el autor veía que luego de un período culminante durante el Renacimiento con Camões, la literatura portuguesa había sufrido un proceso de achatamiento y decadencia, y él pretendía devolverle el brillo internacional. La creación de heterónimos, en ese sentido, obedece también al concepto de fingir que en su presente, estaban escribiendo al mismo tiempo varios poetas portugueses de calidad. Porque de hecho Pessoa al principio no comentó a nadie que él era el creador de los heterónimos, y el público en general creía que tanto Alberto Caeiro, como Ricardo Reis y Álvaro de Campos, eran poetas reales. Tiempo después se enteran sus compañeros de tertulias literarias de que esos poetas son en realidad creación de Pessoa, y ya hacia los últimos años de su vida, da por sentado que es una verdad sabida por todos. En 1932 le señala a Joã0 Gaspar Simões en una carta que su deseo es que toda su obra, incluyendo la heterónima, sea publicada bajo su nombre, porque ya era tarde para el disfraz absoluto.
   Desde otro ángulo, señala Antonio Lourenço: "Los heterónimos permiten a Pessoa filtrar las influencias que considera benéficas sin perjudicar la unidad y la coherencia de la obra, al tiempo que le procuran una trayectoria biográfica mucho más interesante que la propia, multiplicando poéticamente las formas de relación con lo real."

Influencias literarias e intelectuales.-
   Sobre Pessoa hubo diversas influencias, muy variadas, no solamente porque fue un gran lector desde niño, sino también porque, como ya habíamos explicado, tuvo una crianza bilingüe y bicultural (portuguesa y británica). A esto se le agrega que nació a fines del siglo XIX y se desarrolló como adolescente y adulto en el primer tercio del siglo XX, una etapa compleja y colmada de cambios, innovaciones y diversidad a nivel intelectual, artístico y literario. Es evidente que su heteronimia debe ser entendida también como el fruto del deseo epocal de quebrar la tradición y ser original, algo muy propio de las Vanguardias.
   Durante su niñez y adolescencia leyó a Dickens, a Shakespeare, a Milton, y poetas románticos como Shelley. Ya en Lisboa nuevamente, se nutrió con la lectura de filósofos griegos, alemanes (como Schopenhauer y Nietzsche, fundamentalmente), leyó "Degeneración" de Max Nordau, y -muy importante- las obras de Sigmund Freud, que le sirvieron para auto diagnosticarse como histérico neurasténico. Leyó a los poetas del Decadentismo francés, sobre todo a Baudelaire y a los simbolistas. Profundizó en la lectura y pensamiento de  Camões, lo cual explica algunas de sus ideas acerca del presente portugués y de cuál debería ser su futuro. Leyó y admiró -al menos a través de Álvaro de Campos, uno de sus heterónimos- a Walt Whitman.
   Estas lecturas tuvieron incidencia en la creación de los heterónimos con su diversidad de ideas, y también explican las etapas creativas de su obra, asociadas a la influencia de algún movimiento.
   Por ejemplo, la primera etapa de Pessoa es simbolista. Influido por el Simbolismo francés, la obra ortónima del autor se caracteriza por un estilo indefinido y evanescente, en tanto expresa el sentimiento de insatisfacción y tedio. De esta influencia surge el Paulismo o Pauismo (denominación que procede de "pauis", pantanos, primera palabra del poema "Impresiones del Crepúsculo"), movimiento creado por Pessoa, que constituye una intelectualización de las reminiscencias saudosistas de Pessoa y Sá-Carneiro.
   Su segunda etapa creativa muestra influencias de las Vanguardias, integrando Pessoa un movimiento que se conoció como Modernismo portugués, produciéndose una gran innovación en el discurso poético. Así, aparece en primer término el Futurismo como influencia, sobre todo sobre uno de sus heterónimos, Álvaro de Campos. Pero así como en su primera etapa Pessoa creó un movimiento a partir de los ya conocidos, en ésta ocurre lo mismo. De esta manera funda primero  el Interseccionismo, vinculado con el Cubismo y el Futurismo y que consiste en el entrecruzamiento de planos distintos. Pero al poco tiempo crea otro al que denomina Sensacionismo, que se basa en la idea de que no existe la realidad, sino que sólo existen sensaciones. La finalidad del arte, señala Pessoa, es aumentar la autoconciencia humana. Cuanto más analizamos nuestras sensaciones, más aumenta nuestra autoconciencia. Lo humorístico de estos movimientos de Vanguardia creados por Pessoa es que sólo tenían un miembro (él) o dos (él y su heterónimo Álvaro de Campos).
   Debo hacer una mención especial a otro movimiento literario y filosófico portugués fundado en 1912, bajo el nombre de "Renascença Portuguesa", encabezado por el poeta saudosista Teixeira de Pascoaes, quien dirigió la revista "A Águia", en la que Pessoa colaboró durante un tiempo. Dentro de ese movimiento surgió una escuela poética denominada Saudosismo, que se basa en el sentimiento de saudade, que significa nostalgia, añoranza del pasado, de las cosas buenas que ya no están. Teixeira de Pascoaes afirmaba que la saudade es el elemento espiritual que define al alma portuguesa, ampliando un sentimiento personal a un intangible que abarca una nación. Estrechamente vinculado con el sebastianismo y el ambiente nacionalista portugués de comienzos de siglo XX, tradicionalista y neo romántico, los saudosistas sostenían que mediante acciones culturales, se podía regenerar Portugal y devolverle el brillo y el prestigio de siglos anteriores. Este cariz mesiánico y profético fue compartido por Pessoa, quien fue aún más lejos que los saudosistas, y en dos artículos publicados en la revista "A Águia", anunció el advenimiento de un supra Camões, un poeta nacional que relanzaría a la literatura portuguesa a cimas nunca antes alcanzadas. Esto provocó un escándalo intelectual de tal magnitud en ese momento, que se produjo una crisis interna en el movimiento, y Pessoa termina alejándose del mismo. Años después de la muerte de Pessoa, muchos críticos opinaron que fue un anuncio inconsciente de su propia obra.

