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viernes, 15 de enero de 2021

ANÁLISIS DEL CANTO I DE LA DIVINA COMEDIA

 ANÁLISIS DEL CANTO I DE LA DIVINA COMEDIA-.



INTRODUCCIÓN.-

   La Divina Comedia, de Dante Alighieri (1265, Florencia -1321, Rávena) fue creada entre 1307 y 1321, y constituye la obra cumbre de Dante. Poema épico lírico de contenido alegórico, su trama se centra en un viaje imaginario de Dante por los reinos de ultratumba, realizado con la intención de salvar su alma del castigo eterno, y testimoniar acerca de lo que vio para que sus lectores se arrepientan de los pecados cometidos y retomen el camino del bien y la redención. Como la mayoría de la literatura medieval, esta obra cumple una función didáctica, moralizante.

   En cuanto al Canto I, se constituye en la Introducción a toda la obra, no sólo porque en él se anuncia el recorrido que hará Dante (su pasaje por el reino del Infierno, luego por el Purgatorio y finalmente por el Paraíso), sino también porque se anticipa que su guía por Infierno y Purgatorio será Virgilio, y que Beatriz, además de ser su guía en el Paraíso, es el alma bienaventurada que desde su lugar eterno, se compadece de Dante y vela por él. A ella le adjudica Dante la idea de la realización de su fantástico viaje y ser la inspiración de su creación en su rol de donna angelicata. A esta función introductoria del Canto I se le agrega la creación de una atmósfera oscura y atemorizante que anticipa el recorrido de Dante por el Infierno.


TRAMA Y ESTRUCTURA DEL CANTO. SIGNIFICADO ALEGÓRICO GENERAL.-

   El Canto I comienza con el protagonista (Dante) narrando en primera persona su experiencia de estar perdido en una selva oscura y áspera, a la cual no puede recordar sin temor. Cuando finalmente consigue salir de allí, inicia el dificultoso ascenso de una colina, en cuya cumbre veía los rayos del sol. Pero cuando ya pensaba que llegaría a la cima, se le cruzan tres fieras, una más peligrosa que la otra: una pantera (o leopardo, dependiendo de las traducciones), un león y una loba. En ese momento Dante pierde la confianza y el temor lo empuja a retroceder hacia la selva nuevamente. Sin embargo, cuando ya parecía todo perdido, vislumbra a alguien a quien denomina sombra, y le pide ayuda. La sombra se presenta: es Virgilio, poeta latino admirado por Dante, quien le anuncia que por su bien será su guía por dos reinos, el del Infierno y el del Purgatorio, y que un alma más pura que él (alude a Beatriz) lo guiará por el Paraíso, ya que al ser Virgilio un alma condenada en el Infierno (cumple condena en el primer círculo del Infierno, en el Limbo), tiene prohibido acceder al reino de los bienaventurados. Dante accede y el canto finaliza con Virgilio conduciendo a Dante, quien camina detrás de él.

   Podemos dividir a este canto en tres momentos:

  1. Alegorías de la selva y de la colina;
  2. Alegoría de las tres fieras;
  3. Encuentro y diálogo de Dante con Virgilio.
Como se puede apreciar leyendo el ítem de la estructura, cada situación transcurrida y cada paisaje que Dante describe es un elemento simbólico que forma parte de esa gran alegoría que es La Divina Comedia, considerando que alegoría es un encadenamiento de símbolos que giran en torno a una idea principal. La selva, la colina, las fieras, incluso cada personaje (Dante, Virgilio, Beatriz) no sólo valen por sí, literalmente e integrados a la trama, sino que además aportan un componente simbólico partícipe de la alegoría total de la obra. Así, Dante representa a la humanidad pecadora, Virgilio, según algunos críticos, a la razón, y Beatriz representa la fe (para salvarse, la razón no basta, es necesaria la fe).En este canto introductorio, también mediante la alegoría se nos anticipa el recorrido que hará Dante, representando la selva oscura el reino del Infierno que Dante recorrerá primero, la colina al Purgatorio, segundo reino visitado por Dante, y el sol en la cumbre, al Paraíso, donde finaliza el recorrido del protagonista en la obra. El viaje, a su vez, representa los distintos estados del alma que busca su salvación, siendo el Infierno la caída en el pecado al apartarse del camino correcto, el Purgatorio el arrepentimiento y purificación, buscando la redención a través del sacrificio, y el Paraíso la salvación y premio eterno. Además del contenido didáctico de la obra, propio de su época (pretende enseñar conceptos morales y religiosos), Dante desarrolla un lenguaje simbólico típico de los textos religiosos, como por ejemplo la Biblia. La base conceptual se explica a partir de lo que señala Emile Mâle: en la Edad Media el mundo es percibido como un conjunto de símbolos, por eso en toda realidad natural (como ser los animales, las plantas y accidentes geográficos) se esconde un significado espiritual, mensaje divino que  el ser humano debe descubrir para hallar el camino del bien.
   Cabe consignar que diversos críticos e investigadores literarios han sostenido una interpretación de naturaleza política de La Divina Comedia. Si bien es verdad que a Dante lo político le importó muchísimo, al punto de estar involucrado en situaciones de riesgo, y hasta ser desterrado por ello, no deja de ser un elemento secundario en la simbología de la obra, aunque sin duda debió tener mucho valor para el contemporáneo de Dante. Para el lector universal que lee la obra siglos después, tiene mucho más sentido la interpretación filosófico -religiosa que la política.


ANÁLISIS DEL PRIMER MOMENTO.-


   El Canto I comienza con uno de los tercetos más famosos de la obra:

"Nel mezzo del cammin di nostra vita
mi ritrovai pero una selva oscura
che la diritta via era smarrita."
("En el medio del camino de nuestra vida
me encontré en una selva oscura
pues la recta vía estaba perdida.")

