Mostrando las entradas con la etiqueta Paraíso. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Paraíso. Mostrar todas las entradas

martes, 1 de diciembre de 2020

LA DIVINA COMEDIA, de DANTE ALIGHIERI

 LA DIVINA COMEDIA, DE DANTE ALIGHIERI-.



Generalidades sobre Edad Media.-

   La Edad Media abarca un milenio: desde la caída del Imperio Romano de Occidente (invasiones germánicas en 476 DC, siglo V) hasta la caída del Imperio Bizantino o Romano de Oriente (caída de Constantinopla en manos turcas en 1453, siglo XV). La denominación de “Media” es despectiva, dando a entender que fue un período histórico poco importante en comparación con el anterior (Antigüedad grecolatina) y con el posterior (Renacimiento), dando a entender con la denominación "media", que simplemente estuvo entre medio de dos etapas históricas y culturales importantes, ya que durante varios siglos se consideró a la Edad Media como una larga etapa de oscurantismo intelectual, por oposición al esplendor de la Antigüedad y el Renacimiento.

   Se reconoce a este período histórico como TEOCÉNTRICO, significando este vocablo, derivado de TEOCENTRISMO, que el centro del universo, del mundo y de toda actividad humana es Dios, a diferencia del Renacimiento, al que se define como ANTROPOCÉNTRICO, derivado de ANTROPOCENTRISMO, o sea, que el centro y la medida de todas las cosas es el ser humano. El Teocentrismo está asociado al gran peso que tuvo la Iglesia Católica como institución, y por tanto, la fe religiosa en la Edad Media, lo cual influyó tanto en conductas individuales como sociales. Esto también incide en la manera de crear y entender lo artístico literario, en la inspiración y los temas, ya que cuando el arte y la literatura no desarrollan temas religiosos directamente, se espera de ellos que tengan un alcance didáctico, y difundan mensajes morales acordes con la visión cristiana.

   Esta época tan extensa se divide en dos grandes períodos: la Alta Edad Media (del siglo V al XI) y la Baja Edad Media (del XII al XV).

   La ALTA EDAD MEDIA es la que dio a la Edad Media en su totalidad la fama de oscurantismo, debido a varios factores. Por ejemplo, el 99% de la población era analfabeta, y la ignorancia generalizada fue causa de comportamientos irracionales (como llevar a la hoguera o someter a otros tormentos a determinadas personas por tener ciertos conocimientos, acusándolos de brujería); a esto se le agrega el predominio de una visión pesimista, que condujo al rechazo de los cambios y el progreso. San Agustín (teólogo del siglo V) considera al hombre un ser imperfecto por naturaleza, salvado únicamente por la gracia divina, que elige a unos pocos, en tanto la inmensa mayoría será condenada a las llamas del infierno. El derrumbe de las estructuras del imperio Romano, la amenaza de los bárbaros y la supremacía religiosa del cristianismo, que enfatizaba la preeminencia de la vida ultra terrenal sobre la terrenal, genera la imagen de un hombre que se siente culpable de ser humano, y que está convencido de que todo se derrumba y pierde. Así, se busca conservar fielmente lo antiguo y tradicional. Los valores supremos no se ponen en tela de juicio y se encuentran preservados en formas eternamente válidas, y sería pecado de orgullo poner en duda esas formas y pretender cambiarlas. En consonancia a estos conceptos, en la arquitectura se impone el estilo ROMÁNICO, con edificios de gruesas paredes y escasas aberturas, que aluden a un hombre encerrado, temeroso de lo externo y agobiado por la presencia de un dios distante y duro.

   LA BAJA EDAD MEDIA implica un renacer en todos los planos de la actividad humana. Santo Tomás de Aquino, máximo representante del pensamiento religioso de ese tiempo, confiaba en la posibilidad del hombre de comprender las verdades mediante la razón, y planteaba que Dios tenía un plan para salvar a la humanidad. El culto a la Virgen María pasa a un primer plano y se la ve como intermediaria entre el hombre y Dios, destacándose el aspecto más sensible de la fe, con sentimientos tales como el amor, la piedad y la esperanza. Estos aspectos y otros vinculados con el pensamiento de la época son el germen de la apertura mental e intelectual que sobrevendrá durante el Renacimiento. El ser humano, sin olvidar la posibilidad de los castigos en el más allá, siente que debe disfrutar de esta vida, planteada como digna de ser vivida. En el plano arquitectónico aparece el estilo gótico. Las catedrales se lanzan a la búsqueda de las alturas con sus elevadas torres terminadas en agujas; los muros se adelgazan, y por las múltiples ventanas la luz entra a raudales. Se pasa del castillo rodeado por gruesas murallas, al palacio donde el confort y el lujo predominan, y la riqueza comienza a trasladarse del campo a la ciudad.