Consideraciones de Pessoa acerca de la heteronimia.-

   Los analistas teorizan acerca de qué representaron los heterónimos para Fernando Pessoa. Algunos plantean que mediante esos poetas ficticios el autor manifestaba lo que escondía en su interior y no conseguía expresar bajo su propia identidad; otros señalan que esas expresiones, a veces opuestas a su presentación ortónima tanto en obra como en biografía, constituyen un juego dramático que pretendía abarcar una totalidad que él solo como Pessoa no podía lograr; otros destacan su soledad y la necesidad de inventarse compañeros de viaje; y están quienes se refieren a sus aspiraciones a nivel literario, la misión que él estaba convencido que debía cumplir, elevando el nivel de la literatura portuguesa. Y en todos estos puntos de vista hay una parte de verdad. Si bien muchas veces los autores juegan con sus declaraciones y con sus escrituras hasta cuando supuestamente explican el sentido de su obra, es importante leer directamente a Pessoa explicando el sentido de sus heterónimos, sea bajo su voz ortónima o heterónima.

   1- El poema Autopsicografía:

O poeta é um fingidor

Finge tão completamente

Que chega a fingir que é dor

A dor que deveras sente.

E os que lêem o que escreve,

Na dor lida sentem bem,

Não as duas que ele teve,

Mas só a que eles não têm.

E assim nas calhas de roda

Gira, a entreter a razão,

Esse comboio de corda

Que se chama coração.


(El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que llega a fingir que es dolor
el dolor que de veras siente.
 
Y quienes leen lo que escribe,
en el dolor leído sienten,
no los dos que el poeta tuvo,
sino aquél que ellos no tienen.
 
Y así por las vías rueda,
Y entretiene a la razón,
el tren girando con cuerda

que se llama corazón.)