   El poema presenta el relato en primera persona singular ("me encontré"), pero incluye también al lector al expresar "nuestra vida". Este recurso procura involucrarnos para llamar nuestra atención y que el lector se sienta identificado con Dante personaje, ya que como se dijo, la intención del autor es enseñar y provocar una modificación de conducta en el caso de que quien lee no esté en el camino correcto. El narrador en primera persona singular se explica porque es el protagonista quien cuenta su aventura. Así, Dante es autor, protagonista y narrador. La expresión "nuestra vida" reúne al protagonista, que es el héroe que realiza la hazaña, con el lector: todos somos humanos, nuestra vida es un camino de redención, Dante nos representa al ser un individuo falible, que comete errores pero al mismo tiempo tiende hacia el bien, procurando salvar su alma.
   El primer dato aportado en el relato, es la edad aproximada del protagonista cuando  comienza su aventura. No lo expresa de manera directa, sino como corresponde a un texto alegórico, mediante un símbolo ("En el medio del camino de nuestra vida"). ¿Y a qué edad aludía Dante al referirse a la mitad de la vida de un ser humano? Considerando las expectativas de vida de la clase alta de esa época, Dante estaría hablando de los 35 años, una edad donde la persona ya alcanza cierta madurez, pero aún es joven, lo que le permite mirar hacia atrás (asumiendo y juzgando su pasado), pero también tener expectativas de futuro y posibilidades de arrepentirse y cambiar su conducta. Es interesante considerar que a esta edad de ficción, se corresponde la edad real aproximada del autor al realizar su viaje imaginario, ya que los investigadores fijan la fecha 8 de abril de 1300 (viernes santo ese año) como fecha de inicio del mismo, habiendo nacido Dante Alighieri en 1265. Esto, entre otros aspectos, demuestra que Dante buscó que existiera un correlato entre la realidad y la ficción que creó.
   La metáfora de la vida como camino es muy usual en la Edad Media. Podemos mencionar como ejemplo, al poeta español Manrique, medieval pero posterior a Dante, que en las Coplas a la muerte de su padre, expresa: "Este mundo es el camino/ para el otro, que es morada/ sin pesar". Pero también aparece en literaturas anteriores. Dante pudo haberse inspirado en los textos bíblicos, como el Libro de los Proverbios 2:12 a 2:15: "Así que no te perderás en el mal camino ni te juntarás con los hombres perversos que han abandonado la senda recta y andan por veredas tenebrosas, que gozan en el mal que han hecho y hacen alarde de sus fechorías, cuyos caminos son torcidos, e infames todos sus pasos". En el célebre salmo 23 se habla del "camino del bueno", y de pasar "por quebradas muy oscuras". También podemos leer en Isaías 38 una expresión muy similar al inicio de la Divina Comedia: "En el medio de mis días voy a penetrar por las puertas del lugar adonde van los muertos". Es evidente que siendo Dante cristiano católico, la Biblia sería uno de sus libros de cabecera y fuente de inspiración para su epopeya cristiana.
   Pero en definitiva, ¿por qué se vincula a la vida con un camino? Está claro que esa metáfora alude al transcurrir, el trayecto vital, la idea de que existe un tiempo lineal y que en él nos movemos, teniendo un punto de partida y al final una meta. Nacemos, vivimos, morimos. Para Dante, lo que ocurre en ese trayecto define el destino final del alma. Por eso acude a la alegoría de la selva oscura para representar el hundimiento en el vicio y la confusión espiritual, la ausencia de luz divina. Dante es creyente, pero pecador, por eso puede representar a la humanidad, no se erige en modelo de perfección, sino en individuo perfectible. Reconoce haberse perdido en el mal al bajar la guardia de la conciencia y la fe. Perdió  "la recta vía", o sea, el camino correcto y virtuoso que conduce a la salvación, al premio eterno. Encontramos en estos dos elementos una oposición: selva oscura ≠ recta vía, que contrapone el vicio y la virtud, la oscuridad y la luz, la condena y la salvación. El ser humano tiene opciones, puede elegir, de eso se trata el libre albedrío. En la visión cristiana católica, Dios le brinda al humano intelecto (la razón, la inteligencia) y fe (cualidad teológica y espiritual imprescindible), y empleando bien ambos dones, en libre ejercicio de su voluntad, puede alcanzar la salvación. Pero también existe la chance de perderse en la selva oscura. De ese concepto de libre albedrío se desprende que el estado del alma depende del individuo, es su responsabilidad, y como cada acción conlleva una consecuencia, cada uno obtendrá castigo o premio. Esto es lo que Dante nos muestra en su viaje por los reinos de ultratumba, y nos anticipa a través de las alegorías del Canto I.

   Tres tercetos más dedica Dante a la alegoría de la selva, donde se explaya en una descripción simbólica y en los sentimientos que le despierta recordar ese duro trance, al punto de que le renueva el miedo. La selva es "selvaggia e aspra e forte" ("salvaje, y áspera y fuerte"). Los tres adjetivos unidos por el polisíndeton "y" tienen fuerza acumulativa, provocando en el lector múltiples asociaciones, en primer término con su significado literal, y en segundo, con el simbolismo. Si bien en la traducción al español no es tan evidente, en su idioma original (el toscano), notamos el juego de sonidos entre "selva" y "selvaggia". Lo salvaje apunta a los peligros que en ese lugar se encuentran, el riesgo que corre el ser humano en un hábitat donde predomina lo opuesto a la civilización, ajeno a la voluntad racional del individuo y la sociedad. Consideremos que en la Edad Media se insistía en la idea de una superioridad humana sobre los animales, considerando al humano capaz de conciencia y raciocinio, e identificándose a los animales con el mero instinto. El ser humano, enseñaba la Iglesia, debe elevarse y sobreponerse a su instinto mediante la fe y la razón. La selva es el hábitat de "animales salvajes", que es en lo que se convierte el humano cuando se deja vencer por sus instintos. La aspereza hiere, lastima, genera dolor e incomodidad, y lo fuerte revela la intensidad y se añade a la dificultad para poder salir de allí. Estos adjetivos, junto a la oscuridad que antes había mencionado, aportan a la comprensión del sentido de la alegoría, pues Dante habla de cómo el pecado, la tentación y el vicio lastiman al alma y lo difícil que es salir de esa situación. El protagonista siente temor y angustia porque está convencido de que está en riesgo su alma, pero no debemos olvidar que él representa en esta obra a la humanidad en su lucha entre el bien y el mal, por tanto, su relato no sólo presenta el conflicto de un individuo, sino de la humanidad en general. Vemos también que Dante define su rol desde el comienzo de la obra cuando expresa que a pesar de la amargura que le provoca el recuerdo de esos momentos (anticipa, por tanto, que logró sortear el peligro) "por tratar del bien que allí encontré / diré las cosas que allí vi". El bien es un concepto amplio pero entendible. Por un lado, alude a Virgilio, enviado por Beatriz, el hecho de estar bajo la protección y guía de los más sabios, idea muy apreciada por los medievales. Por otro,  sugiere la lección de vida que Dante recibió al caer y luego levantarse, y cómo su misión es transmitir a otros su experiencia para ayudarlos también a elevarse como él hizo en el pasado. Por eso debe comunicar lo que vio, para que su prójimo aprenda.
   Cuando Dante asume su angustia y su temor (menciona el pavor que le provoca recordar esa circunstancia, y que la selva, así como su recuerdo, es amarga, casi como la muerte), significa que ya tomó conciencia de sus errores. En la mirada del cristiano medieval, el pecado y el vicio provocan placer a los sentidos (por eso la selva es "fuerte" y se hace tan difícil salir de ella), y cuando se vive la situación, el individuo se abandona a los placeres mundanos sin hacer uso de la barrera de la razón. Pero una vez que comienza a reflexionar, a veces con el paso del tiempo y la maduración, el sentimiento de culpa aparece, junto con el temor a las consecuencias, tales como condenarse (la muerte del alma). Este planteo es típico de la visión religiosa de la Edad Media, que contrapone el mundo físico y terrenal con el mundo espiritual, afirmando que lo físico y terrenal no perduran, y el placer es efímero; en cambio el alma, lo espiritual, tienen la cualidad de la eternidad, y es preferible el sacrificio y buenas obras en este mundo transitorio, para lograr el premio en la vida eterna. El placer encanta a los sentidos y adormece la conciencia, por esa razón Dante informa que no sabe decir bien cómo entró, "tanto sueño tenía en el momento / en que abandoné el camino verdadero". La acción de estar adormecido refleja metafóricamente la falta de conciencia y de contención de los apetitos sensuales, acercándose más al animal instintivo que al ser humano lúcido, capaz de sentimientos elevados. En definitiva, la selva oscura, salvaje, áspera y fuerte es la alegoría del mal y la perdición del alma, y Dante se asume como pecador arrepentido que desea cambiar el rumbo de su vida y volver al camino recto.
   Es importante notar cómo se nota la conjunción de géneros desde el principio de la obra, pues si bien nos encontramos con un relato, aparece una multiplicidad de recursos retóricos asociados más bien a la lírica, como la metáfora, el polisíndeton, las imágenes poéticas, la sinestesia, etc.