La situación particular de Italia.-

   Por razones históricas y geográficas, la península Itálica no experimenta el mismo proceso que el resto de Europa. Allí no surge el feudalismo (propio de la economía agrícola; señor –vasallo – siervo), sino que se desarrollan ciudades –estado independientes, con gran actividad comercial. Por esta razón no existe un héroe nacional sobre cuyas hazañas se realice un Cantar de Gesta, como el Cid Campeador en España, o Roland y Carlomagno en Francia. Los poetas se dividen entre los que se manifiestan fieles al latín (una minoría culta) y los que siguen la moda francesa de los trovadores, componiendo en francés, provenzal y luego en dialectos romances itálicos.

   Esas ciudades –estado eran gobernadas por príncipes contrarios a la influencia del clero, por lo cual se produce un enfrentamiento entre éstos y la Iglesia. En el sur (Nápoles) el poder lo tenían los Anjou, y en el centro (Roma) el poder lo tenía el Papado. Pero el norte (Florencia, lugar de nacimiento de Dante Alighieri) estaba dividido en partidos: el güelfo (papal) que se subdividía en blancos y negros, y el gibelino (imperial). Las discrepancias entre blancos y negros condujeron a que los blancos se aliaran a los gibelinos. Dante perteneció al sector blanco del partido güelfo, en cuyas filas militó y luchó, hasta que se decepcionó y pasó a integrar el partido gibelino. Cuando los güelfos vencen en Florencia, Dante es expulsado de la ciudad.

   Hacia el siglo XV, ciertas ciudades y personajes importantes alcanzan especial relieve, preparando lo que sería el brillo y predominio cultural de la península Itálica durante el Renacimiento: en Florencia, destaca la familia Medici, particularmente Lorenzo el Magnífico, protector de sabios y artistas; en Milán, lo hacen los Visconti primero y luego los Sforza.


Algunas manifestaciones literarias en la Edad Media.-

Cantares de Gesta. En los siglos X y XI, con la consolidación de las lenguas nacionales, aparecen las epopeyas o Cantares de Gesta, poemas épicos que narran las hazañas de héroes nacionales. Son testimonio del feudalismo y del espíritu guerrero de la nobleza feudal. En España, por ejemplo, aparece El Cantar del Mío Cid, que da lugar luego a los romances épicos y caballerescos, en Francia encontramos La Chanson de Roland, etc. El concepto de héroe estaba vinculado con un nivel social (la nobleza) y la demostración masculina de coraje, destreza y energía física, además de tener una moral elevada y consecuente con los valores cristianos. Estos caballeros luchaban por el honor y la fama.

 Poesía trovadoresca provenzal. A fines del siglo XI surge en el sur de Francia, en Provenza, una poesía en lengua romance que será el punto de partida de toda la lírica europea. Sus creadores son los trovadores, palabra que proviene de “trovar” (encontrar), ya que “encontraban” tanto la música como la letra. Los trovadores eran nobles, pero en general de la baja nobleza, profesionales que vivían de componer y a veces de cantar. Sin embargo, también hubo reyes y grandes señores que cultivaron la poesía como un adorno del espíritu o con objetivos políticos. Siempre eran personas  con estudios musicales y literarios.

   Estos poemas podían ser amorosos (“cansós”), satíricos o elegíacos. Las cansós cantan el amor cortés, denominado así porque sus protagonistas pertenecían a la corte, o sea, a la nobleza. El amor cortés eleva la imagen de la mujer, estableciendo un paralelismo entre el contrato feudal y la relación amorosa, colocándose el hombre en la situación de enamorado –vasallo de la dama –señora.  El lenguaje empleado es propio del léxico feudal, por eso a la dama se le llama “midons”, y el verbo “servir” se emplea como sinónimo de “amar”.

   Ese amor era imposible, lo cual llevaba a la idealización de la amada, pero no estamos frente a una visión platónica: la dama en general era casada. Al realizarse los matrimonios por conveniencia en aquella época, amor y matrimonio solían ser incompatibles, y el amor adúltero exigía el prudente secreto. Por esto el verdadero nombre de la amada se esconde tras un seudónimo, para proteger el honor de la mujer y la vida del trovador de los celos del marido. El amor es virtud, implica la perfección ética del enamorado. Otros motivos por los cuales se tornaba imposible el vínculo entre enamorado y amada, eran la ausencia, muerte y/o indiferencia por parte de la señora. Esto provoca expresiones líricas de tristeza, dolor y nostalgia.