   Este poema, escrito por Pessoa en 1931, es como una especie de arte poética del autor. El neologismo del título apunta  al concepto de auto analizar su psiquis, sin embargo en el poema no aparece en ningún momento un yo lírico, sino que siempre se expresa sobre "el poeta", en tercera persona, creando un efecto de despersonalización acorde al mensaje del texto. La primera estrofa es de las más famosas de su obra,  y dentro de ésta en particular el primer verso ha sido empleado como representación de la esencia de Pessoa como poeta: "El poeta es un fingidor". Éste es el centro del concepto que expresa el texto: el poeta lírico crea ficción, y en ese sentido, todo es fingido; la noción de que los textos líricos transmiten la intimidad del autor, su yo, su circunstancia, y que afirma que la poesía debe ser confesional o intimista, formó parte de las ideas difundidas por el Romanticismo, pero aquí vemos que Pessoa no siguió sus pasos: la poesía lírica no tiene por qué vehiculizar las emociones personales del autor; de hecho Pessoa plantea que el mecanismo lírico trata del fingimiento, no en el sentido de engañar al lector, sino como distancia entre la circunstancia personal del autor y lo que el texto comunica. No olvidemos que la esencia del lirismo no sólo es la expresión de emociones, sino que también involucra los recursos retóricos empleados para embellecer el discurso, y por tanto, aún si Pessoa hubiese expresado algo que realmente sentía, siempre será ficción, lenguaje poético, pues el objetivo también es estético y no documental.
   Otro aspecto que destaca este poema es que se habla de una poesía guiada por la razón, antes que por el sentimiento, una poesía intelectual pero sobre todo, pensada y razonada, no impetuosa y confesional al estilo romántico.
   Dentro de ese mecanismo del fingimiento se explica fácilmente el fenómeno de la heteronimia, pues se trata de poetas ficticios, que durante cierto tiempo Pessoa presentó como si tuvieran existencia real. Y se trata además de un acto voluntario, pensado, razonado, del autor.  En este punto es pertinente preguntarse: ¿los heterónimos exponen u ocultan a Pessoa? ¿Cuánto hay de "verdad" en ese juego de voces? 
   La primera pregunta no tiene una respuesta simple. Posiblemente sea una mezcla paradójica de ambas cosas. De hecho, podemos descubrir ciertas semejanzas entre la vida y pensamientos de Pessoa y los de sus heterónimos. Pero también hay diferencias, algunas sustanciales. En carta a Adolfo Casais Monteiro, Pessoa explica: “Puse en Caeiro todo mi poder de despersonalización dramática, puse en Ricardo Reis toda mi disciplina mental, vestida de la música que le es propia, puse en Álvaro de Campos toda la emoción que no me doy ni a mí mismo ni a la vida”.
   En cuanto a la segunda pregunta, Pessoa mismo afirma que su literatura es sincera: "Lo que yo llamo literatura insincera no es la análoga a la de Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Álvaro de Campos, que es algo sentido en la persona del otro: está escrito dramáticamente pero es sincero, como es sincero lo que dice el rey Lear, que no es Shakespeare, sino una creación suya. Llamo insinceras a las cosas hechas para sorprender, y también a las cosas que no contienen una idea metafísica fundamental, esto es, por donde no pasa una noción de la gravedad y del misterio de la Vida. Por eso es serio todo lo que he escrito bajo los nombres de Caeiro, Reis, Alvaro de Campos. Puse en los tres un profundo concepto de la vida, distinto en cada uno, pero en todos atento a la importancia misteriosa del existir". Aquí claramente el ortónimo asume que sus heterónimos son creaciones y por tanto poetas ficticios, pero también que su literatura es sincera porque no son creaciones frívolas o banales, sino que contienen una esencia profundamente metafísica. Y así como no se espera que los pensamientos del rey Lear sean los de su creador (Shakespeare) no hay motivo para esperar que las ideas de los heterónimos reflejen las de su poeta ortónimo. Y esto seguramente sea lo más difícil de comprender por el lector. 