   La veta poética es notoria cuando describe la colina y la luz que resplandece en su cima:
"Mas al llegar al pie de una colina,
allí donde aquel valle terminaba
que el corazón de pavor me compungiera,

miré a lo alto y vislumbré su espalda
vestida de los rayos del planeta
que el buen camino a todos señalaba."
  La descripción resalta el contraste oscuridad -luz al pasar de la selva a la colina, y también se contrapone lo bajo o hundido (el valle, la selva) con lo elevado (la colina y su cima). Estos símbolos son de uso recurrente a lo largo de los siglos, vinculando al mal con lo oscuro y bajo, y al bien con lo luminoso y elevado. Por tanto deducimos que la colina constituye una alegoría de la salvación, el bien y la virtud.
   En la metáfora "su espalda / vestida de los rayos del planeta", Dante nos muestra el nivel de conocimientos astronómicos de su época. Los medievales se basaban en la teoría de Claudio Ptolomeo, que afirmaba que el universo era geocéntrico, la Tierra estaba inmóvil, y los astros giraban a su alrededor. Suponía además que el sol y la luna eran planetas. Por esta razón Dante alude al sol denominándolo planeta. A propósito de los conocimientos que poseía Dante, debemos recordar que si bien nuestro autor era medieval en su concepción religiosa del mundo, también es considerado un precursor del Humanismo renacentista. El Humanismo fue un movimiento intelectual, cultural y filosófico propio del Renacimiento, que se inspira en el modelo cultural grecolatino, y que exalta el antropocentrismo (el ser humano, y no Dios, es el centro de todo) y el paradigma de intelectual que domina el conocimiento en múltiples áreas. Dante, por ejemplo, dominaba idiomas, sabía de literatura, mitología, historia, filosofía y teología, y además había leído los manuales científicos usuales en su tiempo, y admiraba la cultura greco latina. De hecho, esto último se hace evidente cuando vemos que elige a Virgilio (poeta latino) como guía en el reino del Infierno y el del Purgatorio, y por los personajes mitológicos y literarios que aparecen en los distintos cantos.
   Esta visión del sol iluminando todo, aludiendo alegóricamente al bien y la gracia divina, aquieta el temor que le duraba "en el lago del corazón". Esta metáfora es muy sugerente, más allá de ser un tópico la afirmación de que los sentimientos, las pasiones, residen en el corazón, así como la asociación del agua con lo emocional. Podemos visualizar ese lago, que habitualmente tiene aguas calmas, agitadas por el temor. Y esta metáfora se entrelaza con el símil del náufrago, donde también aparece el agua, pero esta vez se trata de un mar agitado y peligroso:
"Y como quien con afanoso aliento,
saliendo al fin del piélago a la orilla,
se vuelve al agua peligrosa y mira,

así mi alma, que aún estaba fugitiva,
se volvió atrás para mirar el paso
del que jamás salió persona viva."
   Esta imagen que abarca dos tercetos, en la cual Dante se visualiza como un náufrago que consigue salir del mar dificultosamente, y ya desde la orilla mira hacia atrás el peligro que corrió, es un símil. Símil es una comparación más extensa que la comparación común, y que debido a su detallismo se constituye en una imagen completa, que aún siendo apartada de su contexto, puede ser entendida. Este recurso fue empleado por Virgilio, a quien Dante reconoce como maestro, y Virgilio a su vez lo había leído en Homero, aeda griego a quien se le atribuye La Ilíada y La Odisea.
   Es entendible que un hombre medieval otorgue al mar la cualidad de peligroso ("acqua perigliosa" escribió Dante), ya que en ese tiempo, por un lado, existía una amenaza real debido al dominio marítimo de los musulmanes y la piratería, y por otro, había una multitud de leyendas y mitos respecto al océano que provocaban temor supersticioso. La falta de conocimiento también habilitaba a teorías que luego se comprobó no eran certeras, como por ejemplo suponer que la superficie de la Tierra era recta, y que llegando al horizonte, había un abismo por donde los barcos caerían y los marineros perecerían.
   Dentro del formato alegórico que nos propone Dante autor, es evidente que el náufrago es Dante personaje, el mar atemorizante es la vida viciosa, alejada de la gracia divina, y la orilla representa la salvación. Afirma que de ese paso "jamás salió persona viva" porque alude al concepto de pecado mortal para el alma. El símil del náufrago representa un momento de reflexión, en que el individuo, habiendo salido de un terrible riesgo, lo rememora y toma conciencia de lo grave que fue. De esas instancias de introspección y aprendizaje es que se va forjando la salvación del ser humano. Por esta razón también es que nos indica que al trepar la colina procuraba que el pie más firme fuera el que tenía más abajo, o sea que escalaba no sólo a impulso, sino con precaución, razonadamente.
   En cuanto al ritmo narrativo, nos encontramos en un pasaje de pausa, que nos prepara para el siguiente impacto.