   Si bien algunos trovadores cantaban, mayoritariamente quienes interpretaban eran los juglares, quienes eran músicos y cantantes y viajaban constantemente de un lugar a otro para sobrevivir. Esta música culta se dirigía a un público noble. Para el pueblo, en cambio, el repertorio incluía cantares de gesta, leyendas clásicas, historias de santos, etc.


Dolce Stil Novo.-

   Como en la península Itálica no se desarrolló el feudalismo debido a sus características geográficas (zonas montañosas y amplias costas, lo cual llevó al predominio de actividades de navegación y comerciales), el amor cortés al estilo provenzal no se dio, pero sí hubo otro estilo de poesía amatoria que tuvo como base la poesía de los trovadores franceses. Ingresa a la corte en Sicilia (sur de Italia), y luego pasa a Bologna, donde el poeta Guido Guinizelli compone lo que se considera el himno del movimiento: “Al cor gentil rempaira sempre amore” ("Al corazón gentil regresa siempre amor"), expresando que el amor y el corazón gentil van unidos siempre. Las rimas de Guinizelli son la inspiración para que varios jóvenes poetas de la Toscana -entre ellos Dante Alighieri- desarrollen este estilo.

   La denominación “Dolce Stil Novo” la creó siglos después un crítico literario del siglo XIX, Francesco de Sanctis, y la tomó de un verso de Dante que aparece en el Purgatorio de La Divina Comedia, Canto XXIV: “di qua dal dolce stil novo ch'i' odo” (“del dulce estilo nuevo que yo oigo”). Además de Guinizelli y Dante, otros stilnovistas importantes fueron Guido Cavalcanti y Cino da Pistoia, quienes constituyeron el grupo de Florencia. Dante no sólo muestra rasgos stilnovistas en La Divina Comedia, sino también en un libro dedicado enteramente a su musa inspiradora, Beatrice Portinari, denominado La vita nuova.

   Desde el punto de vista estilístico, el Dolce Stil presenta composiciones refinadas como la poesía trovadoresca provenzal, pero mucho más suaves y claras, de una belleza pura y accesible al lector. El poema debe expresar sentimiento y sinceridad, pero debe ser fruto de la reflexión sobre el sentimiento, anteponiendo lo intelectual a lo pasional. Las composiciones preferidas fueron el soneto y la canción. La lengua empleada es el toscano, mucho más musical y emotiva que el culto latín.

   Así como la poesía trovadoresca provenzal canta el amor cortés, el Dolce Stil Novo canta el amor gentil. La palabra “gentil” viene de gente, o sea que no se limita a una clase social, como ocurría en el amor cortés con la nobleza. La gentileza a la que aluden se refiere a la nobleza espiritual, a la belleza interior, y este término se aplica a los enamorados. Quien es naturalmente noble y bondadoso posee un corazón gentil. El “cuore gentile” es la residencia natural del amor. La nobleza deja de ser la que se hereda por sangre, vinculada con la aristocracia, para tomar un valor más espiritual, asociada con virtudes morales. Esto se corresponde con la realidad social de la península Itálica, donde la burguesía era el grupo más poderoso.

   En el amor cortés se daba el servil homenaje del amante indigno a la amante altiva, distante; el amor gentil idealiza aún más, de tal manera que se mezcla lo amoroso con lo religioso: el corazón enamorado otorga a la amada un valor místico que la convierte en la mediadora entre el hombre y Dios. Se habla entonces de la donna angelicata (mujer angelical), quien predispone al enamorado al bien. La idealización de la dama en el amor cortés se daba por considerar a la amada imposible de alcanzar, mientras que en el amor gentil se la deifica, se la eleva a la categoría de algo sagrado (sacralización). Frente a esta mujer ángel el enamorado queda deslumbrado, extasiado en su contemplación. Por eso se exalta todo lo que refleja ese sentimiento de adoración y no lo carnal, que sería pecaminoso. La donna angelicata y el amor se convierten en la vía de salvación del alma, elevando espiritualmente al enamorado, acercándolo a Dios.