   2- Drama en gente:
   A través de sus cartas y de otros textos reflexivos acerca de su obra heteronímica, y también mediante su propia obra, Pessoa se define a sí mismo como "poeta dramático", un poeta dramático que no escribe dramas, sino poesía. En su carta a Joã0 Gaspar Simões de 1931, expresa lo siguiente: "El punto central de mi personalidad como artista es que soy un poeta dramático; tengo continuamente en todo cuanto escribo la exaltación íntima del poeta y la despersonalización del dramaturgo. Desde el punto de vista humano –en que al crítico no compete entrar, pues entrar no le sirve de nada- soy un histérico-neurasténico. En cuanto el crítico señale, sin embargo, que soy esencialmente poeta dramático, tiene la llave de mi personalidad. Provisto de esta llave, puede abrir todas las cerraduras de mi expresión. Sabe que, como poeta, siento; que, como dramático transmuto automáticamente lo que siento hacia una expresión ajena a lo que sentí, constituyendo en la emoción una persona inexistente que la sintiese verdaderamente y por eso sintiese lo que yo, puramente yo, me olvidé de sentir." Esa despersonalización, en definitiva, implica el desdoblamiento de su yo en diversas voces que revelan distintos puntos de vista sobre la realidad. Pero el concepto de drama en gente tiene otro doblez más, y es que la obra dramática suele dividirse en actos, pero en el caso de la heteronimia, vemos que se divide en "gente", o sea, en los distintos heterónimos que no sólo dialogan con su ortónimo, sino también entre ellos. De hecho, Pessoa no sólo les creó obra, sino también cartas con las que supuestamente se comunicaban entre sí. Del mismo modo, los vinculó mediante el lazo maestro -discípulos, ocupando Alberto Caeiro el rol de maestro, y los demás heterónimos (Reis y De Campos) e inclusive Pessoa como ortónimo, el rol de discípulos. De esta manera, no hay una obra única, sino un conjunto de obras que dialogan entre sí: cada heterónimo tiene una creación poética, cada heterónimo constituye un personaje que se expresa mediante sus poemas y cartas, todos ellos fueron gestados por Pessoa como personajes salidos de sus límites tradicionales, con biografía, apariencia física, personalidad e ideología, estilo, obra, y vinculándose como un sistema circuital, todos entre sí, incluyendo al ortónimo, a quien Pessoa no adjudica un nivel superior ni diferente a sus heterónimos.

3- Fragmentación y totalidad ,("¡Sé plural como el universo!"):
   Luego de una etapa durante el siglo XIX donde triunfa el Positivismo con su planteo cientificista y empírico, y su defensa de la objetividad, a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, se produce una crisis en el pensamiento que deja de lado certezas para cuestionarlo todo, incluyendo el concepto de "yo", y que además de revalorizar la  subjetividad, comienza a manejar la idea de la relatividad. En esa crisis se cuestiona la idea de unidad del sujeto, y en el caso de Pessoa y su creación heteronímica, es evidente que los heterónimos funcionan como proyecciones alterizantes de un yo que se percibe como múltiple y disperso, fragmentado. Por esto cada heterónimo es diferente a los otros, manifiesta ideas distintas a las de los otros heterónimos y ortónimo, y exhibe obra autónoma, con un estilo propio. 
   Pessoa escribió lo siguiente: "No sé quién soy ni qué alma tengo.

   Cuando hablo con sinceridad, no sé con qué sinceridad hablo. Soy diversamente otro respecto a un yo que no sé si existe (si es esos otros).

   Siento creencias que no tengo. Me arroban ansias que repudio.

   Me siento múltiple. Soy como una habitación con innumerables espejos fantásticos que distorsionan en reflejos falsos una única realidad anterior que no está en ninguno y está en todos.

   Como el panteísta se siente árbol, e incluso flor, yo me siento varios seres. Me siento vivir vidas ajenas, parcialmente, como si mi ser participara de todos los hombres, incompletamente de cada uno, por una suma de no-yos sintetizados en un yo postizo."

   La comparación de su yo con una habitación colmada de espejos de reflejos múltiples, donde no se termina de saber qué es real y qué es reflejo, es muy ilustrativa de la circunstancia de su yo dividido y reflejado en las personalidades heteronímicas, y del cuestionamiento de la dicotomía realidad -ficción.  Pessoa llegó a señalar que él no sabía qué era existir, ni quién es más real, si Hamlet (personaje) o Shakespeare (autor). Estas elucubraciones filosóficas y poéticas atañen a sus heterónimos sin lugar a dudas. Al poner en tela de juicio qué es real y qué no, pone a su ortónimo al mismo nivel que sus heterónimos, permitiéndonos dudar y por tanto cuestionar, en lugar de sostener certezas inmovilizantes que achatan cualquier intento de reflexión acerca de algo tan complejo como la existencia humana y la creación poética.
   Por otra parte, si bien él mismo constata esa fragmentación, siente ansias de abarcarlo todo, de recomponer esa unidad perdida, y por esta razón, a través de su heterónimo Álvaro de Campos, en su poema "Al final, la mejor manera de viajar es sentir", expresa lo siguiente:

Sentirlo todo de todas las maneras.

Sentirlo todo excesivamente,

porque todas las cosas son, en verdad, excesivas,

y toda la realidad es un exceso, una violencia,

una alucinación extraordinariamente nítida

que vivimos todos en común con la furia de las almas,

el centro al que tienden las extrañezas fuerzas centrífugas

que son las psiques humanas en su armonía de sentidos.