ANÁLISIS DEL SEGUNDO MOMENTO.-


Luego de la pausa ya mencionada, el autor nos expone al siguiente impacto: la aparición de tres fieras que aterrorizan al protagonista, al punto de que lo empujan a retroceder. Dentro de lo que es la trama, las fieras aparecen en la colina, o sea que formarían parte de la alegoría de la colina, pero Dante se detiene en ellas con tanta extensión y detallismo, que deben ser analizadas aparte, como un segundo momento del Canto I.
   Recordemos que existen dos definiciones posibles de alegoría que son aplicables en esta obra. La primera: encadenamiento de símbolos en torno a una idea principal, que cabe para la obra al completo, donde el Canto I anticipa el trayecto del protagonista, y cada reino, a su vez, refiere simbólicamente a un estado del alma (pecado -purgación -virtud). Pero dentro de la obra, existen alegorías más pequeñas, como la de la selva y de la colina, que también están constituidas por una serie de símbolos interrelacionados por su significación. En cuanto a la segunda definición, también cabe tanto en la selva, como en la colina y las tres fieras, pues refiere a la representación plástica o sensorial de un concepto: la selva representa el pecado, la colina la expiación tendiente a la salvación,  y en este caso, cada fiera representa un pecado determinado. 
   Durante la Baja Edad Media tuvieron mucha popularidad los denominados "bestiarios", inspirados en los que ya existían en la cultura grecolatina, pero con el toque cristiano propio de la Europa medieval. Consistían en recopilaciones de animales, con ilustraciones y relatos. Había bestiarios realistas (basados en animales comunes y reales) y fantásticos (en estos últimos aparecían seres fabulosos, como los dragones, las sirenas, etc.). A cada animal se lo vinculaba con alguna cualidad o defecto moral, aportando una significación simbólica y didáctica en cada relato.
   Dante incluye en la trama a tres fieras, representativa cada una de un pecado: la pantera (onza o leopardo según otras traducciones), el león y la loba. Es obvio que una fiera es un animal peligroso, así como es peligroso para el alma cada pecado que representan. Conforman además una anticipación de lo horrible que hallará Dante en el Infierno, donde en varios círculos aparecen animales salvajes crueles, que muerden, desgarran y devoran. El orden en que aparecen no es casual, sino que el autor las ubicó en una progresión de menor a mayor gravedad, como lo hizo en el Reino del Infierno. Así, comienza con la lujuria, prosigue con la soberbia, y finaliza con la avaricia, o, según algunos, la concupiscencia. Desde otro punto de vista, Dorothy Sayers analiza que cada pecado podría corresponder a una etapa de la vida: la lujuria es más común en la juventud, la soberbia (auto exaltación) en la edad mediana, y la avaricia en la vejez. 
   Por su parte, Hyalmar Blixen señala que la explicación tradicional de las tres fieras se basa en un pasaje del Evangelio de San Juan, que establece tres pecados fundamentales: el apetito de la carne (lujuria), la soberbia, y la concupiscencia de los ojos (la avaricia).
   Para Santo Tomás, esos tres eran los pecados básicos, el origen de todos los demás. La lujuria se vincula no sólo a los placeres carnales, sino a todos los placeres que pueda apetecer la sensualidad humana, es decir que representaría a los pecados por incontinencia, a los cuales Dante ubica en los primeros círculos del Infierno. La soberbia implica el avasallamiento y la humillación del otro, y Dante ubica a la tiranía y la violencia en la parte central de su Infierno, como pecados de loca bestialidad. La avaricia /codicia son los de mayor riesgo, y se asocian con otros pecados, como violencia, fraude y traición, ya que la insaciabilidad empuja a cometer otras faltas para conseguir lo deseado; a estos pecados por malicia Dante los ubica en los últimos y peores círculos del Infierno.
   El número 3 responde a la estructura general de la obra, basada en esta cifra y sus múltiplos. Es un número con un simbolismo importante, ya que alude a la Santísima Trinidad, misterio dogmático del cristianismo católico, en el que se define a Dios como Uno y Trino, o sea, es un único Dios constituido por tres personalidades: Padre, Hijo, y Espíritu Santo. Por esta razón, el poema está organizado en tres grandes cánticas, la versificación se apoya en tercetos con terza rima, y en general, el número 3 y sus múltiplos aparecen a lo largo de toda la obra (por ejemplo, el Infierno consta de 9 círculos, el Purgatorio de 9 terrazas, y el Paraíso de 9 cielos). Las fieras no son la excepción, y se aparecen con el número de 3.
"De pronto, casi al comenzar la cuesta,
a una pantera hallé, liviana y ágil,
que de manchado pelaje iba cubierta.

Ella no se apartaba de mi vista,
estorbando tanto en mi camino,
que por volverme estuve muchas veces.

Tiempo era del inicio de la mañana,
y el sol subía con aquellas estrellas
que estaban con él cuando el amor divino

movió al principio aquellas cosas bellas;
hora y estación tan dulces
me motivaron a augurar el bien

en el vistoso pelaje de esa fiera"
   Se considera a la pantera como una alegoría de la lujuria, quinto pecado capital para el cristianismo. La lujuria se define como el exceso en el deseo de placer sexual; ese apetito desordenado provoca conductas pecaminosas que se manifiestan en el desborde pasional, la obsesión con una persona deseada, o la promiscuidad. Se considera un pecado porque se antepone el deseo físico, lo material y terrenal, lo cual se considera efímero, al cuidado del alma, que es algo espiritual, inmaterial, y se considera eterna. En la Edad Media todo placer del cuerpo era considerado pecaminoso, porque existía la visión de que lo trascendente y eterno era lo espiritual, y dedicarse al placer físico no sólo distraía de lo verdaderamente importante, sino que ensuciaba al alma. El sacrificio físico era el camino de la salvación; el placer sensual de cosas materiales, la condena. Por esto se le atraviesa a Dante la pantera cuando está intentando llegar a la cima de la colina -la salvación-, porque representa una tentación importante. De hecho, Blixen informa que Dante autor "según muchos testimonios fue un pecador carnal, a pesar de su amor idealizado por Beatriz y de estar casado con Gemma Donati" (en un matrimonio arreglado, como era usual en esa época), con quien tuvo varios hijos.
   La descripción de la apariencia física de la pantera explica por qué Dante la toma como símbolo de la lujuria. La belleza de su piel, la sensualidad de su andar, todo esto la hace mucho más atractiva que temible, por eso el verso "Ella no se apartaba de mi vista", además de referir a la persistencia de la tentación y el pecado, indica lo difícil que se le hacía vencerlo, porque le atrae la mirada y provoca el deseo. De esta manera, Dante con su actitud representa al ser humano frente a la tentación de la lujuria, del placer, y muestra la tensión entre codiciar la belleza y el placer, y el impulso de redención del alma ("estorbando tanto en mi camino / que por volverme estuve muchas veces"). A su vez, esa apariencia atractiva a los sentidos oculta su peligrosidad espiritual.
   ¿Por qué el autor ubica a la lujuria como el menos grave de los tres pecados que se le presentan a través de las fieras? Sin duda, en esta concepción no sigue las ideas de la Iglesia Católica medieval, puesto que en ese tiempo a la lujuria se la consideraba como un elemento esencial para la perdición, y Dante en el Infierno ubica a estos pecadores en el segundo círculo, habiendo nueve dispuestos en progresión respecto a la gravedad del pecado y de su castigo, e incluso existe un sitio reservado para ellos en el Purgatorio, en la séptima terraza. Dos razones se menciona como explicación de este desacuerdo: la primera se resume en que Dante considera a la lujuria como el único pecado que es una forma de amor, desprendimiento del amor divino (caritas), pero sentido y manifestado de manera inadecuada (eros). La segunda es un motivo más personal, y es que según algunos investigadores, la lujuria era su mayor debilidad.
   Los versos siguientes muestran el refinamiento y la suavidad propios del Dolce Stil Novo (recordemos que con ese nombre Francesco de Sanctis denominó a un grupo de escritores italianos de la segunda mitad del siglo XIII, al cual perteneció Dante, que inspirados en la lírica trovadoresca y el concepto de amor cortés, pero modificado este concepto por la visión religiosa, escribieron textos líricos donde se habla del amor gentil y se emplea un lenguaje poético sutil y dulce). El ambiente que se describe tiene gran belleza, es el momento del amanecer de un día primaveral, cuando el sol sube y se aprecia la hermosura de la naturaleza que para Dante, Dios creó. Notemos que la primavera es una estación que se asocia con el amor y los enamorados, además de que la tradición cristiana considera que Dios llevó a cabo la Creación en esa estación del año. En la analogía estaciones -edad, la primavera representa la juventud del ser humano, así que puede considerarse un pecado de juventud. Por otra parte, la belleza fue símbolo del bien en los textos literarios durante mucho tiempo, así como la fealdad y deformidad física representaba el mal. Todo esto hizo, según justifica el narrador, que Dante personaje se confundiera y pensara que de esa fiera se desprendía el bien y que no era peligrosa, pero ya explicamos que el autor asume que detrás de lo atractivo se oculta la tentación por el placer sensual. 
"mas no sin que temor me produjese
el aspecto de un león que se me apareció