   A este proceso literario le acompaña en el aspecto religioso un aumento de la santidad femenina, exteriorizado por una modificación en el culto, que hace mayor hincapié en la imagen de la Virgen María (cultos marianos). Teológicamente comenzó a afirmarse que la mujer era superior al hombre, ya que para tentarla fue necesario un demonio (la serpiente), en tanto el hombre fue tentado por otro ser humano (una mujer), según el Génesis de la Biblia.


LA DIVINA COMEDIA.-


   Dante Alighieri, nacido en Florencia en 1265, y fallecido en Ravena en 1321, fue poeta y político, y dominó muchas otras ramas del saber, constituyéndose en una figura señera para la cultura italiana y occidental debido a su máxima creación, La Divina Comedia, obra a la cual el autor tituló Commedia, no por su género, sino porque comienza en el llanto y finaliza en la suprema alegría (alude al trayecto Infierno –Purgatorio –Paraíso). Pero debido a su calidad literaria y al tenor religioso de la obra, Ludovico Dolce la imprime en 1555 como “Divina Comedia”, y así también la había adjetivado Bocaccio unos 50 años después de la muerte de Dante, subsistiendo esa denominación hasta nuestros días.

   Habría sido creada en el período de entre 1307 -1308, hasta 1321, supuestamente, pero en la ficción, el inicio del trayecto del protagonista se ubica el viernes santo de 1300.

   Esta epopeya cristiana es un compendio de las costumbres, creencias y valores de la Edad Media, aderezada con algunos elementos humanistas, anticipatorios de lo que sería el Renacimiento. Desde el punto de vista genérico, es un poema épico –lírico con valor alegórico.

   Épico: es un relato en verso donde se narran las hazañas de un héroe, que es Dante personaje, quien representa a la humanidad. Por esto, por su extensión, y por su mezcla de realismo con fantasía es que lo denominamos epopeya. Lo diferente a las epopeyas tradicionales es que en la Divina Comedia el relato se realiza en primera persona.

   Lírico: la obra tiene lenguaje poético, y la expresión de emociones es constante, así como la actitud subjetiva.

   Alegoría: la obra en su totalidad constituye una alegoría, en el sentido de que es un encadenamiento de metáforas en torno a una idea central, y es la representación de una idea abstracta (moral, religiosa, etc) a través de algo sensorial. En un sentido literal, Dante relata el viaje imaginario de un hombre (Dante personaje) por los reinos de ultratumba según la concepción cristiana medieval, hasta alcanzar la visión de la divinidad. Esto constituye la trama o argumento. Pero en un sentido simbólico, se representa el viaje interior del ser humano en su lucha contra el mal y sus pecados. Los reinos de ultratumba plasman de manera sensible los estados en los que el hombre puede encontrarse en la vida terrenal: el Infierno representa el mal y el vicio; el Purgatorio es el pasaje del pecado a la virtud mediante el arrepentimiento y la penitencia; y el Paraíso es el bien y la virtud, y la meta a alcanzar para el alma. Este intento del ser humano de salvar su alma constituye el tema principal de la obra. Además de esta dimensión religiosa, no debemos olvidar que Dante también concedió gran importancia a la política en su vida, y esto se refleja en su obra máxima, por esta razón muchos críticos literarios también señalan alusiones a la política de su tiempo en muchos pasajes del texto.

   La obra está escrita en toscano (lengua romance vulgar) debido a la intención didáctica del autor, pues de esa manera muchos más podrían leerla, ya que el latín estaba reservado sólo para una elite. Esa función didáctica y moralizante es típica de la literatura medieval. Para Dante, la poesía es un vehículo superior de conocimiento. No escribió sólo para entretener, sino sobre todo para que sus lectores abrieran los ojos a las verdades divinas y salvaran sus almas. El estilo retórico agradable y la trama atrapante eran medios para conseguir la atención y el mejor aprendizaje de sus lectores.

   Finalmente, es importante destacar que esta obra de Dante es un nuevo homenaje a Beatrice Portinari, su donna angelicata, quien habría muerto a los 23 años, y a quien ubica en el Paraíso, entre las almas bienaventuradas.

 

Estructura de la obra.-

   Este extenso poema está dividido en tres Cánticas, que se titulan como cada uno de los reinos que visita el protagonista: Infierno, Purgatorio y Paraíso, en ese orden. El Canto I es una introducción, el planteo de la obra, y está incluido en la Cántica del Infierno, que cuenta con 33 Cantos más. La Cántica del Purgatorio consta de 33 Cantos, al igual que la del Paraíso, haciendo así una totalidad de 100 Cantos en la obra.