 

Cuanto más sienta, cuanto más sienta como varias personas,

cuanto más personalidades tenga,

cuanto más intensamente, estridentemente, las tenga,

cuanto más simultáneamente sienta con todas ellas,

cuanto más unificadamente diverso, dispersamente atento,

esté, sienta, viva, sea,

más poseeré la existencia total del universo,

más completo seré a lo largo del espacio entero.

más análogo seré a Dios, sea Dios quien sea,

porque sea Dios quien sea,

porque sea quien sea ciertamente lo es Todo

y fuera de Él sólo hay Él, y Todo para Él es poco.”

   Y en "El paso de las horas", Álvaro de Campos también sostiene:
"Sentir todo de todas las maneras,
vivir todo por todo por todos lados,
ser la misma cosa de todos los modos posibles al mismo tiempo,
realizar en mí mismo toda la humanidad de todos los momentos
en un solo momento difuso, profuso, completo y lejano.
Yo quiero ser siempre aquello con lo que simpatizo,
y más pronto o más tarde siempre me convierto
en aquello con lo que simpatizo, sea una piedra o sea un ansia,
sea una flor o sea una idea abstracta,
sea una multiplicidad o un modo de comprender a Dios.
Y simpatizo con todo, vivo de todo en todo."
   Si bien estas expresiones debemos adjudicarlas a uno de sus heterónimos, es inevitable notar la correspondencia entre estos conceptos y la manera en que Pessoa encara la existencia. Existe un anhelo imposible de ser múltiple y a la vez una unidad, de ser como dios siendo un ser humano, de abarcar más sensaciones y existencias que lo que un individuo puede. Esas ansias provocan que en él emerja una pluralidad de voces poéticas con una visión diferente y original acerca de la poesía, del mundo, de la existencia, y que convivan en su yo distintas personalidades que él siente lo acercan de alguna manera a la existencia divina y al misticismo. Y esto también desemboca en que en Pessoa hay un "vivir" mediante lo intelectual y lírico, más que desde lo empírico y biográfico. Martín López Vega expresa que  "la vida verdadera de Pessoa no tuvo sangre, sino tinta."

4- "Pessoa": ¿persona o máscara?:
   El nombre completo del autor era Fernando António Nogueira Pessoa. Sin embargo, eligió presentarse como Fernando Pessoa. Lo interesante es que la palabra "pessoa" en portugués significa "persona". Este vocablo procede del latín, sobre una posible raíz griega (prosopon), cuyo significado original era "máscara", refiriéndose a la máscara que empleaban los actores durante las representaciones teatrales, que cubrían el rostro y tenían pintados gestos de dolor o de risa, según si lo que se representaba era una tragedia o una comedia. Inicialmente, entonces, la palabra significaba "máscara", y después, por extensión, comenzó a denominar al actor, y luego al ser humano como oposición a los animales y los objetos. Otro detalle a tener en cuenta es que como en francés, la palabra persona en el idioma portugués (o sea, "pessoa"), en ciertas construcciones gramaticales, también significa "nadie".
   Es evidente que el autor conocía la etimología de la palabra "pessoa", y que eligió adrede ese apellido por sobre el que realmente debió emplear (Nogueira). Y también está claro que esa elección simboliza el juego de máscaras o personalidades que establece mediante su obra heteronímica, ese ser todos, o quizás, en definitiva, nadie o ninguno.
   La esencia del asunto es ¿cuánto hay de Pessoa en sus heterónimos? y ¿quién es Pessoa? ¿Sabremos en algún momento cuánto de lo que escribió bajo sus voces heterónimas reflejaba su pensamiento? Si bien algunas deducciones pueden realizarse, basándose sobre todo en otros escritos suyos y en circunstancias biográficas, mayoritariamente las respuestas a estas preguntas permanecen en el misterio. “Escribimos para ser lo que somos o para ser aquello que no somos. En uno u otro caso, nos buscamos a nosotros mismos”, sostuvo el poeta mexicano Octavio Paz. Tal vez Pessoa procuraba exteriorizar por medio de sus heterónimos su yo interior, lo que no podía expresar bajo su nombre, o por el contrario, intentaba ser más que su yo cerrado, participar de otras esencias y personalidades, vivir lo que él como individuo físico y real no había podido vivir. En cualquiera de los casos, como dijo Octavio Paz, siempre se trató de una búsqueda de sí mismo.