y parecía que contra mí venía,
alta la testa y con un hambre tan rabiosa,
que parecía que hasta el aire le temía."
   Nuevamente encontramos un correlato entre la apariencia física del animal, sus actitudes, y el simbolismo que contiene. Así como la pantera de andar ágil y sensual y pelaje llamativo representa el pecado carnal, el león, denominado por muchos como "el rey de la selva" (aunque habita la sabana), tiene un porte asociado con lo altivo. El león en los bestiarios medievales solía representar cualidades (valentía, fuerza, nobleza, incluso se lo asocia con la monarquía y con Cristo), pero como todo animal salvaje, tiene una naturaleza ambivalente, ya que su fuerza y potencial físico (colmillos, garras), son peligrosos para los humanos. Esta ambivalencia lo hace ideal para representar la soberbia, pues el orgullo suele proceder de alguna cualidad de la cual el soberbio se jacta. Así como la lujuria es un pecado por incontinencia (desborde pasional), en este caso lo que vemos es un exceso, un ser humano que cree que puede equipararse a Dios, ya que se considera perfecto, y excede los límites al no asumirse humildemente como una criatura. Este concepto de exceso visto como pecado ya estaba presente en la cultura ateniense de la Antigua Grecia, y se constituye en el tema principal de las tragedias, donde el héroe trágico se condena al fracaso al cometer el pecado de hybris (el exceso, asociado con la soberbia, precisamente), y para un lector sapiente como Dante, sin duda debió resultar una inspiración.
   De esto se desprende que el soberbio será humillado, y el que está muy alto y menosprecia a otros ("alta la testa y con un hambre tan rabiosa") terminará cayendo. El león es una fiera salvaje peligrosa de por sí, pero además está hambriento, lo cual aumenta esa peligrosidad. Padece un hambre "rabiosa", que puede impulsarlo a atacar y devorar. La hipérbole y animación ("parecía que hasta el aire le temía") refuerzan el miedo que le provoca a Dante este pecado, que si se le cruza en la alegórica colina, es porque en algún momento lo ha tentado. Recordemos que el recurso de la hipérbole implica una exageración (la idea de que el león es tan temible, que hasta el aire se asusta al verlo), y la animación es dotar de cualidades de los seres vivos a lo inanimado (o sea, dotarlo de "ánima" o alma: el aire no es un ser vivo que pueda sentir miedo). Con esta animación hiperbólica Dante refuerza la sensación que pretende provocar en el lector. 
   Algunos críticos sostienen que esta fiera podría también representar a la violencia por su actitud belicosa y atemorizante. Como todo símbolo, es polisemántico, o sea que admite más de una interpretación. 
"Y una loba, que todos los deseos
alojar semejaba en su magrura
y a mucha gente hizo vivir en la miseria,

me llenó de temor con la gravedad
que veía lucir en su mirada,
y perdí la esperanza de la altura."

"Y como aquel que atesora riquezas,
que cuando llega el momento de perderlas,
en todo su pensar se aflige y llora,

así me hizo la bestia sin paz,
que viniendo contra mí, poco a poco
me empujaba allá donde el sol calla."
   En la progresión de peligrosidad de las fieras, la loba es la peor, la de mayor fuerza dramática, la que atemoriza tanto a Dante, que éste pierde la esperanza de alcanzar la cima. A mayor peligrosidad, mayor temor, y todo responde al sentido alegórico, ya que cada pecado representado es peor que el anterior, según la visión dantesca. Así, la avaricia o concupiscencia es peor que la soberbia o violencia, y la soberbia o violencia, peor que la lujuria. 
   La imagen está presentada con gran plasticidad, al igual que hizo el autor con las dos fieras anteriores. De este modo, parece que tuviéramos al animal frente a nuestros ojos, y podemos imaginar a la loba extremadamente delgada, consumida por su necesidad voraz, mirando fijamente al protagonista, y abalanzándose sobre él. De las tres fieras que se le cruzan, la loba es la más desagradable, ya que la pantera, al menos, tiene belleza física, y el león, apariencia digna. Esto puede apuntar a que la avaricia le parezca a Dante el pecado más repulsivo de los que se le han aparecido. La descripción de la loba alude a características del pecado que representa, pues el avaro nunca está satisfecho, y cuanto más posee más desea, sintiéndose siempre pobre y carente, aunque sea rico en bienes materiales. Por esa razón es una masa de deseo pero siempre está flaca, y menciona la miseria al referirse a quienes caen en esta falta. Por otra parte, esa codicia por bienes materiales los convierte en pobres de espíritu. Luce Fabbri, refiriéndose a la avaricia tal como se entendía en la Edad Media, advierte que: "tenía un significado más amplio que en la actualidad, pues se refería más al deseo de adquirir que al afán de retener, y abarcaba la avidez de todos los bienes terrenales, riqueza y poder, en su aspecto más material (dominio sobre territorios)". Esa codicia lleva implícitos también el egoísmo y hasta la crueldad respecto a los demás, pues sólo se piensa en el propio beneficio y no en ayudar a otros.
   Hay quienes se preguntan por qué Dante elige una loba, y no un lobo. Una de las interpretaciones explica que Dante pretendió aludir a Roma, por la famosa leyenda de Rómulo y Remo, quienes supuestamente fueron dos gemelos que fueron amamantados por una loba, y de los cuales, al crecer, Rómulo se convertiría en el fundador y primer rey de la ciudad, actual capital de Italia. De ahí, la identificación de la loba con la ciudad. La imagen negativa de Roma debió ser fruto del largo conflicto que Dante sostuvo con el Papado (ya que la sede principal del Papado estaba en esta ciudad).
   Desde otro punto de vista, en algunas especies la hembra reviste mayor peligrosidad que los machos. Podría vincularse a la loba y su delgadez, además de la asociación con el pecado que representa, con una hembra que al alimentar y cuidar a sus hijos, siente con mayor apremio la necesidad de alimentarse y atacar, y es, en ese sentido, aún más peligrosa que el macho de su especie.
   En el final de la alegoría de la loba, Dante emplea un símil que se relaciona con su significación alegórica, ya que se visualiza como un individuo que disfrutó de atesorar riquezas y sufre cuando las pierde. Sin embargo, por oposición a las riquezas que atesora el avaro, en este caso alude a la pérdida de las riquezas espirituales, y el retroceso hacia la selva ("me empujaba allá donde el sol calla") implica exponer a su alma nuevamente al pecado y la perdición. 
   Este pasaje es un claro ejemplo del lenguaje lírico que el autor incluye en medio del relato. En él hallamos, además del símil, otros recursos retóricos que por su profusión, nos introducen en un clima poético, incluso onírico (las imágenes oníricas son las que aparecen en los sueños), como ser la perífrasis (en "la bestia sin paz" en vez de mencionar el término "loba", y en "allá donde el sol calla" en lugar de decir "la selva oscura"), que consiste en evitar mencionar una palabra, evocándola mediante una expresión más elaborada, o la sinestesia ("donde el sol calla"), que es un recurso que consiste en aplicar una sensación propia de un sentido a otro.