   Por otra parte, el poema está escrito en tercetos endecasílabos con rima encadenada llamada la terza rima, ya que cada terminación se repite 3 veces.

   Nada de esto es casual: Dante creó su obra de esta manera porque otorga al número 3 un valor simbólico y cabalístico, ya que representa a la Santísima Trinidad, uno de los misterios dogmáticos de la religión cristiana católica, en que Dios es uno, pero trino (porque posee tres personalidades: Padre, Hijo y Espíritu Santo). El 1 representa a Dios, el 0 al infinito, y el 10 se consideraba el número perfecto, al igual que su múltiplo 100 (10x10). También aparecen los múltiplos de 3, por ejemplo en las divisiones de los Reinos, ya que los círculos infernales son 9, 9 las terrazas del Purgatorio, y en el Paraíso hay 9 cielos.

   En esta construcción retórica Dante observa las reglas de la simetría con precisión matemática, como ya se ha notado por lo antes explicado, pero también en otros aspectos. Por ejemplo, Lucifer se encuentra en el vértice del Infierno, el árbol del bien y del mal está en el centro del Paraíso Terrenal (Purgatorio) y Dios en el centro del Empíreo, las 3 Cánticas finalizan con la palabra “estrellas”, etc.


EL INFIERNO.-



Dante describe a este reino como un cono invertido, formado por la caída de Lucifer al ser derrotado por Dios en su lucha rebelde. La entrada se ubica debajo de la ciudad de Jerusalén, y el vértice en el centro de la Tierra. El castigo que cada alma pecadora recibe se relaciona simbólicamente con el pecado cometido en vida, por semejanza o por oposición (a esto se le denomina "contrapaso"). El alma mantiene cierta corporeidad en tanto conserva la forma que tenía el cuerpo en vida y siente dolor bajo tormento. Quien cae en el Infierno lo hace por no usar adecuadamente el intelecto, la razón, cualidad que Dios otorgó al humano para elegir entre el bien y el mal (libre albedrío). A medida que se desciende hacia el centro de la Tierra, el espacio es más reducido, el pecado más grave, y por tanto el castigo es más severo. En su intención didáctica, Dante incluye en su Infierno a personajes célebres, tanto de la historia, como de la mitología y la literatura, suponiendo que esto impulsará a la reflexión al lector común.

   La atmósfera general del Infierno es terrible: oscuridad eterna (por la ausencia de Dios), temperaturas extremas reflejadas en las llamas o el hielo, humo, olores fétidos, gritos de sufrimiento y desesperación, insultos, visiones repugnantes o aterradoras (monstruos y demonios, suplicios atroces) y dolor eterno debido a los castigos. A medida que se desciende, lo terrible se intensifica. En el Canto I Virgilio se lo anticipa a Dante, y en el Canto III, la inscripción de la puerta de entrada resume lo que se hallará allí dentro:

“Per me si va nella cittá dolente,                 (Por mí se va a la ciudad doliente,

per me si va nell’eterno dolore,                   por mí se va al eterno dolor,

per me si va tra la perduta gente.               por mí se va tras la perdida gente.

 

Giustizia mosse il mio Alto Fattore:             La Justicia movió a mi Alto Hacedor:

feceme la Divina Potestate,                        me hicieron la Divina Potestad,

la Somma Sapienza e’l Primo Amore.        la Suma Sabiduría y el Primer Amor.

 

Dinanzi a me non fuor cose create             Antes de mí no hubo cosa creada

se non etterne, e io etterna duro.              si no lo eterno, y yo eternamente duro.

Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate.”    Dejad toda esperanza, ustedes que entran.)

   La estructura incluye una puerta de entrada, un vestíbulo (denominado de los indiferentes), y atravesando el río Aqueronte en la barca de Caronte se llega al Alto Infierno, constituido por 5 círculos donde son castigados los pecadores por incontinencia. Luego se entra por la Laguna Estigia a la llamada ciudad de Dite, cuyas murallas y torres rojas son custodiadas por ángeles caídos. Dentro de la ciudad, en lo que sería el Bajo Infierno (círculo sexto al noveno) se encuentran los castigados por malicia, aunque hay autores que señalan que los herejes y violentos (sexto y séptimo círculos) en realidad son pecadores por bestialidad. Separa al sexto del séptimo círculo un barranco. El séptimo círculo se divide en 3 recintos. Entre el séptimo y el octavo círculo hay un abismo. El octavo círculo se encuentra en un sitio denominado Malebolge (fosas malditas), dividido en 10 fosos. Entre el octavo y el noveno círculo hay un foso donde son castigados los gigantes. El noveno círculo, dividido en cuatro recintos, está en el fondo del cono, que constituye su vértice, donde Lucifer está castigando y siendo castigado en el sitio más estrecho y helado.