ANÁLISIS DEL TERCER MOMENTO.-


   El tercer y último momento del Canto I nos aporta información anticipada respecto al asunto y argumento de la obra total, pues introduce al personaje que será el guía de Dante en su trayecto por el Infierno y el Purgatorio, y nos informa que realizará ese viaje por los reinos de ultratumba, y cuál es el motivo.
"Mientras me deslizaba en la pendiente
ante los ojos se me apareció
quien por su prolongado silencio parecía mudo.

Cuando lo vi en aquel gran desierto,
"Miserere de mí", le grité,
ya seas sombra u hombre cierto."
  En más de una ocasión la técnica narrativa de presentación de personajes de Dante apunta a crear suspenso, ya que no nos informa desde un principio de quién se trata. Pero en este caso la primera incertidumbre es qué es lo que está viendo, si persona o fantasma ("sombra u hombre cierto"), y la duda se acrecienta porque el nuevo personaje "por su prolongado silencio parecía mudo". Esta presentación está acorde al ambiente pesadillesco que hasta ahora nos muestra este canto, y es anticipo de los horrores que el protagonista contemplará en el Infierno. El momento que experimenta Dante personaje es tan difícil, que a pesar de su duda acerca de si se trata de un hombre o de un fantasma, le pide piedad, empleando en el texto original la expresión "miserere", que es una palabra latina que se empleaba en actos y textos litúrgicos de la iglesia Católica. El pedido de piedad, aunque podría interpretarse como un gesto de temor frente a quien podría ser peligroso, más bien implica un llamado de auxilio: el verdadero peligro son las fieras, no la sombra que se le presenta.
"Me respondió: "Hombre no, hombre ya fui,
y mis padres fueron lombardos,
de la mantuana patria los dos.

Nací sub Julio aunque fuese tarde,
y viví en Roma bajo el buen Augusto,
en el tiempo de los dioses falsos y engañosos.

Poeta fui, y canté a aquel justo
hijo de Anquises, que vino de Troya,
después que la soberbia Ilión fue incendiada.

Pero tú, ¿por qué vuelves a tanta angustia?,
¿por qué no subes al delicioso monte,
que es principio y razón de todo goce?""
   Nuevamente la presentación no es directa, y Dante acude al conocimiento del lector contemporáneo, quien podría deducir que se trataba de Virgilio por los datos aportados. Aquí tenemos una mezcla del espíritu medieval con su intención didáctica, y lo renacentista que comenzaba a asomar, con su valoración del conocimiento y la cultura greco latina. 
   Lo primero que aclara el personaje es que ya no está vivo, para luego informar acerca del lugar de nacimiento de sus padres (Mantua), el lugar donde vivió (Roma), y el momento histórico en el que transcurrió su existencia (nació bajo el imperio de Julio César pero vivió bajo el de Augusto, entre el 70 y el 19 AC). 
   Es evidente que Virgilio creyó en los dioses paganos, los dioses de la cultura latina a la que perteneció, pero Dante hace hablar a sus personajes como si tuvieran conciencia cristiana, como si después de muertos hubiesen conocido la  que él considera la verdad, por eso alude a "los dioses falsos y engañosos". No debemos olvidar que su intención es dejar un mensaje cristiano.
   El dato más claro para concluir que se trata del poeta Virgilio es cuando menciona su obra. El "hijo de Anquises" refiere a Eneas, protagonista de su epopeya "La Eneida".
   El último terceto citado ya no forma parte de la presentación biográfica de Virgilio, sino que nos reintroduce en el tema del Canto: Dante atraviesa un difícil momento espiritual y está representando a la humanidad, que desea salvarse, pero a la vez, es pecadora. Ese conflicto, y por tanto el pecado, genera "angustia", y el único camino razonable parece ser subir "al delicioso monte", que evidentemente representa la salvación y la gracia de Dios. Es importante notar que a través del personaje de Virgilio, Dante afirma que el bien y el complacer a Dios es la fuente de "todo goce", sugiriendo indirectamente que el placer mundano es engañoso y efímero, y que es mejor sacrificarse para obtener el goce verdadero y eterno. 
""¿Eres tú aquel Virgilio, aquella fuente
que derrama de hablar tan ancho río?"
le respondí con vergonzosa frente.

"¡Oh luz y honor de los otros poetas,
válgame el largo estudio y el gran amor
que me hicieron buscar en tu volumen!

Tú eres mi maestro y mi autor;
tú solo de quien he tomado
el bello estilo que me ha dado honor.

Mira la bestia por la cual me vuelvo:
protégeme de ella, sabio famoso,
pues me hace temblar las venas y el pulso.""
   Aquí se demuestra la enorme admiración que sentía Dante por Virgilio, colmando tres tercetos de elogios dirigidos al poeta latino. Es necesario detenerse en estos parlamentos donde el autor revela sus emociones, porque tanto aquí como en la respuesta posterior de Virgilio personaje, podemos hallar la explicación de que lo haya elegido como guía para atravesar el reino del Infierno y el del Purgatorio.
   Comencemos recordando que muchos investigadores de la Divina Comedia opinan que Virgilio simboliza la Razón, y que junto con Beatriz, representando la fe y la gracia divina, formaría parte de lo que se requiere para obtener la salvación del alma. La Razón era considerada un don divino para los medievales, y la fe una virtud teologal. La Razón sin Fe no es suficiente para acceder a la salvación, por esto vemos que Virgilio es un alma que se encuentra en el Infierno, a pesar de no ser malvado, porque fue un gran hombre pero no creyó en el dios cristiano. En cambio Beatriz sí es un alma bienaventurada que disfruta del premio eterno en el Paraíso.
   Sin embargo, hay críticos que se cuestionan por qué Dante no eligió a Aristóteles, filósofo griego del siglo IV AC, que tuvo enorme influencia durante la Edad Media tanto en la escolástica cristiana como en la musulmana y judía. Las explicaciones son variadas.
   Para comenzar, Virgilio fue considerado el poeta nacional de comienzos del Imperio Romano, régimen con el cual Dante se sentía identificado no sólo por un tema ideológico sino también por nacionalidad, y en ese sentido, es entendible que eligiera a Virgilio por encima de Aristóteles. Pero lo más importante es que Aristóteles era filósofo, y Virgilio poeta, y esa admiración por el poeta se trasluce en estos tercetos. Comienza por la metáfora visual en la cual asocia a Virgilio con una fuente que mana un río de poesía, continúa por la metáfora de la luz, en la cual el poeta latino es definido como alguien que ilumina a otros poetas, y finalmente Dante lo reconoce como maestro, el autor del cual ha tomado "el bello estilo" que le ha dado honor. 
   Hay bastante por explicar respecto a esto. Es evidente que Dante tenía un claro concepto de su valor como creador, porque define su propio estilo como bello y asume que este estilo le ha dado honor (o sea, fama). Pero al mismo tiempo ese reconocimiento de la propia valía no quita su reconocimiento de que ha imitado a un maestro. Y es que en la Edad Media, imitar a un modelo prestigioso estaba bien visto. Se trata de una época de fuerte convicción religiosa y de una rígida estructura jerárquica; la imitación de una obra paradigmática era no sólo justificable, sino deseable. Por esa razón cuando Dante hace que Virgilio se presente, alude a La Eneida, ya que en la obra de Virgilio, Eneas es un héroe que debe realizar un viaje riesgoso e incluso debe descender al Infierno para lograr su hazaña. Las similitudes con La Divina Comedia son evidentes.
   Otro elemento que Dante estaría imitando de la obra de Virgilio es el planteo profético: en su Bucólica IV, Virgilio anunció el nacimiento de un niño que sería el salvador del mundo, y los medievales interpretaron que se refería al nacimiento de Jesús; del mismo modo, en más de un pasaje de La Divina Comedia Dante habla de hechos que supuestamente ocurrirían en el futuro.
   Dante considera a la poesía como una vía de conocimiento, y Virgilio, en las Geórgicas, se convierte en poeta didáctico.
   Pero debe quedar claro que si Dante considerara a Virgilio profeta o mago, tal como algunos de sus contemporáneos, le hubiera deparado otro destino a su alma. Dante lo ubica en el Limbo, el primer círculo del Infierno, donde se encuentran las almas de quienes no fueron malas personas, pero no creyeron en el dios que Dante consideraba el verdadero, o los bebés fallecidos no bautizados. Si Dante lo hubiese considerado realmente un profeta, no lo habría ubicado allí, o habría señalado que fue rescatado de ese lugar como ocurrió con otros profetas anteriores a Cristo; si lo hubiera considerado mago, le habría reservado un círculo mucho peor, el octavo (adivinos y magos se encuentran en este círculo, en la cuarta fosa). Esto nos centra en el punto: Dante lo admira por su calidad de poeta, y esto es lo que resalta, más allá de que lo valore en su calidad humana y tenga algunas coincidencias ideológicas con él. Al respecto, Luce Fabbri afirma: "Vio en él al poeta, no a un profeta, a un mago o a un gramático, como sus antecesores y aun sus contemporáneos". 
   En el último terceto citado, Dante le suplica ayuda y protección a Virgilio de la loba, invocándolo como "sabio famoso". Recordemos que para Dante la poesía era fuente de conocimiento.
   Además de los sentimientos de admiración por el poeta latino, Dante expresa vergüenza y temor. La vergüenza procede de su reconocimiento implícito de que alguien a quien admira lo halle en tal situación de vulnerabilidad, fruto de sus errores ("le respondí con vergonzosa frente"), y refleja además humildad frente a quien considera un modelo a imitar. El miedo ("me hace temblar las venas y el pulso"), descripto con sus reacciones físicas, haciéndolo más cercano, más humano, se manifiesta frente a la peligrosidad de la loba, la cual alegóricamente, como ya se dijo, representa uno de los pecados capitales, la avaricia. Dante es el representante de la humanidad, se equivoca, siente vergüenza y culpa, se tienta, siente miedo, pero también desea salvarse, y por eso, en un momento de crisis, pide ayuda.
   Hay que hacer notar que el sentimiento del miedo funciona como un leit motiv del canto I, ya que se alude a él directa o indirectamente en forma repetida a lo largo de todo el canto.
""Tú deberías emprender otro viaje",
respondió al verme lagrimear,
"si quieres escapar de este lugar salvaje;

porque esta bestia por la cual gritas,
no deja a otros pasar por su camino,
si no que lo impide al punto de matarlo;

y es su naturaleza tan malvada y cruel,
que nunca sacia su anhelante codicia,
y luego de comer tiene más hambre que antes.""
   Dante personaje estaba realizando un recorrido vital que lo había conducido a la oscuridad de la selva, luego con esfuerzo consiguió salir de allí y comenzó a trepar la colina dificultosamente, pero el encuentro con las fieras lo estaba obligando a retroceder, justo en el momento en que apareció Virgilio, como un "Deus ex macchina" de la antigua tragedia griega, resolviendo el conflicto con un toque sobrenatural en una circunstancia que parecía imposible de solucionar. Aquí se anuncia el viaje que será el centro narrativo de la obra, una anticipación sin detalles del recorrido por los reinos de ultratumba: "Tú deberías emprender otro viaje". Seguidamente, Virgilio realiza su propia descripción de la loba, denominándola bestia, advirtiéndole a Dante de su ferocidad, y calificándola como de naturaleza "malvada y cruel". Es obvio que los otros a los que se refiere es a los seres humanos en general, que al caer bajo el poder de la avaricia, les mata el alma. En estas estrofas hay varias sutilezas en la presentación de la loba, ya que se define a la avaricia como una bestia por motivos ya explicados, pero esta denominación también alude a en qué se convierte el ser humano cuando se deja llevar por este pecado. Por otro lado, así como la avaricia es insaciable, pues se trata del deseo desmedido de poseer y atesorar riquezas, Virgilio realiza la siguiente caracterización de la loba: "luego de comer tiene más hambre que antes", generando una analogía metafórica perfecta.