   Veamos con más detalle la división en Alto y Bajo Infierno:

1-      ALTO INFIERNO.

a)      Vestíbulo de los Ignavos o Indiferentes. Castigo: una muchedumbre corre detrás de una bandera. Los condenados están desnudos y descalzos, y son aguijoneados por moscas y avispas, manando sangre, sudor y lágrimas hasta caer al suelo, donde hay asquerosos gusanos. Pecadores: ángeles que no integraron la rebelión, pero tampoco lucharon a favor de Dios, y “aquel que por cobardía hizo la gran renuncia” (se duda si es Poncio Pilatos o el Papa Celestino V), gente indiferente en general.

-Río Aqueronte, barquero Caronte-

b)     Primer Círculo: el Limbo. Castigo: el deseo sin esperanza de ver a Dios. Pecadores: no bautizados, gente virtuosa pero que no adoró al Dios verdadero. Se encuentran allí grandes poetas y filósofos de la Antigüedad, como Homero, Horacio, Aristóteles, Platón, Sócrates, y héroes como Héctor, Eneas o César. Éste es el lugar donde pasa la eternidad el alma de Virgilio, el primer guía de Dante personaje en su viaje.

c)      Segundo Círculo: los Lujuriosos. Castigo: ser arrastrados por un torbellino que los golpea entre sí y contra las paredes, sin orden ni reposo. Minos, convertido en un ser monstruoso, juzga a las almas. Pecadores: Semíramis, Cleopatra, Helena, Aquiles, Paris, Tristán, etc. Paolo y Francesca aparecen como los personajes destacados del círculo, con quienes Dante dialoga.

d)     Tercer Círculo: los Glotones. Castigo: granizo, agua negruzca y espesa, nieve sin cesar, que produce un fango repugnante y fétido donde están inmersos los condenados. El monstruo Cerbero los desgarra y descuartiza con sus uñas, y los aturde con sus ladridos. Pecadores: Ciacco.

e)      Cuarto Círculo: Avaros y Pródigos. Castigo: en dos filas frente a frente, se lanzan un gran peso unos a otros, increpándose: ¿Por qué guardas? (los pródigos a los avaros), y ¿Por qué derrochas? (avaros a pródigos). Los avaros están pelados, y los pródigos con los puños cerrados. Pecadores: sólo menciona a Plutón como demonio guardián, los demás, debido a sus faltas en vida, se ven oscuros, deformados, irreconocibles.

-Laguna Estigia, barquero Flegias-

f)       Quinto Círculo: los Irascibles o Iracundos y los Perezosos. Castigo: en la laguna fangosa, los irascibles se acometen mutuamente, algunos se muerden a sí mismos, hiriéndose.Los perezosos quedan sumergidos bajo el fango. Algunos críticos también dicen que en este círculo podrían estar siendo castigados los soberbios y envidiosos. Pecadores: se menciona a Felipe Argenti.


-Muralla y puerta de Dite-

2-      BAJO INFIERNO

a)      Sexto Círculo: los Herejes. Castigo: estar sepultados en tumbas de fuego. Pecadores: Epicuro, Farinata (quien dialoga con Dante), Cavalcante Cavalcanti (tiene un breve diálogo con Dante), el emperador Federico III, el cardenal Octaviano, el papa Anastasio.

-Río Flegetón-

b)     Séptimo Círculo: los Violentos. <Primer recinto: contra el prójimo> Castigo: estar sumergidos en un río de sangre hirviente. Pecadores: los tiranos y otros violentos (el Minotauro, Atila, Pirro, etc). También se encuentran aquí los ladrones. Los guardianes son los Centauros. <Segundo recinto: contra sí mismos y las propias cosas> Castigo: convertidos en árboles nudosos y con espinas venenosas, las Arpías devoran sus hojas, haciéndolos sangrar. Pecadores: los suicidas, como Pedro della Vigna. Otros conservan su forma para ser perseguidos por perras negras que los despedazan. <Tercer recinto: contra Dios y la naturaleza> Castigo: los violentos contra Dios permanecen en un arenal estéril, bajo una lluvia constante de brasas encendidas; los violentos contra la naturaleza están en arenas movedizas, por lo cual deben correr constantemente para intentar no ser absorbidos. Pecadores: Capaneo, Brunetto Latini, Guido Guerra, etc.

c)      Octavo Círculo: los Fraudulentos. Se encuentran con Gerión, convertido en un monstruo, quien los traslada en su lomo. <Primer foso: Rufianes y Seductores> Castigo: en largas filas, son azotados por demonios con látigos, sin poder dejar de marchar nunca. Pecadores: Venedico Caccianimico, Jasón. <Segundo foso: Aduladores> Castigo: estar sumergidos en excremento. Pecadores: Alejo Interminelli de Luca, Thais. <Tercer foso: Simoníacos (de Simón Mago, comercio ilícito de cosas espirituales)> Castigo: enterrados cabeza abajo en estrechos pozos, asoman apenas las piernas, y los pies son recorridos por llamas. Pecadores: el Papa Nicolás III. <Cuarto foso: Adivinos y Magos> Castigo: caminar con la cabeza retorcida, hasta que el rostro queda del lado de la espalda, obligándolos a caminar hacia atrás. Pecadores: Anfiarao, Tiresias, Miguel Scott, etc. <Quinto foso: Barateros (engañan en una compra o venta)> Castigo: sumidos en alquitrán hirviente, son pinchados con tridentes y desgarrados si se asoman a la superficie, por demonios guardianes. Pecadores: un magistrado luqués, Ciampolo, Fray Gomita, etc. <Sexto foso: Hipócritas> Castigo: llevan capas con capucha, doradas por fuera y de grueso plomo por dentro. Pecadores: Catalano y Loderingo (hermanos gozosos), Caifás (crucificado en el camino, soporta que todos los hipócritas con sus capas de plomo lo pisen). <Séptimo foso: Ladrones> Castigo: masas de serpientes les atacan, mordiendo y apretando a los condenados. Algunos se deshacen como ceniza y vuelven a tomar su forma para ser nuevamente atormentados. Otros se metamorfosean en los monstruos que los atacan. Pecadores: Vanni Fucci, Caco, etc. <Octavo foso: Malos consejeros> Castigo: cada condenado arde como una pira en tumbas de fuego, algunos están juntos por estar vinculados en su falta. Pecadores: Ulises, Diomedes, Etéocles y Polinices, Guido de Montefeltro. <Noveno foso: Sembradores de discordia (Cizañeros)> Castigo: un demonio los desgarra continuamente con una espada, dejándolos cortados en pedazos, a algunos les faltan manos, orejas, o tienen la cabeza separada del cuerpo, otros tienen los órganos internos a la vista. Pecadores: Mahoma, Fray Dolcino, Geri del Bello, etc. <Décimo foso: Falsarios (falsificadores de metales, alquimistas, suplantadores de personas, monederos falsos, calumniadores)> Castigo: estar cubiertos de una peste llena de pústulas que les causa picazón desesperante; hidropesía; fiebre que les provoca aliento fétido; sed constante. Pecadores: Gianni Schicchi, Mirra, Maese Adam, la mujer de Putifar, Sinón de Troya.

-El abismo, los gigantes-

d)     Noveno Círculo: los Traidores. <Recinto primero o Caína: traidores a sus parientes> Castigo: sumergidos en un lago helado (el Cocito) hasta la cintura, sufren las consecuencias del congelamiento. Pecadores: los condes de Mangona, etc. <Recinto segundo o Antenora: traidores a su patria> Castigo: ídem recinto anterior. Pecadores: Bocca de los Abati, Buoso de Duera, el conde Ugolino (éste muerde el cráneo y come constantemente el cerebro del arzobispo Ruggieri, quien provocó su muerte y la de sus hijos encerrándolos en una torre y matándolos de hambre). <Tercer recinto o Ptolomea: traidores a sus huéspedes> Castigo: el frío del lago congelado en el que están inmersos es tan intenso, que se les congelan las lágrimas dentro del hueco del ojo, impidiéndoles ver. Pecadores: fray Alberico, Branca D’Oria. <Cuarto recinto o Judesca: traidores a sus bienhechores o a la majestad> Castigo y pecadores: Lucifer está condenado a permanecer eternamente transformado en un monstruo gigantesco, metido en hielo hasta el pecho. Ese hielo se crea de las lágrimas, su baba y la sangre de los pecadores, que se congela por el movimiento de sus enormes alas. Tiene tres cabezas, cada una de un color distinto, así como tres pares de alas. Llorando siempre, en cada fauce tritura a un pecador (Judas Iscariote, Bruto y Casio), además de desgarrarlos con sus garras. Judas queda con la cabeza hacia adentro de la boca de Lucifer, y Bruto y Casio con las piernas hacia adentro.