   Luego de este pasaje, Dante pone en boca de Virgilio una profecía que involucra uno de los símbolos más debatidos de la obra, pues alude a que la loba seguirá haciendo mucho daño, hasta que "venga el Lebrel, que la hará morir con dolor". El poeta aporta algunos rasgos caracterizadores de este Lebrel, como por ejemplo, que no se alimentará de tierra ni metal, sino de sabiduría, amor y virtud, que nacerá entre fieltro y fieltro, y que Italia verá entonces sus fuerzas resurgidas. Hay muchas versiones sobre la significación simbólica del lebrel (perro de caza de cuerpo delgado y muy veloz). Hay quienes consideran, por la alusión al resurgimiento de Italia, que se trata de un símbolo político y que el lebrel representa a algún personaje histórico en el cual Dante puso sus esperanzas. Otros piensan que es un símbolo más bien religioso y más amplio, quizás un Papa que purificara a Roma y a la humanidad.
   Cual sea el significado concreto, queda claro que sólo quien se alimente del espíritu será inmune al poder de la codicia. La situación vital de Dante en ese momento también podría explicar este planteo. Exiliado, traicionado, desengañado de toda esperanza política, Dante ve muy lejana la salvación de Florencia, acosada por Francia y el Papado. Lo mejor, entonces, es renunciar a todo poder temporal y orientarse a la salvación del alma, acorde con el ideal medieval.
   El lebrel perseguirá a la loba, la derrotará y la encerrará en el Infierno, de donde la hizo salir la envidia. Este pasaje tampoco es claro. ¿Se refiere a la envidia de Satanás por el hombre, quien vivía feliz en el Paraíso terrenal y por lo cual lo hizo pecar (Adán y Eva y el fruto prohibido)?
   En este punto Virgilio afirma su decisión de ser el guía de Dante:"por tu bien, pienso y discierno/que me sigas y yo seré tu guía/y te llevaré de aquí hacia el lugar eterno//donde oirás desesperada gritería,/verás los antiguos espíritus dolientes/pedir a gritos su segunda muerte;//verás también gente que es dichosa/en el fuego, porque esperan un día/tener un lugar entre las almas venturosas.//A las cuales, si aspiras a llegar/más que yo existe un alma digna;/con ella te dejaré en mi partida;/pues el emperador que arriba reina,/porque fui rebelde a su doctrina,/no quiere que nadie llegue por mí a su ciudad."
   Virgilio, poeta histórico, símbolo de la razón en la Divina Comedia, expresa que piensa, discierne. Desde su capacidad de raciocinio llega a la conclusión de que por el bien de Dante, éste debe llevar a cabo la experiencia del viaje, y él debe ser su guía. Mediante las perífrasis alude primero al reino del Infierno, y luego al Purgatorio. El rasgo caracterizador más importante del Infierno es el dolor eterno y la ausencia de esperanza (por algo Dante indica que en la inscripción de la puerta del Infierno dice: ""Lasciate ogni speranza, voi ch'entrate", o sea "Perded toda esperanza ustedes que entran"); en cambio el Purgatorio se presenta como un sufrimiento transitorio y esperanzado, porque el tormento ayuda a limpiar a esas almas para que puedan finalmente acceder al Paraíso. Esta contraposición tiene que ver con el sistema de castigos y premios que Dante y la Iglesia Católica afirman que existe después de la muerte física. Por esta razón no podrá Virgilio acompañarlo en el Paraíso, se hizo la excepción para permitirle guiar a Dante por el Purgatorio, pero en el Paraíso sólo pueden ingresar las almas bienaventuradas, y como ya habíamos aclarado, el alma de Virgilio había caído en el Limbo, primer círculo del Infierno.
   El "alma digna" a la que se refiere es Beatriz, quien será la principal guía de Dante en el Paraíso. Beatriz fue su musa inspiradora tanto de La Vita Nuova como de la Divina Comedia. Los historiadores aún no han podido averiguar si esta dama tuvo existencia real (se dice que era hija de Folco Portinari, importante banquero contemporáneo a Dante), pero sí trascendió la historia como personaje literario en las obras de Dante. Así como dentro de los poemas de amor cortés se habla de la "señora", los stilnovistas como Dante dedicaban sus poemas de amor a su donna angelicata (mujer angelical). El adjetivo angelical responde a que esta dama era idealizada, el deseo físico se sublimaba y el sentimiento de amor se vinculaba a la admiración por las virtudes de la dama; ésta actuaba como una intermediaria entre Dios y el enamorado, y le permitía elevarse espiritual y moralmente. Supuestamente murió siendo aún muy joven, por eso Dante alude a su alma bienaventurada, habitante del Paraíso. En cambio en La Vita Nova, que es una obra anterior, Beatriz aparece viva.
   Otro aspecto interesante es cómo alude Virgilio a Dios. Debido a que es un alma condenada en el Infierno, se le prohíbe pronunciar el nombre de Dios, por esa razón siempre debe emplear alguna palabra sustitutiva, como en este caso la perífrasis "el emperador que arriba reina". Virgilio vivió durante la época de los emperadores romanos, y por eso ve como un emperador que reina en las alturas a Dios; es una muestra de respeto. 
   A pesar de que Virgilio nunca podrá disfrutar del goce del Paraíso ni ver a Dios, no muestra sentimientos de rencor ni de ira, pero sí expresa su melancolía por estar fuera de esa posibilidad: "¡feliz aquel a quien Él elige!".
   Ya finalizando el Canto, Dante le ruega a Virgilio, que para salvarse de estos males y otros, lo conduzca adonde le prometió.  En este punto el protagonista asume que solo no puede superar sus vicios y faltas, que necesita ayuda; descender guiado por su maestro al Infierno no significa otra cosa que la oportunidad de meditar acerca de la esencia y las consecuencias del pecado, con el objetivo de arrepentirse y salvar así su alma, presentando el testimonio para ayudar a otros a que se salven. 
"Entonces se echó a andar, y yo lo seguí."
   Las palabras finales del Canto aluden a la trama narrativa, pues literalmente Virgilio comienza a guiarlo, y por eso Dante lo sigue, va detrás de él. Pero también sugieren el seguimiento metafórico, que Virgilio es el maestro intelectual y lírico de Dante, el creador al que imita, y al que por tanto, le sigue los pasos.

   El Canto I funciona a la perfección como introducción de la obra completa, aportándonos el espíritu general de la obra, dando a entender las intenciones del autor, y anticipando elementos cruciales como el tema, el género y la trama; pero también es un excelente anticipo del ambiente del Infierno, manteniendo al lector atrapado en un ambiente terrorífico e intenso.