EL PURGATORIO.-


    Es el único de los tres reinos de ultratumba con carácter transitorio, ya que aquí son enviados aquellos que pecaron pero se arrepintieron y deben purgar su culpa, purificándose. Por ello es que a pesar del dolor, las almas tienen esperanza, lo cual contrasta con la situación del Infierno ya anunciada en su puerta (“Lasciate ogni speranza, voi ch’entrate”).

   Dante imagina este lugar como una colina dividida en 9 terrazas o cornisas, en cuya cima se encuentra el Paraíso Terrenal (antesala del Paraíso). En la base de la colina (el lugar más cercano a la superficie terrestre) se encuentra el Antepurgatorio, y a medida que se asciende, cada terraza corresponde a un pecado, ordenados del más grave al más leve, al contrario de la distribución del Infierno, que va de lo más leve a lo más grave. Esto ocurre porque las almas están distribuidas considerando simbólicamente su proximidad con la meta de salir de allí y ascender al Paraíso. Lo ubica geográficamente en el punto opuesto al Infierno, sobre la superficie del hemisferio sur de la Tierra, zona que en la época de Dante aún no se conocía por limitaciones de la navegación.

   Predominan los elementos naturales en este reino: el color verde, el sonido del agua, el cielo está iluminado por estrellas. El paisaje es cada vez más hermoso a medida que se asciende. Los lamentos están atenuados con música y cantos corales. Las almas que purgan su culpa no se sienten solas, pues comparten una esperanza. A medida que se aproximan al Paraíso, van perdiendo la forma humana y se van transformando en energía luminosa.

   Luego de una playa en la isla del Purgatorio, Dante se encuentra con el guardián de este reino, que es Catón. El Antepurgatorio se divide en cuatro sectores: parte exterior de la montaña, donde deben esperar los Excomulgados, el Primer y Segundo Rellano, donde están los Negligentes, y el Valle Ameno, donde quedan los Príncipes apegados a la Gloria Terrena. Sigue la Puerta del Purgatorio, con un ángel como portero. Aquí encontramos los 7 pecados capitales: en la Primera Terraza la Soberbia, en la Segunda la Envidia, Tercera, la Ira, Cuarta la Pereza, Quinta la Avaricia y la Prodigalidad, Sexta la Gula, y en la Séptima la Lujuria. Finalmente, el Paraíso Terrenal es el pasaje al Paraíso Celestial. Aquí Virgilio se despide de Dante, ya que por ser un condenado en el Infierno no puede ascender al Paraíso Celestial, y lo sustituye Beatrice Portinari, la donna angelicata de Dante, cuya alma es una de las bienaventuradas y lo conduce al Paraíso.


EL PARAÍSO.-       



   El Paraíso se encuentra en el cielo y está constituído por 9 círculos concéntricos, también llamados Cielos. A medida que se asciende se van encontrando las almas más virtuosas, la luz es mayor y la sensación de paz y armonía aumenta.

   Es un reino eterno: quien se hizo merecedor de él, lo disfruta para siempre. La felicidad es absoluta y también eterna. Sólo las almas dignas de él pueden estar ahí, por eso Dante honra la memoria de Beatriz al suponerla en el Paraíso, acorde con su visión idealizada como donna angelicata inspiradora de su obra. Ella lo acompaña hasta casi el final de la obra, en que la sustituye San Bernardo de Claraval, que representa el estado de gracia para la contemplación de la Divinidad.

   El orden en que están dispuestas las almas es el siguiente: el Cielo I (el de la Luna) se encuentra reservado para los Espíritus Quebrantadores de su voto de Castidad, el Cielo II (Mercurio) para los Espíritus Activos y Benéficos, el III (Venus) para los Espíritus Amantes, el IV (Sol) para Filósofos y Teólogos, el V (Marte) para Mártires de la Fe, el VI (Júpiter) para Sabios y Justos, el VII (Saturno) para Espíritus Contemplativos, el VIII (Cielo Estrellado) para Espíritus Triunfantes y el Cielo IX (Cielo Cristalino) para Dios y las Jerarquías Angélicas. Por encima de todo se encuentra el Empíreo, con la Cándida Rosa, donde se puede contemplar eternamente a Dios.


EL COSMOS DANTESCO.-